El creciente mercado musical independiente de AL

El mercado independiente ha recuperado paulatinamente el control de la producción musical gracias a la colaboración creativa, nuevas tecnologías y financiamiento colectivo (Foto: William Olson)

El creciente mercado musical independiente de AL

En 2001, el modelo de negocio basado en la distribución a través de las disqueras majors (Sony, EMI, Warner y Universal) colapsó con la llegada de internet. Napster dejó claro que internet sería la nueva forma de distribución estandarizada. Steve Jobs dimensionó el modelo de negocio para la siguiente generación: pago por descarga. Las majors tuvieron que aceptarlo porque subestimaron increíblemente la aceleración del mercado con las nuevas tecnologías y nunca se prepararon adecuadamente para ese escenario.

Obligadas a recortar sus largos brazos, las majors redujeron dramáticamente sus presupuestos para producir, comercializar y distribuir a nuevos artistas. Este panorama abrió una puerta de oportunidades a un mercado que había prevalecido de modo subterráneo, pero que siempre ha sido el semillero de grandes artistas musicales.

Los mercados independientes sobrevivían de una manera muy diferente a las majors. Dependían de la maquila que estas ofrecían en sus plantas de producción para lanzar sus obras. Las disqueras más pequeñas encontraron una ventaja con la llegada de los quemadores de CD comerciales y construyeron sus propias plantas replicadoras a menor escala.

Consideremos que la música hip-hop, R&B y reguetón que domina el mercado masivo tiene su origen en estas pequeñas disqueras independientes que prensaban discos de vinilo en pocas cantidades y los comercializaban en cajuelas de automóviles a la salida de bares, tardeadas o de fiestas clandestinas en la madrugada. Así se sostuvieron por décadas en el anonimato. Esta dinámica se puso en práctica en países con un menor desarrollo de la industria y sirvió para iniciar pequeñas disqueras. México no es la excepción.

Sin embargo, los medios siempre acaparan los logros y cifras de las majors. Es frustrante encontrar notas en los principales diarios dando cifras a diestra y siniestra a partir del reporte que la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI [Federación Internacional de la Industria Fonográfica]) comparte cada año. México aparece representado con números que no muestran la realidad del mercado nacional, sino las ganancias de las majors en el exterior.

Estas cifras fueron consideradas el estándar para medir el mercado musical al estilo occidental, hasta que en 2006 nace la Worldwide Independent Network (WIN [Red Independiente Mundial]), una red de soporte global para las disqueras independientes.

En 2016 concretan uno de sus proyectos más ambiciosos: generar el primer reporte sobre el mercado global independiente. Con ayuda de representantes de varios países, estos informes han permitido conocer la importancia y el creciente impacto de la música independiente.

Un panorama que la IFPI nunca conseguirá reflejar, porque su infraestructura no desmenuza tan a fondo el origen de sus artistas más exitosos. Es decir, sus cifras hablan de trayectorias consolidadas.

En diciembre pasado, la WIN entregó su reporte 2018 con cifras muy interesantes, elaborado por sus 39 países afiliados. México no figura en ese grupo, ¿por qué? Las cifras del mercado independiente son prácticamente inexistentes a nivel nacional.

No existe una cohesión adecuada para que se generen sinergias estratégicas desde la perspectiva de una industria musical. Se trata más bien de competitividad creativa.

Sin embargo, podemos interpretar algunos datos tomando como referencia tres países latinoamericanos integrados al estudio: Brasil, Argentina y Chile. Cada uno tiene características importantes.

Brasil es el primer productor y consumidor de música en América Latina, Argentina ha conseguido establecer una industria independiente a pesar de las condiciones arancelarias para la importación de productos relacionados con el entretenimiento, y Chile comparte actualmente un flujo de artistas subterráneos con México, gracias a que sus políticas públicas impulsan la salida de conceptos musicales a otros países.

El punto de unión con México es significativo, porque somos el segundo país consumidor de la zona y el número 18 a nivel mundial. Sin embargo, nuestra capacidad de producción se ubica dentro de los últimos 80 países a nivel global. Es decir, compramos música, pero no la producimos.

A partir de este panorama, algunos datos nos permiten analizar el desarrollo del mercado independiente en América Latina.

Este mercado creció al 11.3 por ciento a nivel global en 2017, lo que representa un salto de 6.2 billones a 6.7 billones de dólares en comparación con 2016. El 39.9 por ciento del mercado mundial es abarcado por disqueras independientes y el resto por las majors, con un aumento en ese periodo del 1.5 por ciento del mercado.

Respecto a ingresos por streaming, las majors obtuvieron el 46 por ciento con respecto al 33 por ciento de 2016. En Brasil, el 38 por ciento del mercado es dominado por disqueras independientes, en Chile el 35 por ciento y en Argentina un 29 por ciento. Sorprende el dominio de estos proyectos en Corea del Sur, la tierra del K-Pop, con 83 por ciento del mercado. Le sigue Japón con el 63 por ciento.

Respecto a la lealtad de los artistas hacia sus disqueras, el 77 por ciento renueva su contrato. España encabeza la tabla con el 97 por ciento, seguida de Brasil con el 94 por ciento, Chile con 85 por ciento y Argentina con el 76 por ciento.

Otra perspectiva interesante del reporte es el reconocimiento de sus propias necesidades y oportunidades de crecimiento. En promedio, se requieren 3.2 personas a medio tiempo y 13.6 de tiempo completo, es decir, 16.8 personas, para sostener un proyecto en el mercado independiente. Al menos, 2.7 departamentos son indispensables para realizar sus actividades y el 42 por ciento de los contratados permanece en el puesto desde que inicia el sello. La longevidad promedio de la empresa es de 14.9 años, suficiente para garantizar su rentabilidad y crecimiento a mediano y largo plazo.

¿Y México? Mientras nuestro objetivo continúe siendo construir una industria como la estadounidense, perdiendo la oportunidad de crear nuevas conexiones internas y desarrollemos negocios en la música con mentalidad de empresario tradicional, la industria musical mexicana será incapaz de superar el sabotaje autoimpuesto para explotar su poder de mercado y aterrizar el potencial creativo-económico que permanece subterráneo desde hace mucho tiempo.

14 de agosto de 2019

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