No dejan de sorprender los vaivenes de la comunidad cultural. Mientras en unas jornadas luce intrépida, en otras se le mira más apagada que los fogones del siglo XIX. Salvo las excepciones del caso, frente al proceso de discusión y aprobación de la Ley de Ingresos no dijo ni pío; ni por los estímulos fiscales al cine, a las artes y de último momento a las librerías, como tampoco lanzó señal alguna para sacarle al menos una mueca a los diputados, si de mirar fiscalmente por las organizaciones no gubernamentales se tratara. Eso sí, cuando en noviembre llegue la distribución del Presupuesto de Egresos de la Federación, no faltarán los airados coros en defensa de la asignación a la Secretaría de Cultura, aunque luego esta ni siquiera informe cómo y en qué se gasta el dinero.
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