En 2023 el Producto Interno Bruto cultural ascendió a 821.0 miles de millones de pesos, monto superior en 2.6% al observado un año antes, descontando los efectos de la inflación. Dicho comportamiento se explica, en mayor medida, por el dinamismo que mostraron las actividades Contenidos Digitales e Internet con 9.6% real; Patrimonio Cultural y Material, 9.1%; Artes Visuales, 5.4%, y Diseño y Servicios Creativos con 4.8% en términos reales.
En contraste, las actividades relacionadas con Libros, Impresiones y Prensa, Música y Conciertos y Artesanías registraron a precios constantes una caída anual de 8.5%, 5.5% y 3.6% respectivamente. (Ver gráfica 1).
La contribución del sector cultural al Producto Interno Bruto se situó en 2.7%, nivel que constituye uno de los más bajos desde que se inició el cálculo de la Cuenta Satélite de la Cultura y que refleja un rezago respecto al dinamismo de la producción nacional. Cabe recordar que la participación relativa más alta de las actividades culturales se registró en 2009, con 4.1%, y desde entonces ha mostrado una trayectoria a la baja, misma que se acentuó a partir de 2020. (Ver gráfica 24).
Los efectos de una grave contracción productiva
A todos nos queda claro que, en 2020 México, al igual que todo el mundo, vivió una de las peores caídas de la producción en su historia, a la cual el sector cultural no fue ajeno. Sus efectos todavía no son superados y siguen incidiendo de diversas maneras en la vida productiva de las actividades culturales. El caso más notorio es el del empleo, como lo podemos observar en las gráficas 7 y 8.
En la serie de Puestos de Trabajo Ocupados notamos que éstos cayeron gravemente en 2020, al registrar una tasa negativa de 12.3%, para crecer de manera modesta en 2021 y 2022 (3.0% y 0.7%) y volver a caer en 2023 con una variación de 1.4%. En términos absolutos los puestos de trabajo registrados en 2023 son inferiores en poco más de 167 mil unidades a los que se tenían en 2019.
Al interior del sector las Artesanías, Medios Audiovisuales, Música y Conciertos, y Patrimonio Cultural y Natural dan cuenta de tres cuartas partes de esa diferencia. Tan solo en las artesanías la caída trianual es de poco más de 53 mil puestos ocupados.
Con el riesgo de rebasar los propósitos de este documento, consideramos indispensable llamar la atención de los sectores público y privado para que pongan especial atención en las actividades artesanales debido a que, con excepción de la reactivación de 2021, han registrado tasas negativas de crecimiento desde 2018. (Ver gráfica 1). Dichas actividades generan una gran cantidad de empleos y significan el sustento de millones de familias en el país.
Oferta y utilización
Los bienes y servicios culturales que utilizamos en el país durante 2023 provinieron en 81.2% de la producción interna, mientras que 9.2% fue de origen importado. La diferencia de 9.5% corresponde a los márgenes de comercialización y transporte.
El destino de éstos fue principalmente para el consumo privado y de gobierno, 63.7%; para la inversión, 10.8%; para el consumo productivo de otros procesos, 20.0%, y el restante 5.5% se comercializó en el mercado externo. (Ver gráfica 10).
Con relación al comercio exterior en el ámbito cultural, México mantiene una posición deficitaria, es decir que nuestras compras exceden a lo que obtenemos por ventas. Sin embargo, se puede observar que el saldo negativo muestra una trayectoria a la baja, ya que pasó de 78.1 miles millones de pesos en 2020 a 60.1 mil millones en 2023, lo cual se explica mayoritariamente por un ligero aumento de las exportaciones. (Ver gráfica 11).
La interrelación de la cultura con el resto de las actividades productivas
La oferta cultural no depende solamente de la calidad de los trabajadores culturales que están al frente del escenario, en la pantalla o en la creación de estímulos visuales, todas las actividades cuentan con un respaldo en forma de bienes o servicios que son necesarios para generar los productos culturales, éstos son los insumos. La variedad es enorme: pinturas, maderas, lentes, películas o dispositivos para el almacenamiento de sonido e imágenes, barro, objetos de plástico o metálicos, baterías, lámparas y demás consumibles. Nos podemos seguir llenando hojas y hojas al respecto.
Ahora vamos a usar la imaginación y pensar en un tren, al frente del cual va una locomotora que se llama Actividades Culturales. Esa locomotora remolca una infinidad de vagones que transportan esos insumos de los que hablamos y cada provisión de insumos, a su vez, genera empleos y requiere de otros insumos. Así, cada rama industrial proveedora tiene su propia locomotora que remolca a otras actividades. Ese efecto multiplicador de la cultura nos muestra que, por cada peso invertido en ella no se va a beneficiar solamente a los trabajadores culturales involucrados en el producto, sino a toda una gama de proveedores que alimentan a los procesos productivos de las diferentes actividades.
Los insumos se contabilizan como parte del cálculo del Valor Bruto de la Producción y, de acuerdo con la gráfica que sigue, podemos notar que actividades como los Medios Audiovisuales, Artesanías, Libros, Impresiones y Revistas, y Contenidos Digitales e Internet, requieren de una fuente importante de materias primas para transformarse en un bien o servicio cultural. Esto quiere decir que son ramas con una alta propensión a generar ese efecto de la locomotora. (Ver gráfica 13).
En contraste, actividades como Formación y Difusión Cultural, Patrimonio Cultural y Natural, y Artes Visuales y Plásticas, tienen un menor requerimiento de insumos.
Sin embargo, no dejan de ser importantes.
Una vez que se cubren los pagos a proveedores, así como los salarios y el fondo para la reposición del capital, tenemos que cubrir otros gastos como renta, intereses, impuestos menos subsidios y lo que queda son las Utilidades. Todos esos elementos son los que conforman el Excedente de Operación que, en el caso de la cultura, tiene un peso relativo de 69.6% del PIB. (Ver gráfica 14).
Por arriba de este porcentaje se encuentran las Artesanías, Contenidos Digitales e Internet y Medios Audiovisuales, por mencionar a los tres más relevantes. En contraste Diseño y Servicios Creativos, Música y Conciertos, y Formación y Difusión Cultural se encuentran por debajo de la media.
Análisis por entidad federativa
No nos cabe la duda de que en la Ciudad de México se genera la mayor parte de la oferta cultural del país, ahora vamos a conocer las proporciones. (Ver gráfica 17). En la gráfica podemos observar que la producción cultural de la CDMX ascendió a 301.2 miles de millones de pesos, monto que equivale a 36.7% del PIB cultural del país. Le siguen en importancia Jalisco, 7.1%; México, 6.3%; Nuevo León, 4.9%. Michoacán y Puebla con 3.6% cada uno; Oaxaca, 3.3%; Chihuahua, 2.7%; Guerrero y Quintana Roo, 2.6% cada uno, y Baja California con 2.5%. En su conjunto, estas entidades explican 39.2% del total nacional.
Ahora vamos a revisar la participación relativa de la cultura en el PIB local, información que está contenida en la siguiente gráfica. (Ver gráfica 18). Como vimos anteriormente, el valor agregado bruto de las actividades culturales representa 2.7% de la producción nacional, aunque ello no implica que esta proporción sea la misma en todo el territorio.
Nuevamente la Ciudad de México se coloca a la cabeza, la producción cultural participa con 6.9% en el PIB local, seguido por Guerrero con 5.5%; Oaxaca, 4.9%; Quintana Roo 4.7%; Morelos, 3.9%. y Michoacán con 3.5%. Llama la atención el hecho de que cinco de estos siete estados son los importantes destinos turísticos, tanto nacional como internacional. Pensamos que en el futuro valdría la pena cruzar esta información con la de la Cuenta Satélite de Turismo elaborada también por el INEGI.
Las entidades cuya contribución es menor o igual a 1.0% son Sonora, Coahuila, Campeche y Tabasco.
El Ciclo Cultural
La innovación más reciente de la Cuenta Satélite de la Cultura fue el incorporar información referente al Ciclo Cultural, mismo que se refiere a las distintas etapas y/o procesos asociados a las actividades culturales, desde su creación hasta su consumo, además de las tareas correspondientes a la conservación y la formación de nuevos trabajadores culturales. Dichas etapas son: creación, producción, transmisión y difusión, consumo, preservación y formación. (Ver gráfica 21).
En 2023 los trabajos asociados con la creación de productos culturales representaron 17.4% del PIB objeto de esta nota. Dichas tareas se relacionan con el tiempo que dedican los artistas de las distintas actividades a generar el bien o servicio, mismos que se materializan en escritos, pinturas, partituras y demás.
La producción, es decir el montaje de la obra, la filmación, la edición y reproducción de los escritos y los ensayos, concentraron 14.8%, mientras que la transmisión, es decir, los medios que se utilizan para difundir la obra y hacerla llegar al público acaparó 36.3%. Por su parte, el consumo, esto es, el público, el comprador, el cliente en general, tuvo una participación de 19.6%.
A la preservación le correspondió 3.8%, en la cual se distinguen los trabajos de las cinetecas, fonotecas y el INAH en sus respectivas áreas de acción, mientras que la formación de nuevos agentes culturales concentró 8.1%.
El papel del sector público
La participación del gobierno en la cultura, por medio de los niveles federal y estatales, puede parecer poco importante, sin embargo, su monto influye notablemente en la disponibilidad de recursos y la toma de decisiones de los agentes culturales. (Ver gráfica 5).
Con base en la información que nos proporciona la gráfica es posible observar que a partir de 2016 los recursos provenientes del sector público se redujeron en forma importante y no se han recuperado. En 2016 y 2017 el gasto público en cultura registró tasas negativas de 7.7% y 2.8%, respectivamente, que fueron seguidas por un ligero aumento de 3.5% en 2018.
Para 2019, con base en las reglas de austeridad del nuevo gobierno, se registró una caída de 8.8% que fue seguida por una más drástica, 11.6%, en 2020 debido a los efectos de la pandemia provocada por la COVID 19. En los siguientes años los incrementos de 4.9%, 8.3% y 2.3% entre 2021 y 2023 permitieron mantener en operación las instituciones e instrumentos públicos culturales.
Por lo que se refiere al destino del gasto, en 2023 éste se orientó principalmente a Formación y Difusión Cultural, 33.8%; Patrimonio Cultural y Natural, 22.2%, y Libros, Impresiones y Prensa con 13.3%. (Ver gráfica 4).
Las actividades menos favorecidas fueron: Contenidos Digitales e Internet y Música y Conciertos, con 1.9% cada una; Artes Visuales y Plásticas, 1.7%, y Artesanías con 0.9%.
En teoría Económica las corrientes que promueven la intervención estatal señalan que ésta es necesaria para corregir los errores (para otros son injusticias) del mercado. Ya señalamos antes que las Artesanías han registrados tasas de crecimiento negativas en los últimos años y ahora notamos que los apoyos gubernamentales a dicha actividad son mínimos, principalmente por medio del FONART. Tal vez sea tiempo de no solamente incrementar las erogaciones dirigidas a esta rama, sino también de buscar nuevos mecanismos para estimular su expansión.
Antonio Mier Hughes
Antonio Mier Hughes resuelve todas las aristas relacionadas con el análisis económico en el que se desempeña el sector cultural. Elabora estudios y soluciones para empresas culturales, para organizaciones de la sociedad civil y para dependencias de gobierno, en escenarios propios de la planeación estratégica, el diseño de políticas económicas, la creación y evaluación de indicadores así como en el análisis de las finanzas públicas. Es un docente a toda prueba con los emprendedores culturales.