El Colnal, Ortiz, González y Williams

Trama de encuentros. A inicios de agosto, el flautista Alejandro Escuer compartió esta fotografía con su esposa, la compositora Gabriela Ortiz, al lado del legendario músico John Williams. (Imagen tomada del Facebook).

 

Las felices coincidencias. Arrastraba en mi soliloquio, desde la noche del martes 15 de julio, los significados del ingreso del cineasta Alejandro González a El Colegio Nacional (Colnal). La erudita institución se lo planteó a Alfonso Cuarón en 2019 y rechazó el ofrecimiento, alegando que le sería imposible cumplir con las responsabilidades que implicaba ser parte del colegiado. Entonces llegó el último día del mes. Vi en la programación de Disney+, que estaba disponible la película documental La música de John Williams (2024), de Laurent Bouzereaun, con el emotivo protagonismo de Steven Spielberg.

Al sumergirme en la larguísima trayectoria del pianista, director de orquesta y compositor Williams, cuyo relato es la inmersión al poderoso influjo de la cinematografía estadounidense en nuestras vidas, pensé en lo sabido. Por eso andan por California los más afamados cineastas mexicanos: lograron hacerse de mucho trabajo en la tierra de la gran industria del cine. Por ello, a diferencia de Cuarón, González habrá encontrado la manera de comprometerse a estar seguido en la Ciudad de México. También me quedé con la inquietud de que la silla era más para Guillermo del Toro y que Arturo Ripstein quizá hizo una mueca.

De una factura hermosa, diré con cadencia sinfónica, La música de John Williams (Tiburón, E.T., Superman, Dudamel, Yo-Yo Ma, etc., etc.) me llevó a los territorios sublimes como complejos, de la creatividad que combinan los directores de cine con los compositores y los conjuntos orquestales. Así cursaba el viernes 1 de agosto cuando ¡órale! El estimado flautista Alejandro Escuer comparte en su página de Facebook una fotografía con la compositora e integrante del Colnal, Gabriela Ortiz, quien es su esposa, nada menos que con John Williams, encuentro sostenido en Boston.

Ahí no paró la cosa. En esta temporada en Ensenada, he visto el esfuerzo de Caleb Triana por realizar el Festival Internacional de Cine de la ciudad (FICENS). En estas semanas ofrece un repaso de algunos de filmes de la edición de 2024. Enfilo mi caminata a la sala Francisco Zarco, al lado del Teatro Benito Juárez de la UABC, ya que proyectará Fractalis, de Adrián Pallares, película documental sobre el Fractalis. Concierto para piano y orquesta de Gabriela Ortiz, que tuvo su estreno en octubre de 2023. ¡Esas coincidencias que deparan las horas!

Ante todo, como fan de la Ofunam por lustros, he escuchado en la sala Nezahualcóyotl varias obras de la maestra Ortiz. Sin embargo, para cuando se interpreta Fractalis, en noviembre de 2022, andaba deambulando el otoño en Mexicali. El documental de Pallares me generó distintas emociones. Por principio, la estructura fractal del filme, que favorece descubrir lo que la compositora, la pianista Ana Gabriela Fernández y el director Ronald Zollman, trabajaron con la orquesta. En esa integración, se tejen los testimonios que van, desde los motivos creativos de Ortiz, hasta los desafíos técnicos de la composición a los que se enfrentan el director y los músicos.

El musicalizador de numerosas películas. (Imagen tomada de hollywoodreporter.com. Travers jacobs/cortesía de lucasfilm ltd).

 

Como llevo casi año y medio sin ir a la Nezahualcóyotl, con Pallares he redescubierto la arquitectura y sobre todo la geometría de la sala. Igual fue un gusto ver a los músicos, en esos días en los que aún llevaban el cubrebocas muchos de ellos, al fin Fractalis fue concebida antes de la pandemia y alimentada por la crisis sanitaria. Se trató de un encargo de la Orquesta Nacional de Bretaña. En el esfuerzo por hacer vibrante la trama que implica llegar a la noche del estreno, extrañé dos voces, la de alguno de los integrantes de la filarmónica y la de un crítico.

A todo esto ¿qué oportunidades abre la combinación de Gabriela Ortiz y Alejandro González en el Colnal? Por lo pronto ambos tienen en Estados Unidos un territorio fecundo para sus trayectorias, en lo cual Donald Trump vale sorbete, y esas relaciones pueden llevar tanto ideas como proyectos que alimenten la vida del colegio, como a las comunidades que se deben. Uno piensa que mientras Ortiz, al seguir viviendo en CDMX, su interacción con la producción cultural es fuerte, González tiene tiempo sin vivir el cotidiano trajín de lo que culturalmente se produce. Ya veremos qué ocurre en el Colnal.

Nota al lector. Con motivo de mi columna anterior, la artista Adriana Torres Sánchez dirigió un correo a Martha Ramos, nuestra directora general Editorial, en la que informó que, con fecha 28 de julio, dejó el cargo de directora del Instituto Cultural de México en Miami. Ofrece en su misiva un sucinto reporte de su labor. Agradecemos sus palabras.

Dos eras, dos leyendas. (Imagen tomada de es.laphil.com).

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