La histórica desarticulación del sector cultural tiene una de sus expresiones en la ausencia de diversidad de gremios capaces de unificarse para defender intereses, para poner en predicamento a las estructuras de poder y lograr victorias contundentes. En estos días queda de manifiesto la imposibilidad de rectificar numerosos contenidos del nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, particularmente los que afectarán a las empresas culturales. Por otro lado, las movilizaciones de un grupo de trabajadores de la cultura a efecto de lograr el pago oportuno de sus servicios y obtener mejoras contractuales, han sentado un nuevo precedente en el ámbito. Sin embargo, distan sus promotores de negociar con acompañamiento de más actores del sector y de solidez jurídica para lograr cambios estructurales en la política laboral. Otro caso lo encontramos en el naciente Instituto de Salud para el Bienestar, cuyo largo proceso de gestación —más allá del desafortunado inicio de operaciones— ofreció una oportunidad que fue desaprovechada para avanzar en la anhelada cobertura médica de quienes carecen de esta prestación en la comunidad cultural. En tiempos de la 4T, como en épocas pasadas supuestamente idas, seguirá irrenunciable la sentencia que dicta: de lo perdido, lo que aparezca.
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