Cultura estadounidense: reto universitario, no cautela

Peras o manzanas, no; libros del FCE. Pese a las explicaciones oficiales, quedará sin saberse la historia detrás del suceso ocurrido por el cierre de la filial de la casa editora. (Imagen tomada de razón.com.mx).

 

El reguero de libros del Fondo de Cultura Económica en un estacionamiento en San Diego valió por sus múltiples significados y por lo mucho sin aclarar aún. Recordé cuando al lado de Alejandro Ordorica, como director del Programa Cultural de las Fronteras de la SEP, a finales de los 80, con Paco Ignacio Taibo II organizamos un encuentro de escritores de novela policiaca México-EEUU en La Paz.

Se trató de un diálogo de pares en el contexto de una política innovadora de actividades culturales en ciudades de uno y otro lado. Ya en los primeros años de Salinas de Gortari, formando parte del equipo Paloma Saiz, esposa de Taibo II, diestra gestora cultural, tanto más se llevó a cabo a través del Festival Internacional de la Raza. Se realizaba alrededor del 5 de mayo. Duró menos de una década, ya que Rafael Tovar, entre el TLCAN y el ajuste de programas, prefirió fincar una Coordinación de Descentralización.

La historia ha demostrado el grave error cometido. Por lo que siempre pasa con Estados Unidos y por lo que en estos meses de la presidencia de Donald Trump está sucediendo. Se paga un alto costo al no contar con una política y diplomacia cultural para actuar con dinamismo en la relación bilateral.

Si bien es cierto que sin la intervención articulada del gobierno los flujos culturales entre ambas naciones son constantes y sonantes, nuestras universidades siguen quedando a deber en el papel determinante que tendrían que asumir. Es demasiada la cautela de la UNAM y la UdG, por citar dos casos, por temor a desatar una confrontación con la 4T al aplicarse a lo que deben hacer: fomentar el conocimiento, la crítica y la difusión cultural con y en Estados Unidos.

Entre los deudores de esta falta de activismo cultural incluyo a los colegios Nacional y de México y a fundaciones como la de Carlos Slim, Ricardo Salinas y Alfredo Harp; la de Banamex y el Centro Espinosa Yglesias. Son muchos los empresarios, como Valentín Díez Morodo, concesionario de la Casa de México en Madrid, que deberían estar involucrados en fomentar eventos para poner a dialogar, mano a mano, a algunos de los protagonistas esenciales de la cultura estadounidense con sus pares mexicanos de cara a la candente agenda que nos une.

La Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) es uno de los polos académicos más célebres del mundo, con una importante comunidad de origen mexicano. (Imagen tomada de smc.edu).

 

De aquel lado el músculo son las sedes de la UNAM, a lo que se suma la UdG, como los centros que opera la Secretaría de Relaciones Exteriores en ciudades como Washington, Los Ángeles y Miami. Hay una enorme cantidad de connacionales laborando en instituciones educativas, sobre todo en California y Texas. Son también muchísimos artistas, en todas las disciplinas. Está el ejemplo de Isaac Hernández, quien es parte del American Ballet Theatre de Nueva York.

A lo que voy: propongo a nuestras instituciones universitarias, fundaciones, colegios y empresarios crear un frente para organizar un gran foro multidisciplinario para traer, para hacer venir, a las grandes inteligencias estadounidenses en el segundo semestre de 2026, justamente tras el alboroto del Mundial de futbol.

A los connotados directivos de los centros educativos de prestigio internacional. A los muchos talentos maltratados por la administración de Trump. Se tienen que fortalecer como crear las complicidades culturales. Es vital que en territorio mexicano se discuta lo que están haciendo los gobiernos de Sheinbaum y de Trump. Que se ponga en el escenario un muestrario bilateral.

Va la redundancia: el poder de la cultura estadounidense en México es profundo, de calado histórico. Un poder entendido desde el ejercicio de un imperio, como de los negocios, los intereses culturales y los vasos comunicantes compartidos. Vaya, Trump proyecta que no lo entiende así, pero no tiene un pelo de tonto para ampliar el dominio de las industrias del entretenimiento en la sociedad mexicana, por mencionar un ejemplo.

Sheinbaum parece impedida de hacer algo similar: lo que tiene, no lo impulsa, lo que falta, no le alcanza el dinero y la influencia cultural, hasta ella la acompaña, anunciando las inversiones de Netflix. ¿Habrá visto la presidenta la serie Los Gringo Hunters? ¿Qué amargo sabor le dejó escuchar a la fiscal Pamela Bondi ya que, naturalmente, sus aseveraciones están impregnadas de la narcocultura que las naciones han procreado?

Toc, toc ¿hay alguien ahí?

Una serie más de muchas que abordan el narcotráfico y la criminalidad en Tijuana. Los protagonistas de Los Gringo Hunters. (Imagen tomada de graziamagazine.com).

 

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