Después de leer la “Guía”, devuélvanme la Subsecretaría de Cultura

Dilema histórico a resolver por la 4T. Por ser herencia neoliberal y por no diferenciarse del Conaculta salinista, la Secretaría de Cultura debería regresar a ser Subsecretaría. Este despacho fue creado por Jaime Torres Bodet al frente de la SEP, dependencia encabezada ahora por Esteban Moctezuma. Su antecesor, Aurelio Nuño, se quejó de que no tenía tiempo de atender los asuntos culturales. (Ilustración: Paso Libre)

 

Si se trata de devolverle al pueblo lo robado, que nos regresen la Subsecretaría de Cultura a la Secretaría de Educación Pública (SEP), aunque estemos lejos de tener un secretario como el que la instaló, Jaime Torres Bodet. Que el liberal Esteban Moctezuma retome la chamba de la que se quejó quien fuera el último titular neoliberal del despacho, Aurelio Nuño.

Tengo muchas razones, desde hace tiempo, de desear la vuelta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) a la órbita de la SEP. Pero como fue nido del conservadurismo corruptor salinista, vayamos más a los antecedentes del aparato institucional, supongo no le caen tan mal al inquilino reformista de Palacio Nacional.

Y es que sencillamente sigo reuniendo evidencias de que la Secretaría de Cultura (SC) no lo es. La más reciente prueba es la Guía básica de reapertura de espacios culturales. Escribieron espacios. Imposible pedirle a una dependencia que ejerce miles de millones de pesos (a estas alturas de la austeridad, qué importa la cifra), que es de supuesto alcance nacional y con responsabilidades de Estado, aprenda al fin a mirar lo que existe, el sector cultural, con su muy clara clasificación.

En la SC tampoco se deciden a dejar de mentir: aluden en el documento propio de alumnos preparatorianos en servicio social, a que es resultado de “un trabajo coordinado con autoridades estatales, espacios independientes y del sector privado”. Nada más digan a quiénes se refieren, cuántas veces se reunieron, qué metodología emplearon para llegar a lo publicado, quién tuvo la última palabra antes de darlo a conocer.

Devuélvanme la Subsecretaría de Cultura, que la Secretaría de Cultura no tiene condiciones para fijar normas adecuadas. Por ello se complace en lavarse las manos, faltaba más doctor López-Gatell: “Estas recomendaciones sólo podrán concretarse con la participación solidaria y el compromiso de todos los que hacemos la cultura en nuestro país, de los diferentes niveles de gobierno, los representantes sindicales y la sociedad civil”. ¿Y dónde quedaron los privados? ¿Y los independientes? ¿Representantes sindicales, apá? Caramba, qué maneras de volver risible lo que debería ser objeto de elogio, en virtud de la gravedad que enfrenta el sector cultural.

 

¿Harina de otro costal? Si bien hay diferencias entre los sectores culturales de España y México, la columna vertebral de sus numerosas actividades es la misma, casos como las artes escénicas, la producción audiovisual, las bibliotecas, sitios históricos y museos. Aprender de otras experiencias, resulta esencial en la “nueva normalidad”.

 

Aldea internacionalista

No se puede tomar en serio la Guía básica de reapertura de espacios culturales. La pésima estructura conceptual, la mala redacción, lo elemental de las “sugerencias”, lo irrespetuosa del modo de vida de millones de personas, hacen que uno termine evocando el histórico “y háganse bolas”.

Pero sobre todo es reprochable que al haber cursado muchas semanas para concebirla, que existiendo docenas de referentes en países que construyeron el regreso a la actividad de sus sectores culturales (con diversas ayudas económicas), que teniendo a mano docenas de investigadores mexicanos en cada disciplina, amén de montones de embajadas y agregados culturales, no se tomaran la molestia de la necesaria indagación para nutrirse y comparar el engendro. ¿Y el flamante Consejo de Diplomacia Cultural, apá? Bien, gracias, reuniéndose para administrar la austeridad.

No se necesitaba que el Ministro Cultural de México en España, el escritor Jorge F. Hernández, arriesgara su vida saliendo a pedir una copia del Boletín Oficial de Estado (BOE) al Palacio de la Moncloa. Hombre, joder, solo bajarlo de internet. Así, le hubiera hecho un gran servicio a la patria cuatroté.

Lo traigo al caso, en virtud de que la Orden SND/399/2020, de 9 de mayo, para la flexibilización de determinadas restricciones de ámbito nacional, establecidas tras la declaración del estado de alarma en aplicación de la fase 1 del Plan para la transición hacia una nueva normalidad, contiene de las páginas 12 a 21 (10 de 29 en total), lo que atañe a actividades científicas, educativas y culturales. (Conste: “nueva normalidad”).

Enumeremos algunos detalles, para que sirvan de medio de contraste con la Guía procreada por el equipazo fraustiano (de 13 páginas, la mayoría en doble columna, es justo decir).

CAPÍTULO VI. Condiciones para la reapertura de los centros educativos y universitarios. CAPÍTULO VII. Medidas de flexibilización en materia de ciencia e innovación. CAPÍTULO VIII. Condiciones para la reapertura al público de las bibliotecas. CAPÍTULO IX. Condiciones para la apertura al público de los museos.

Me detengo aquí para citar el Artículo 27. Medidas preventivas higiénico-sanitarias para el público visitante. Tiene que ver con la ausencia en la Guía mexicana acerca del uso de sustancias sanitizadoras en los sitios museísticos y otros patrimoniales. Los españoles lo resolvieron de la siguiente manera:

4.- “No obstante, se deberá valorar que las superficies a tratar revistan o no valor histórico o artístico, adecuando el producto desinfectante al bien cultural sobre el que se vayan a aplicar”.

Tan tan. Ya vendrán los expertos a dar indicaciones, pero la existencia del precepto acota que de pronto la austeridad de allá embarre espuma del célebre “Roma” mexicano.

 

La aplicamos: ser o no ser, es el dilema. La decisión de una cultura bajo riesgo, como la ha definido Cruz Vázquez en diferentes artículos, será la consigna a compartir aun en semáforo verde. (Foto: Charbel Lucio)

 

De chile, de dulce y de manteca

También es ilustrativo el CAPÍTULO X. Condiciones en las que deben desarrollarse la producción y rodaje de obras audiovisuales. Dice: “Podrá procederse a la realización de las siguientes actividades asociadas a la producción y rodaje de obras audiovisuales siempre que se cumplan las medidas higiénico y sanitarias previstas en esta orden” (van de la a la p): “Selección de localizaciones.
 Manejo de Equipos General.
 Actividades del departamento de Producción. Actividades del departamento de Dirección. Actividades del departamento de Arte. Actividades del departamento de Maquillaje y Peluquería. Actividades del departamento de Vestuario.
Actividades del departamento de Iluminación. Actividades del departamento de Maquinistas. Actividades del departamento de Fotografía. Actividades del departamento de Sonido.
Actividades del departamento Equipo Artístico: Actores/Actrices. Actividades del departamento Equipo Artístico: Figuración. Actividades del departamento Equipo Artístico: Menores. Catering.
Otras actividades relacionadas con la posproducción”.

En la guía, dada la importancia del cine mexicano y de las producciones de Netflix en nuestro territorio, dedicaron once puntitos (sí, de estos • ) a un mix denominado “Espacios de producción audiovisual”, entre los que destaca la siguiente perla: “Las actividades para la instalación de la unidad móvil y del sistema de transmisión (microondas y fly away) deberán realizarse en espacios abiertos y con la menor cantidad de contacto entre el personal”.

No conformes con lo anterior, finalicemos este rosario con el CAPÍTULO XI. Apertura al público de los locales y establecimientos en los que se desarrollen actos y espectáculos culturales.

Veamos un pedacito del Artículo 36. Medidas de protección comunes a los colectivos artísticos.

“1 Además de las medidas generales de higiene y prevención previstas en esta orden serán aplicables a los colectivos artísticos a los que se refiere este capítulo las siguientes medidas:

a) Cuando haya varios artistas simultáneamente en el escenario, la dirección artística procurará que se mantenga la distancia sanitaria de seguridad en el desarrollo del espectáculo.

b) En aquellas actuaciones o espectáculos en los que no pueda mantenerse dicha distancia de seguridad, ni el uso de equipos de protección adecuados al nivel de riesgo, como es el caso de los actores y actrices, se atenderá a medidas de seguridad diseñadas para cada caso particular a partir de las recomendaciones de las autoridades sanitarias”.

En la Guía, el capítulo es “Espacios cerrados”, con 14 puntitos, uno de ellos dice así: “Para llevar a cabo los repertorios musicales, teatrales y dancísticos se contemplan las medidas de sana distancia y de higiene establecidas”. Se contemplan ¿o se recomiendan, apá?

Y si no nos van a devolver la Subsecretaría robada, otra alternativa es –con la asesoría de la luchadora Rosario Piedra- convertir la Secretaría de Cultura en Comisión Nacional de Cultura Comunitaria, que dependa directamente de Palacio Nacional. Eso sí, al menos regresen al INAH, al INBA y a las Bibliotecas a la SEP, donde les iba mejor.

Es bueno saber que…

El rosario del coronavirus ha dedicado tres entregas anteriores a estos menesteres, de los días 11, 13 y 15 de mayo con los títulos Cultura en estado de riesgo ¿sana o mata?, Cultura bajo riesgo: el Consejo Coordinador Empresarial y las lecciones de España y El dilema del consumo cultural en la “nueva normalidad”.

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