El PRD y el cine, apoyo fundamental…

 

 

Después de 35 años de existencia, desaparece oficialmente el Partido de la Revolución Democrática. Dada la fragilidad de la memoria histórica, sólo algunos lo extrañaremos, por su trabajo en pro de la industria cultural Cinematográfica.

Hoy, todo mundo cita los errores de los Chuchos por olvidar sus principios en el 2012 y a partir de ahí la pérdida constante de votantes, que concluyó en los comicios del 2024. Omiten lo importante que fue el PRD para la construcción democrática de nuestro país y sobre todo, lo que hizo por nuestro cine.

Después del fraude electoral de 1988 y ante la falta de estructura partidaria para defender su triunfo1. Cuauhtémoc Cárdenas y la corriente democrática fundan el Partido de la Revolución Democrática (PRD) el 5 de mayo de 1989.

En ese entonces existía un gran descontento en la comunidad fílmica contra el PRI,  por la forma de administrar los escasos recursos públicos para beneficio de unos cuantos cineastas cercanos a los administradores en turno. Al frente del IMCINE estaba el Lic. Ignacio Duran como su Director General, hijo de un viejo líder sindical priista. La producción industrial, era superior a los 80 largometrajes y se financiaba con recursos propios. La producción estatal no alcanzaban las diez cintas al año. En marzo de 1989 se nombra al Consejo Consultivo para la selección de los proyectos del IMCINE y “curiosamente” casi todos sus integrantes sacan una película, a pesar de sus conflictos de intereses. Esto lo denunció, oportunamente, el crítico de cine y guionista Tomás Pérez Turrent obteniendo como respuesta la eliminación y marginación en este tipo de cuerpos consultivos.

En 1991, en el Festival de Cine de Cancún, la comunidad se entera por boca del representante de la MPAA que el presidente Salinas negoció, a espaldas de los cineastas, la reforma de la ley de 1952, en preparación de reformar o eliminar los ordenamientos que pudieran entorpecer la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Meses después, el PRI presentó ante la Cámara de Diputados la propuesta de reforma  a la ley de cine que había estado en activo por más de cuarenta años y que había impulsado la creación de más de tres mil largometrajes. La ley presentada era tal y como lo había solicitado la MPAA. Las organizaciones sindicales y sociales se opusieron y se presentaron ante los partidos de oposición advirtiendo sobre los resultados negativos que tendría esa iniciativa para el futuro del cine mexicano. En el anteproyecto se eliminaba la obligación estatal de impulsar la expresión cinematográfica y se dejaba al cine mexicano  al libre juego de las fuerzas del mercado. En materia de exhibición se eliminó la obligación del 50 % del tiempo de pantalla para la exhibición de nuestros films y se puso en los artículos transitorios una reducción anual gradual que empezaba en el treinta por ciento terminándose hasta el 10% o cero en cinco años, según lo interpretaban las partes.

Todos los partidos de oposición, encabezados por el PRD, se solidarizaron con los cineastas mexicanos y así lo manifestaron en el pleno de la cámara. Se advirtió que la ley propiciaría la caída de la producción, que entregaría las pantallas a las cintas norteamericanas, que se entregarían las conciencias nacionales al sistema de vida norteamericano, que se perdería la planta productiva y que la balanza de pagos cinematográficos se desequilibraría a niveles insospechados y desconocidos. ¡Todo sucedió como se predijo! Estos discursos están registrados en el diario de debates de la época y sólo el PRI defendió el proyecto entreguista del gobierno. A la hora de votar,  el mayoriteo abusivo del PRI encabezado por los actores Silvia Pinal, Julio Alemán, el locutor Eduardo Andrade y la líder del SNTE Elba Esther aplastó a la oposición con los nefastos resultados que se conocieron al paso de los años. Los diputados perredistas Juan Mercado, Eloy Cantú, Auldárico Hernández entre otros  dieron la pelea por el cine nacional y perdimos.

En unos cuantos segundos, el PRI entregó el mercado fílmico nacional a los norteamericanos. Después de esto, el cine mexicano casi desapareció y sus habitantes se educarían a partir de ahí con la forma de vida y pensamiento estadounidense, quedando en el olvido la propuesta mexicana.

Todavía no se enfriaban los escándalos por la emisión de la ley de cine del 92,  cuando el Secretario de Economía ya anunciaba que el cine entraba en el TLCAN sin protección alguna. Tanto los empresarios de la producción como el sector  artístico y social, solicitaron que se hiciera una reserva del mismo orden que Canadá, es decir que se excluyeran las industrias culturales del TLCAN. Acorde con la política presidencial, ni nos vieron, ni nos escucharon ni mucho menos nos atendieron,

El Dr. Serra Puche se opuso, y así, nuestra industria cultural terminó en el sector de servicios transfronterizos. Años después, en 1998, este funcionario pondría su despacho particular y desde ahí defendería a las trasnacionales a las que les entregó nuestro cine en contra de la sociedad fílmica mexicana. ¡Que poca madre!

Al mismo tiempo, el gobierno de la república preparó la venta de los activos fílmicos y de televisión que los gobiernos anteriores habían creado y administrado. A esto se le conoció como “la venta de garaje audiovisual”, y por ella contendieron varios grupos de empresarios. Curiosamente, en todos los grupos postulantes participó algún familiar del entonces presidente de la república.

A partir de ahí, el número de películas descendió en más del 50% y, ante la carencia de estrenos, se cerraron cientos de salas en las pequeñas y medianas ciudades, propiciando la caída del consumo de cine mexicano. Los espectadores cayeron de 247 millones a 82, producto del incremento de los precios que subieron de $1,709 a $9,800 en el periodo referido.

No contentos con auto entregarse, las empresas fílmicas que habían hecho posible la industria cinematográfica en las décadas anteriores, también pusieron a la venta los negativos de las películas realizadas  por las empresas gubernamentales con dineros públicos (Estudios Churubusco Azteca, Estudios América, CONACINE, CONACITE 1 y 2). Sin avisar a nadie y en lo oscurito, sacaron a licitación cerrada un paquete de aproximadamente 150 títulos. Dos particulares fueron seleccionados y cuando se estaban preparando la repartición del archivo fílmico nacional, la oportuna intervención del Secretario General de la Sección de Autores del STPC, Jaime Casillas, con el apoyo de la SOGEM, se inconformó con el procedimiento y les recordó que los títulos de CONACITE 1 y 2 eran coproducciones con el sindicato así que reclamaba sus derechos. El archivo fílmico se vendió a un precio tan ridículo que la primera venta de los derechos a la televisión española se pago el monto solicitado. Afortunadamente, el STPC logró recuperar 50 títulos en beneficio de sus agremiados, mientras que el resto paso a manos de TELEVISA, vía producciones Barbachano y el de MERCURY FILMS paso a manos de Carlos Vasallo.

En aguda crisis, llegamos a 1994 con pugnas internas dentro del partido gobernante y Carlos Salinas se inclinó por Luis Donaldo Colosio. El PAN designó a Diego Fernández de Ceballos como su candidato y Cuauhtémoc Cárdenas se postuló nuevamente para la presidencia, esta vez como candidato del PRD.

El fin del sexenio fue traumático para nuestro país. Mataron al candidato del partido en el poder y unos meses después a su Secretario General. El triunfo fue para Ernesto Zedillo quien inició su mandato con una notable fragilidad.

Todo cambiaba para seguir igual, el primero de enero del 94, cuando oficialmente entramos al TLCAN, se inició la lucha zapatista. El país se vio inmerso en una súbita crisis económica (el “error de diciembre”), la cual había estallado el 19 de diciembre de 1994 con la salida inesperada de capitales y el aumento de la especulación financiera, lo cual dio pie a una devaluación de la moneda de casi 70%.

Símbolo de los nuevos tiempos del TLCAN, se inaugura, en un terreno propiedad del gobierno mexicano un complejo multiplex de la empresa tejana Cinemark. Estos complejos se irán multiplicando a velocidad vertiginosa con un alto precio del costo del boleto, alejando al consumidor de cine popular y acercando al público de clase media con cierto poder económico. Con esto desaparece el cine mexicano de sus pantallas y sus salas se pueblan casi exclusivamente de películas estadounidenses. En esos años sólo 62 millones de mexicanos fueron al cine y de estos el 1.5% consumió cine mexicano.

Así, lentamente  la necesidad de una nueva ley fue permeando a las demás organizaciones sociales y empresariales de la producción, quienes empezaron a manifestar sus inconformidades por las consecuencias del TLCAN y la ley Salinas. En el periodo que estuvo al frente del IMCINE, el embajador Jorge Alberto Lozoya (95-97), el gobierno reducía su nivel de producción a seis largometrajes por año, mientras que la iniciativa privada sólo impulsaba diez. ¡El desempleo fílmico en pleno! En su administración la relación con las organizaciones sociales fue de conflicto constante por el uso discrecional de los escasos recursos públicos,   por lo que renunció antes de que finalizara el trienio. En realidad se la pasaba de viaje y delegó en sus administradores, que abusaron realizando negocios privados con recursos públicos.

La SOGEM convocó al STPC, SOMEDIRE, STIC, SECCION 49, la Federación de Cooperativas, la Sociedad de Exalumnos del CUEC y otras organizaciones sociales, a unas mesas de análisis conocidas como “Cineforos” o Cinedebates para elaborar un plan de trabajo que permitiera realizar una serie de propuestas que propiciarán la recuperación de nuestra industria.

Entre las propuestas destacaron: la reforma a la ley de cine, la emisión del reglamento, la salida del cine del TLCAN, y la reforma de la ley de Radio y Televisión, llegándose incluso a solicitar la desaparición del IMCINE por ser nido de la corrupción.

El PRD nos apoyo incondicionalmente pero siempre nos sugirieron convencer al PRI  mayoritario ya que sin su apoyo ninguna iniciativa pasaba. Este partido político presentaba dos posiciones a su interior, por una parte los tecnócratas y por la otra la corriente nacionalista.

Por presión de la comunidad y con el apoyo de Adriana Luna Parra, del PRD la CINETECA NACIONAL pasó de depender de la Secretaría de Gobernación a la Secretaría de Educación Pública.

Los años previos a las elecciones intermedias de 1997 fueron de grandes cambios gracias a los avances de la reforma política. Esas elecciones marcaron un hito en la historia moderna de México, fue la primera vez que el Partido Revolucionario Institucional perdía la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y que por tanto ésta quedó constituida únicamente por minorías, siendo el PRI la primera minoría, sin embargo, sumados los diputados de todos los partidos de oposición (PAN. PRD, PVEM y PT) eran una mayoría respecto al PRI.

En 1997, el PRD obtuvo la jefatura del Distrito Federal  apoyados por muchas organizaciones sociales. Los cineastas organizamos “OJOS POR LA DEMOCRACIA”, cámaras ciudadanas que documentarían el fraude. La sola presencia de las cámaras deshizo los intentos de fraudes. Ganó Cuauhtémoc Cárdenas y reconocieron su triunfo. No fue necesario difundir el material. Ahí, el PRI empezó su declive.

Tocó a la actriz María Rojo, plurinominal del PRD, ser la Presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de la Legislatura LVII quién encontró entre los asuntos a dictaminar la iniciativa de la ley de cine que venía impulsando la comunidad. De inmediato convocó a una serie de mesas de discusión donde se nombró a varios integrantes de la comunidad para ajustar y mejorar el anteproyecto de reforma de la ley de cine. Hasta ese momento tanto la MPAA como CANACINE2  no habían tomado en serio las acciones de la comunidad, creían que el PRI era invencible, pero ante la posibilidad de que los partidos de oposición si reformaran la Ley, contrataron unos cabilderos de primer nivel para oponerse. Destacando entre ellos el Dr. Serra Puche y la exsenadora del PRI por Querétaro, la Lic. Silvia Hernández, en ese entonces esposa del Subsecretario de Gobernación, Jorge Alcocer.

La diputada Rojo sumó fuerzas con el diputado del PAN, el Lic. Javier Corral, Presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía. Por su parte las organizaciones de cine anunciaron una serie de movilizaciones que culminarían con tres actos: la manifestación “Mátenme porque me muero”, el foro “Los que no somos Hollywood” y un acto en los Estudios Churubusco “Si a la ley de Cine”. Días después, la ley se aprobó en la Cámara de Diputados, con los votos de Lázaro Cárdenas, Alejandro Ordorica, Angélica de la Peña, Jesús Ortega y muchos mas, pero en cuanto llego al senado, el PRI  se opuso y sólo la sapiencia y oficio de Carlos Payan y otros senadores  perredistas lograron su aprobación.

En la ciudad, el gobierno perredista encabezado por Cárdenas  impulsó la compra de salas para apoyar la exhibición de nuestro cine, proyecto que fue ratificado por Rosario Robles. Desgraciadamente cuando AMLO llegó al gobierno de la ciudad, lo freno sin explicación alguna.

Llegaron las elecciones del 2000, Fox ganó la presidencia con el 42.52% obtenido gracias al voto útil, seguido por Francisco Labastida con 36.11% y Cuauhtémoc Cárdenas obtuvo el 16.64% de los izquierdistas fieles y de principios, afortunadamente el PRD ganó la CDMX con López Obrador a la cabeza.

El PAN impulsó el cambio pero la Secretaría de Hacienda con Francisco Gil Díaz a la cabeza castigó al cine y a la cultura. Sólo la presión del PRD con el apoyo de los demás partidos se obtuvieron incrementos presupuestales. ¡Al cine le fue bien con la democracia partidaria! Primero fue el presupuesto al FIDECINE, lo siguió el peso en taquilla que cabildeo el priista Florentino Castro con el apoyo del PRD y el PAN y concluyó con la creación del artículo 226 de ley del ISR, que es ahora la columna vertebral de nuestra industria.

Para las elecciones del 2006, los cineastas impulsamos con videos y difusión a AMLO ¿Quién es el Sr. Lopez? Se perdió con el “FRAUDE” del “0.56%”. En el 2009, con Marcelo Ebrard como jefe gobierno de la CDMX se creó Ley de Cine de la Ciudad de México, impulsada por Tomas Pliego y José Luis Rodríguez, misma  que estuvo a punto de la traición debido a que existían, al interior del PRD, algunos impresentables como Mauricio Toledo, quien estuvo a punto de desvirtuarla, debido a que los cineastas no se mocharon para su campaña. Gracias a la oportuna intervención de Salvador Martínez de la Roca “Pino” se logró publicar en los términos aprobados. La intervención de Jesús Ortega puso en orden al porro de Coyoacán, momentáneamente.

Después vinieron los distanciamientos y pleitos con AMLO lo que propició la creación de Morena en el 2011, AMLO contendió en las elecciones del 2012 que gano Enrique Peña con el 39.12% de los votos seguido por AMLO con 32.41%. EPN castigó duramente al cine mediante seis años de recortes presupuestarios. Dado el mayoriteo priista en las cámaras, ninguna acción civil consiguió evitar el castigo.

El triunfo de AMLO en el 2018 con sus 30 millones de votos hizo renacer la esperanza en los cineastas pero los castigos presupuestales continuaron, pero esa es otra historia. El PRD continúo con su desmemoria histórica y se alió al PRI y al PAN, signado por anticipado su defunción política.

En los 35 años de existencia el PRD tuvo aciertos y errores pero siempre fue claro el apoyo a nuestra cinematografía.

 

1.-El Frente Democrático Nacional lo lanzo en las elecciones de 1988. Fue una coalición de tres partidos de izquierda con registro (PSUM, PPS y PARM) y una veintena de agrupaciones políticas y sociales. En la disputa por la legalidad cada partido negocio beneficios para si y retiro el apoyo a Cuauhtémoc.
2.-MPAA. Asociación que agrupa a los seis estudios de cine norteamericano mas importantes. CANACINE asociación de empresarios de la industria fílmica nacional, que están dominados por la MPAA y los grandes exhibidores.

 

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