Fundaciones: con Letras Mexicanas y sin Paz

En fotografía de Rogelio Cuéllar, Francisco Serrano, Ernesto Zedillo entonces secretario de Educación, Marie José y Octavio Paz. Escena en la apertura de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, en octubre de 1992. Como presidente del país, Zedillo impulsó la Fundación Octavio Paz. (Imagen tomada de zonaoctaviopaz.com).

 

Sorprendido, revisé las versiones al alcance. Así lo dijo en la celebración de los 20 años de la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM). Su presidente, por el mismo lapso de tiempo, Miguel Limón Rojas, se atrevió a señalar que “La figura de Octavio Paz hizo posible que los empresarios reunieran un patrimonio, destinado a la literatura, que enaltece el potencial de los becarios”.

Quizá a algunos de los asistentes al Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología, se les movieron los recuerdos. En mi caso motivó revisitar momentos cruciales del tránsito que fue de la muerte de Octavio Paz, en abril de 1998, a la apertura de la FLM en mayo de 2003.

A los no mencionados se les habrán desatado las vivencias de esos momentos. A uno de ellos le pedí algún parecer para elaborar esta columna: me respondió con un emoticono: un corazón rojo.

El asunto, ampliamente documentado, lo revive Limón Rojas aunque sea solamente ya un acontecimiento, de muchos, que envuelven el historial del Nobel mexicano y el de su viuda Marie José Tramini. Tiene que ver con la génesis de la Fundación Octavio Paz (FOP), presidida por un conflictivo corto periodo por Guillermo Sheridan.

De esas fuentes, una se destaca. El artículo publicado por Héctor Tajonar en la revista Proceso el 5 de mayo de 2014 titulado “Fundación Octavio Paz: Lo que Limón se llevó”. Traigo a este espacio algunos párrafos que ofrecen, nueve años después, una reiterada respuesta a lo señalado por quien fuera secretario de Educación Pública en el sexenio zedillista.

Tras la muerte del escritor “se desencadenó una serie de sucesos desafortunados que condujeron a la contratación del señor Limón por parte del patronato para, en teoría, resolver las diferencias en torno a la propiedad y uso de la biblioteca y los archivos de Octavio Paz”.

Lo que ocurrió, dice Tajonar, fue que se terminó disolviendo la FOP, “cambiándole el nombre por el de Fundación para las Letras Mexicanas –presentada con bombo y platillo el 8 de mayo de 2003–, presidida por el mismísimo Miguel Limón Rojas, quien acaba de celebrar una década al frente de su ilegítima criatura. Intachable ética profesional”.

La FOP “fue constituida gracias a la donación de 1 millón de dólares por parte de cada uno de los 11 siguientes empresarios mexicanos: Manuel Arango, Antonio Ariza, Emilio Azcárraga Jean, Alberto Bailleres, Isaac Chertorivsky, Carlos González Zabalegui, Germán Larrea, Bernardo Quintana, Alfonso Romo Garza, Carlos Slim y Fernando Senderos; más otro tanto aportado por el gobierno federal. Un total de más de 100 millones de pesos al tipo de cambio de 1997”.

En un artículo titulado “¿Para las letras mexicanas?”, Gabriel Zaid “analizó el currículo de Limón” y calificó de “despropósito” que fuera un político y no un promotor de las letras quien presidiera el organismo constituido por el expatronato de la FOP.

“Imperturbable”, cuenta Héctor Tajonar, “el exsecretario de Educación le respondió a Zaid en el mismo diario: ‘Tengo todos los elementos que me permiten asegurar que realicé, hasta el límite de lo que me fue posible, el intento por satisfacer las inconformidades de la señora (Marie José) Paz con respecto a la Fundación’”.

“Además de cínica, la afirmación del señor Limón es falsa y representa una inadmisible afrenta a la memoria de Octavio Paz. Remito al lector al reportaje de Carlos Acosta Córdova, ‘Fundación para las Letras Mexicanas. Vividores en nombre de Paz’ (Proceso 1953)’”.

Otro ejemplo “de abuso y desfachatez contra el legado del autor de La llama doble, fue la donación del archivo videográfico de los programas en los que participó Octavio Paz en Televisa, hecha por Emilio Azcárraga Jean a la FLM”.

“Marie Jo reaccionó con serenidad y entereza enviando una carta al director del Instituto Nacional de Derechos de Autor: ‘Acudo a usted para hacer constar, como heredera de los derechos autorales de Octavio Paz, que no he dado ni daré a la Fundación para las Letras Mexicanas, A.C., permiso para la explotación lucrativa o no de su nombre, su imagen ni sus palabras’”.

En ese entonces, Héctor Tajonar cerró así su texto: “Es imperativo resarcir la infamia cometida contra la memoria del máximo representante de la historia cultural de México. Además de la buena voluntad de las personas e instituciones implicadas, la mitad del abultado botín de la FLM bastaría para restaurar la Fundación Octavio Paz”.

Polvos de aquellos lodos.

Fuente:

https://www.proceso.com.mx/opinion/2014/5/5/fundacion-octavio-paz-lo-que-limon-se-llevo-132198.html

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