“Soy un cantante que interpreta y rescata música que, principalmente, fue escrita por gente prieta, creada también por y para hablar de nuestras identidades y amores diversos”.

Así se define Marduk Salam (39 años), que junto a su grupo las Flores Silvestres, presentaron La Gran Tirana en el Teatro María Rojo, logrando crear una atmosfera muy íntima y alegre con un público que mantuvo su sana distancia física, pero no la emocional. El título de esta primera producción discográfica se inspiró en La Tirana, canción del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonzo.

“Con Marduk y las Flores Silvestres nos reapropiamos de un reportorio de boleros y sones, así como de música afrolatina y afroamericana (amo el blues)”, explica la voz y el rostro más conocido del grupo, catalogado como una banda latino queer. A Marduk lo acompañan Carlos Iván en las guitarras (acústica y eléctrica) y Gaby Orta en las percusiones.

“Las flores silvestres crecen en el campo, en el asfalto, en las ranuras de las casas, crecen donde se les da la gana y así es hablando de nuestras preferencias e identidades, porque las personas que pertenecemos a esta diversidad sexual somos como flores silvestres porque decidimos tomar nuestro propio camino y ser como se nos dio la gana, nadie nos anda podando ni nos dice en qué maceta crecer, nosotros decidimos crecer ahí donde quisimos hacerlo y esa es nuestra resistencia”, sentencia.

 

 

Con raíces afro por parte de su padre y chiapanecas, por parte de su madre, este músico afromexicano y chilango tiene una formación académica de canto en música barroca, en Francia: “En casa siempre había este múltiple bagaje: por una parte, música del caribe, boleros y gospel y, por otra, música clásica”.

Como parte de su faceta de profesor de canto (“la enseñanza me hace muy feliz”), en estos días impartirá un taller de canto en centro cultural Eucalipto 20, dirigido sobre todo a personas de la comunidad LGBTQI+ y aliados.

“Me parece muy importante crear un espacio como éste, donde pueden llegar personas que aunque no sean profesionales, quieran explorar la expresión a través de la voz y donde se respeten las identidades diversas de cada quien, porque a veces cuando van a un curso o taller, las personas se retienen un poco lo que son. Aquí se va a explorar el canto, que es tan íntimo, tan del cuerpo, por lo que hay que hacerlo con libertad, pero con técnica”.

Madurk, igual que el dios babilonio que lleva su nombre, libra una guerra similar -con su música- para crear un nuevo universo derrotando al caos, donde la diversidad sea el orden de las cosas.

16 de julio de 2021, Tlatelolco, Ciudad de México.

 

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