
Entono una canción que gusto repetir ya que, en el Facebook, me topé una vez más con el maravilloso arquitecto y urbanista, el buen amigo Salvador García Espinosa, habitante de Morelia y de la Universidad Michoacana. Leo su columna del martes 3 del presente en el sitio Víctor Americano Noticias. La dedica al recién publicado Decreto por el que habrán de darse facilidades fiscales a los Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar (PODECOBI).
Entonces recordamos que durante la administración de Enrique Peña Nieto se promulgó Ley Federal de Zonas Económicas Especiales (ZEE), el primer día de junio de 2016 y su reglamento el 30 del mismo mes. Nos damos cuenta de que siguen vigentes y que la última reforma data del 4 de abril de 2024. El presidente AMLO solamente abroga las zonas autorizadas el 19 de noviembre de 2019 mediante un Decreto, lo que dio paso a las facilidades fiscales para fincar Polos de Desarrollo para el Bienestar (PODEBIS).
En los ayeres se reprochó que las ZEE no consideraran en su abanico al sector cultural. Argumentamos que variados bienes y servicios culturales tenían potencial para ser incorporados en el programa. Se subrayó que desde la modernización salinista, habían sido escasos los intentos por ampliar la política pública a efecto de alentar la productividad cultural.
Más consistente la ley peñista que los decretazos, se incluyó en el Artículo 12, letra h) , lo siguiente: “El fomento al desarrollo económico, social y urbano del Área de Influencia, incluyendo programas de vivienda digna y cercana a los centros de trabajo; de salud; construcción de escuelas, espacios recreativos y culturales, así como mejoramiento del transporte público y otros servicios públicos”.

Con las PODEBIS de López Obrador pasó lo mismo. Algunas escaramuzas para repetir que el crecimiento económico requiere de incoporar al sector cultural. Luego, en esta primera etapa del gobierno de Claudia Sheinbaum, bajo la presión de Donald Trump, se ajustó el prototipo. A los PODECOBI se les tejió con el Plan México, dejando fuera a ya saben quién. Cierto, en una mañanera a la presidenta se le escapó mencionar como invitadas al festín “a las industrias creativas”.
Lo cierto es que a la letra, los sectores definidos como estratégicos son la agroindustria, aeroespacial, automotriz y electromovilidad, bienes de consumo, farmacéutica y dispositivos médicos, electrónica y semiconductores, energía, química y petroquímica, textil y calzado, economía circular, energías limpias, industrias metálicas básicas, industria de papel, industria del plástico, logística y metalmecánica.
De visita en estos terrenos por influencia del arquitecto García, me eché el viajecito pendiente al Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030. Lo primero que advierto es que en este segundo piso de la 4T, el andamiaje que supone la planeación para el desarrollo volvió a ser desechada. El PND es técnicamente inexistente. No sólo hay mucho rollo, también pifias y despropósitos. Veamos.
Por lo que a la Secretaría de Cultura atañe, llaman la atención los dos indicadores fijados, con base a lo disponible en el INEGI. El “2.5.1 Porcentaje de personas de 18 años y más que asistieron al menos a un evento o espectáculo cultural seleccionado en el último año”. Se toma como Línea base el 2024, del 52.5% y se establece como Meta para 2030, el 62.0%. Ya nos dirán un día de dónde sacaron la previsión que es un compromiso.
El otro Indicador, al tenor del “2.5.2 Crecimiento real del valor agregado bruto del sector de la cultura”, se remite a la Línea base del 2023 de 2.58%, para vislumbrar como Meta en el 2030 el 3.51%. No dicen que el estimado sería de 0.93% en el sexenio, un promedio de 0.15 por año. Lo de “real” es irreal.
Con el actual proceder, no podrán decir el cómo se lograrán los miles de millones de pesos que eso significa como parte de una política de desarrollo económico. No se trata de dinero de subsidio a la Secretaría de Cultura. Y en las pifias del PND encontramos que no es citada la dependencia como obligada a presentar su Programa Sectorial que ya aparecerá un día. Tan tan.

Eduardo Nivón Bolán
Eduardo Nivón Bolán es doctor en antropología. Coordina la Especialización y Diplomado en Políticas Culturales y Gestión Cultural desde el inicio del programa virtual en la UAM Iztapalapa (2004), donde también es coordinador del cuerpo académico de Cultura Urbana. Consultor de la UNESCO para distintos proyectos, entre los que destacan la revisión del programa nacional de cultura de Ecuador (2007). Preside C2 Cultura y Ciudadanía, plataforma de diseño e investigación de políticas culturales A.C. que, entre otros trabajos, fue uno de los colaboradores del Libro Verde para la Institucionalización del Sistema de Fomento y Desarrollo Cultural de la Ciudad de México (2012). Entre sus obras destacan La política cultural: temas, Problemas y Oportunidades (Conaculta) y Gestión cultural y teoría de la cultura (UAM-Gedisa).