Don Javier es uno más de los miles que sobreviven en las calles de nuestra ciudad. Durante el día busca en la basura algo para comer o pide limosna, ante la indiferencia de la gente que pasa a su lado.

En las noches duerme debajo de un puente o bajo la cornisa de un comercio o en una banca de cemento, pero siempre amparado con un rosario que no recuerda quién se lo dio.

Cada semana, Ricardo Sámano y su colectivo LLECA/Escuchando la calle, reparten comida a personas que, como don Javier, están en situación de calle y a trabajadoras sexuales (mujeres cis y trans), afuera del Metro Revolución.

Generalmente lo hacen cada martes, a partir de las 7 de la noche, pero esta vez los encontré en sábado, después de ir a un evento en Manos Amigues.

Esa noche, con apoyo de Ricardo Arce, del colectivo Círculo Diverso, Edgar Ferrer y Lourdes Arce (en la foto), muchos pudieron disfrutar salchichas a la mexicana y picadillo (“una rica cena hecha con amor y bien sazonada”), además de agua y refresco.

Pero la labor de LLECA no se queda ahí: después de crear vínculos con estas personas les dan acompañamiento para realizar trámites, como conseguir actas de nacimiento o la credencial del INE, así como llevarlos a la Clínica Condesa para que se hagan pruebas de VIH y sífilis, procurando -si salen positivos- darles un seguimiento para conseguir una efectiva adherencia al tratamiento que les indiquen.

También está al pendiente de que sus derechos humanos no sean atropellados, sobre todo por las autoridades de la Alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que tiene el mayor número de personas en situación de calle, pero que carece de un plan o programa para ayudarlos.

Y por si fuera poco, asimismo da alojamiento a personas de la comunidad LGBT+ que no tienen dónde vivir… Pero eso es otra historia que después contaré.

 

25 de septiembre de 2021, colonia Buenavista, Ciudad de México

 


 

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