
Es necesario actuar para defender nuestro cine mexicano en las
negociaciones del TMEC, y garantizar el presupuesto para 2026.
Imagen generada por xAI.
El prepotente y autoritario Donald Trump está desesperado e impone aranceles a diestra y siniestra. Lo hace para intentar cubrir el tremendo déficit fiscal que causa el presupuesto que presentó para el presente año, mismo que se suma a su déficit histórico que supera los $137 billones de dólares.
El desesperado presidente está en la busca de recursos adicionales a través de sus medidas arbitrarias, léase nuevos impuestos a todos los países del orbe que exportan a los Estados Unidos de Norteamérica, en abierta violación a todos los mecanismos que impulsaron e impusieron las anteriores administraciones norteamericanas desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial para expandir su comercio y agrandar el saqueo de los países del “Tercer mundo”, resabios del imperialismo depredador, tantas veces denunciado y que hoy vuelve a la carga de manera amplificada, sin haberse ido nunca.
BREVE ANTECEDENTE HISTÓRICO
Todo empezó con la reunión de 23 países industrializados, celebrada en Ginebra, Suiza en 1947, donde se creó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, GATT, por sus siglas en inglés, donde se reunieron para tratar de ordenar el comercio mundial y así evitar otra guerra mundial.
Esto, mientras el planeta se debatía en una guerra fría entre los países occidentales contra las naciones socialistas, mientras los del Tercer mundo cerraban sus fronteras a los productos importados y alentaban su desarrollo a través de la sustitución de importaciones imponiendo elevados aranceles y barreras no arancelarias.
Tuvieron que pasar más de cuarenta años, con grandes enfrentamientos y mucho juego sucio por parte de los gobiernos estadounidenses para detener el crecimiento de todos los países, aunque para ello impulsara golpes de Estado e intervenciones militares a todo gobierno que defendiera su independencia y soberanía, lo que era interpretado por los gringos como un atentado contra sus intereses económicos. Mientras esto hacía, se presentaba como un país demócrata ejemplar y cuna de las libertades civiles a través de la prensa, de sus películas y programas de televisión. ¡Cuánta mentira!
En 1994, tras trece rondas de negociaciones después, donde se fueron sumado casi todos los países del mundo se firmó el GATT para que aparentemente todas las naciones pudieran circular libremente sus mercancías pagando un mínimo de aranceles y se eliminaran las barreras no arancelarias, salvo las establecidas en el acuerdo. Resulta conveniente recordar que el GATT estuvo a punto de naufragar debido a las salvaguardas que se pedían para el sector agropecuario y el sector audiovisual. EUA tuvo que ceder en sus pretensiones de despojo en estos campos para obtener los beneficios del resto del acuerdo. El mismo año que nació el GATT, inmediatamente desapareció para crearse como figura sustituta la Organización Mundial de Comercio, OMC.
Debido a la lentitud en las negociaciones multilaterales, los norteamericanos impulsaron, de manera paralela, la firma de tratados bilaterales donde al momento de negociar podían presionar con todo su poderío económico y político a las naciones firmantes, justo así surgió el Tratado de Libre Comercio entre los EUA, CANADÁ y MÉXICO, el TLCAN.
Al mismo tiempo, los países firmantes de la OMC y los tratados bilaterales realizaron un acuerdo para evitar la doble tributación hacendaria, por parte de las grandes empresas trasnacionales: exportadores de mercancías, de capitales y generadoras de un alto pago de impuestos. En otras palabras, este acuerdo serviría para que los impuestos generados por las ventas de las empresas norteamericanas en los países donde se consumen sus productos y captan su riqueza, solo dejen un pequeño 10% al país y el resto se pague en la nación norteamericana en un promedio del 20 al 35%.
Con este mecanismo, México y el resto del mundo pierden aproximadamente dos terceras partes de la captación hacendaria y solo se beneficia el tesoro norteamericano con enormes ingresos.
Las consecuencias de lo anterior son que, el SAT nacional capta mucho menos y el gobierno mexicano se ve obligado a reducir presupuestos en áreas fundamentales para el desarrollo del país, mientras EUA puede seguir sosteniendo su estado benefactor.
Con la imposición arbitraria de aranceles de manera unilateral, Trump no solo viola lo establecido en la OMC, el TLCAN/TMEC y varios acuerdos y tratados más, sin consecuencia alguna hasta el momento. Ningún dirigente de los países afectados ha respondido de acuerdo al derecho internacional, esto a pesar de que en dichos acuerdos existen mecanismos para evitar este tipo de malas prácticas comerciales, que impide la libre concurrencia, y provoca la competencia ruinosa.
Cuando existió el modelo económico de impulso al comercio interno que desarrolló nuestra industria y propicio nuestro crecimiento económico, México contó con una industria fílmica poderosa que generaba gran captación de divisas y alto pago de impuestos, lo que nos permitía contar con una balanza de pagos cinematográficos más o menos equilibrada hasta el lejano año de 1994. Al destruir el modelo de desarrollo nacional y convertirnos en una economía abierta, nos convertimos en un país netamente exportador de regalías por la exhibición de películas y programas de televisión estadounidense. Situación a la que hay que agregar la colonización mental cotidiana que sufrimos los ciudadanos mexicanos, producto de la alta exposición de productos estadounidenses desde hace más de treinta años.
La ignorancia en el poder
Por todo lo anterior, tremenda sorpresa causó la inesperada declaración de Donald Trump, a principios de mayo, donde se afirmó “el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aún no ha tomado una decisión definitiva sobre los aranceles de 100 por ciento a películas extranjeras, pero explora todas las opciones para cumplir la directiva del mandatario de salvaguardar la seguridad nacional y económica de nuestro país, al tiempo que hace que Hollywood vuelva a ser grande, declaró el portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai.”
El anuncio trumpista muestra de cuerpo entero a un mandatario ignorante que no sabe nada de la industria cinematográfica de su país y todo se reduce a un pobre espectáculo mediático para sus votantes norteamericanos. En su pobre visión quiso repetir la formula que aplica a todas las industrias.
De inmediato, diversos analistas mejor informados señalaron que imponer tarifas a cintas producidas en el extranjero sería devastador para las cintas estadounidenses pues tienen mucho más que perder que ganar.
La Asociación Canadiense de Productores de Medios afirmó que el gravamen a cintas producidas en el extranjero causaría “importantes perturbaciones y dificultades económicas al sector en ambos lados de la frontera entre Canadá y Estados Unidos. También existe el riesgo de aranceles de represalia contra el contenido estadunidense en el extranjero, consideró Barton Crockett, analista de Rosenblatt Securities”.
William Reinsch, miembro senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales y ex funcionario de Comercio, apuntó que sería devastador un castigo a las tarifas de Trump para las películas: Las represalias matarán a nuestra industria. Tenemos mucho más que perder que ganar. Agregó que sería difícil presentar un argumento de seguridad o emergencia nacionales para los filmes.
Como un mal comediante, Trump, repitió torpemente lo mismo que hace con otras industrias, por ejemplo, la automotriz. Quiere cobrar altos aranceles a los autos que producen las empresas norteamericanas en otros países para desincentivar su compra en los EUA. Al final del camino, los incrementos de los precios terminarían siendo pagados por los ciudadanos norteamericanos, mismos que ya sufren una inflación superior a la del resto del mundo.
Para evitar quedar fuera del mercado, las empresas automotrices se están mudando de regreso a EUA y así TRUMP cree que generará empleos, pero por la alta tecnificación, en realidad sería para los “robots” estadounidenses ya que la industria automotriz es líder en utilizar este tipo de tecnologías.
Es público que por sus prácticas de cartel que Hollywood realiza en todos los países del mundo occidental, cuentan con una balanza de pagos super favorable para los EUA.
Sus grandes ingresos provienen del control de mercado mediante malas prácticas comerciales que ejecutan diariamente en las salas de cine, las plataformas, y las ventas cruzadas a los dueños de la televisión local.
Para tratar de evitar esta sobre explotación de nuestra economía, el gobierno actual debería levantar una salvaguarda preventiva creando un arancel que podría ser recíproco del 100 %, en su caso. Además, debería renunciar a los acuerdos para evitar la doble tributación por violaciones reiteradas de los norteamericanos. Desgraciadamente ningún funcionario de la 4T le quiere entrar a este asunto, por ignorancia, desconocimiento o simplemente comodidad.
A la fecha, Trump no ha cumplido con la publicación prometida dónde se definirían los términos del acuerdo ejecutivo y la fecha de entrada en vigor de los aranceles del 100% a las películas que se filmarán en el extranjero (estadounidenses y extranjeras). También nos encontramos en la prórroga de noventa días de suspensión de aranceles promovido por EUA y México, pero no hay plazo que no se cumpla y los funcionarios mexicanos deberían de estar preparados para tomar las medidas necesarias. oportunamente.
Suspenso dramático… lo que realmente pasó
Una vez conocida la propuesta trumpista, de inmediato los dirigentes de la MPAA se apersonaron en la Casa blanca para enterar debidamente a Trump e incitarlo a no mover nada y dejar las cosas como están ya que los grandes beneficiarios son sus empresas.
Le hicieron de su conocimiento que la industria fílmica estadounidense cuenta con balanza superavitaria en todos y cada uno de los países del mundo occidental. Todo debido, NO al éxito de sus films -que lo tienen ocasionalmente-, sino a las malas prácticas comerciales a las que diversas autoridades del mundo no se atreven a denunciar ni obrar en su contra. Cobrar aranceles del ciento por ciento podría provocar una represalia similar y por recaudar un pobre incremento hacendario las cintas gringas tendrían que pagar cantidades muy significativas al resto del mundo.
Con su medida, Trump quería evitar la pérdida de empleos por los rodajes estadounidenses que se filman en el extranjero; le aclararon que esta pretensión privaría a las cintas norteamericanas de obtener los estímulos y apoyos que muchos países han establecido para su beneficio, y esto les permite reducir los costos de producción de alguna manera. También les privarían de las bellezas naturales para contar historias con frescura y veracidad. Respecto al añadido de Trump que sería cobrarles a las cintas extranjeras el arancel del 100% que se adquieren de los países del resto del mundo. Le informaron que EUA es el mercado más cerrado que existe del mundo y solo comparte en sus salas nacionales exagerando hasta un 5 % del total de películas extranjeras que se consumen en un año, por lo que se cae de inmediato la supuesta intención de cuidar la seguridad nacional y económica. También hicieron de su conocimiento que gracias al dominio norteamericano gran parte de los públicos occidentales de clase media están colonizados mentalmente desde el siglo pasado.
Conclusión
Si México quiere obtener ingresos suficientes para cubrir el presupuesto del 2026, donde desgraciadamente viene una propuesta de reducción del 16% al sector cultural, tendrá que tomar medidas extraordinarias para que realmente funcione el Plan México. Ya empezó con su propuesta de gravar a los países que no están en los acuerdos comerciales, pero debería establecer una medida de emergencia en contra de las malas prácticas de la MPAA para impulsar el sano desarrollo de nuestra cinematografía y recobrar su comunicación con los espectadores mexicanos, misma que actualmente no supera un pobre 4%. El imperialismo y el saqueo de nuestra economía no descansa. ¡Defendámonos muestro proyecto de nación!
Víctor Ugalde
Víctor Ugalde es guionista, director e investigador de cine. Coautor en las obras Anuario de la exhibición en México (Filmoteca, UNAM, 1984); Bye, bye, Lumiere (UdeG, 1994), ¿Yankees, Welcome?; Industrias Culturales y TLC (RMALC,2000); TLC, la otra conquista?; y TLCAN/Cultura ¿Lubricante o engrudo? (UAM/UANL, 2015). Además ha publicado en las revistas Cámara de CANACINE (Primera época), Estudios cinematográficos (del CUEC), Dicine, El Universo del Búho y Revista Toma, entre otras. Ha escrito o dirigido más de diez películas como El extensionista (1989/35 mm.), ¿Me permites matarte? (1992/35 mm.), Hoy no circula (1993/35 mm.), La prima (2018/HD) entre otras. Actualmente es Presidente del Observatorio Público Cinematográfico “Rafael E. Portas”.

