Foto Museo Cuatro Caminos
y la inseguridad en CDMX

En cuatro años y medio, el Foto Museo Cuatro Caminos congregó a más de 250 mil visitantes interesados no solo en la fotografía sino también en el video, la animación, el cine, la música y las expresiones multimedia contemporáneas. Cerrará sus puertas. (Fotos: cortesía FM4C).

Siempre es lamentable el cierre de espacios culturales. Hoy, la inseguridad en la Ciudad de México y la nueva realidad de una pandemia como el COVID-19 con su carga de cancelaciones de actividades y la desaparición de apoyos financieros, ha resultado en bajas en nuestro panorama cultural. La más reciente: el Foto Museo Cuatro Caminos (FM4C) dedicado a la difusión, investigación, producción y exhibición no solo de la foto sino también del video, la animación, el cine, la música y las expresiones multimedia contemporáneas que a lo largo de cuatro años y medio tuvo más de 250 mil visitantes.

En tiempos de confinamiento para la mayoría de la población, la noticia del cierre definitivo del museo se canalizó el 16 de abril pasado en las redes sociales. Facebook y Twitter fueron las plataformas para difundir las razones de la conclusión del espacio abierto el 8 de septiembre de 2015.

Una antigua fábrica de plásticos, rediseñada por el arquitecto Mauricio Rocha, fue la sede para el espacio que impulsó el reconocido fotógrafo Pedro Meyer a través de la fundación con su nombre. 5,000 m2 se distribuían en tres galerías para exhibición, un auditorio para 180 personas, cuatro aulas para usos múltiples, cafetería, restaurante y terraza abierta al público. Todo situado en la zona de Lomas de Sotelo, entre la delegación Miguel Hidalgo y Naucalpan, Estado de México, a unas cuadras de la estación del metro Cuatro caminos: un ámbito urbano en donde no existe infraestructura cultural y que precisamente esa condición resultaba para los creadores el “reto” y la posibilidad de ofrecer una oferta visual en el nororiente de la ciudad.

Aquel desierto de actividad cultural, cualidad que era señalada como un desafío, se sumó al “alto nivel de crecimiento” de la zona y a su población circundante de 3 millones de habitantes. Sin embargo las condiciones no resultaron benéficas para el espacio ya que al final la inseguridad urbana les ganó la partida. La delincuencia organizada pidió el “derecho de piso” a los responsables del museo; sufrieron atracos de los policías que supuestamente vigilaban el recinto y en medio de la pandemia por el COVID-19 vino la cancelación de proyectos que darían sustentabilidad al museo.

El antes y el después del museo diseñado por el arquitecto Mauricio Rocha en una anti-gua fábrica de plásticos en Lomas de Sotelo.

19 exposiciones, un Coloquio Latinoamericano de Fotografía, tres festivales MUTEK, más de 40 conferencias, una Feria de Arte Emergente, talleres, charlas, presentaciones de teatro, danza y música son algunas de las actividades que arrojan un “balance positivo” del FM4C para la gestora cultural María Guadalupe Lara, directora del museo a lo largo de los años en que jugó un papel preponderante en el mapa del arte visual y cultural en la CDMX y en el país. Según sus propias estimaciones, el público convocado por el FM4C se constituyó principalmente por jóvenes de 19 a 30 años (46 por ciento) del ámbito estudiantil (49 por ciento), en su mayor parte femenino (56 por ciento) y procedente de la CDMX (58 por ciento).

Lara ha dedicado su vida profesional a la producción en televisión y en cine y ha sido gestora cultural en instituciones extintas como el Crea, el Festival de la Raza y la subdirección de Cultura del ISSSTE. También hizo trabajo editorial por diez años. Con ella realizamos esta entrevista por correo electrónico.

—¿Desde cuándo empezaron a tener presiones como el cobro por “derecho de piso”?

Cuando estábamos en la remodelación del espacio fue la primera vez, pero como vieron que había muchos trabajadores, se fueron en el momento en que les dije que ahí no había dinero y que sería un museo. La segunda vez sucedió cuando el museo había iniciado sus actividades; acudieron dos sujetos con un arma y en el momento en que les expliqué que se trataba de un espacio de educación y cultura, se me quedaron viendo, dieron la vuelta y se fueron. La tercera ocasión sucedió a inicios de este 2020. Me interceptaron unos sujetos cuando llegaba al museo y me dijeron que todos los comercios de la avenida (Ingenieros Militares) pagaban derecho de piso y solo nosotros no. Respondí que no pagaríamos ya que era un museo y que los invitaba a pasar. Se negaron y solo me dijeron: “Vamos a volver”.

—¿Denunciaron ante las autoridades esta situación y qué respuestas hubo?

Las dos primeras veces sí, ante las instancias en el Estado de México, pero no pasó nada. Ante la última amenaza ya no le vimos sentido. Con la segunda denuncia, cuando estaba aún el gobierno anterior, nos mandaron una patrulla para que hiciera rondines pero nos pedían 10,000 pesos mensuales para seguir “cuidando”. No les dimos el dinero así que dejaron de hacerlo.

María Guadalupe Lara, directora, acompañada por el fotógrafo Pedro Meyer cuya fundación dio vida al museo inaugurado el 8 de septiembre de 2015.

—¿Atribuyes la ubicación del museo como una condición desventajosa para el FM4C? ¿Fue para ustedes un reto?

Sin duda siempre fue un desafío. Estoy convencida que en las zonas conflictivas es donde se necesitan más proyectos culturales. La zona conurbada de la CDMX es la que no tiene una oferta cultural y no hay otra manera de reconstruir el lazo social, de mejorar la calidad de vida de la población que ahí vive sino es a través de la educación y de la cultura.

—¿Podrías abundar en los actos de corrupción que enfrentaron ante los trámites burocráticos o de cualquier tipo para que funcionara el museo?

Cada año había que renovar el uso de suelo, la licencia de funcionamiento, el permiso de protección civil, aguas residuales, entre otros, y en cada uno de ellos te piden mordida o corres el riesgo de que te dejen en la charola del trámite por meses. Por ejemplo, en 2018 nunca logramos renovar ninguno de estos permisos ya que no aceptamos pagar mordida a cada una de las instancias, así que operamos esperando a ver a qué hora nos clausuraban. Resulta muy desgastante enfrentarte a funcionarios que no entienden lo que es un proyecto cultural. Nunca logramos que nos hicieran descuento en el pago de agua o de luz como espacio educativo y cultural; las tarifas eran como la de cualquier negocio comercial.

—En su comunicado público comentaron que les robaron los mismos policías privados que contrataron para dar seguridad. ¿Hubo denuncias?

Al ver que no teníamos apoyo de la policía de Naucalpan, contratamos a una empresa de seguridad privada durante la exposición de Björk digital pues teníamos mucho equipo de realidad virtual, de sonido y pantallas muy costosas. Allí fue donde los propios policías sustrajeron equipo. Nos decían que era el público quien escondía entre su ropa los aditamentos pero al revisar las cámaras vimos que eran ellos. Presentamos la denuncia, vino la gente de la empresa de seguridad y se llevaron a los policías pero no pasó más que dos o tres visitas de policías para hacer preguntas y decir que estaban “investigando”.

Björk digital fue una de las presencias más destacadas en el recinto. Aquí un aspecto del concierto que se integró al programa de exhibición entre marzo y mayo de 2017.
El montaje inaugural del FM4C reunió cerca de 500 imágenes en dos vertientes temáticas que mostraron la situación de violencia en México y ofreció un recuento del lenguaje visual contemporáneo en el país.

—¿Cómo funcionaba el museo financieramente?

Aquí tengo que poner en contexto cómo surge el museo. Cuando Pedro Meyer decidió echar a andar el proyecto, nos reunimos con Consuelo Sáizar quien entonces era la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA). El acuerdo fue que la Fundación Pedro Meyer ponía toda la infraestructura para el museo y el CNCA apoyaría con 10 millones anuales para el funcionamiento. Se firmó el convenio y cuando llegó el momento de dar la primera partida, justo el día que nos habían avisado de la transferencia, Sáizar le llamó a Pedro y le dijo que no podría darle el dinero. “No me salieron las cuentas”, le dijo. Poco tiempo después Sáizar terminó su gestión y nosotros seguimos con la remodelación del espacio con recursos propios de la Fundación Pedro Meyer.

Cuando Rafael Tovar llegó al CNCA, nos mandó a llamar, lamentó lo sucedido con Sáizar y prometió que nos apoyaría. Desde el principio estuvo cercano al museo y nos respaldó en los dos años que estuvo al frente de la recién creada Secretaría de Cultura (SC). Aportó menos de la tercera parte de lo acordado pero eso nos permitió abrir y empezar a realizar las exposiciones inaugurales. Cuando llegó María Cristina García Cepeda a la SC, nos apoyó con 2 millones de pesos que nos permitieron continuar con nuestro programa expositivo, aunque acotado. Después de ella ya no obtuvimos ningún apoyo gubernamental. Con Alejandra Frausto no tuvimos relación. Hablé con ella en las reuniones que se hacían en el restorán Contramar durante la campaña; quedamos en que iría a conocer el espacio pero nunca se concretó. Realmente no hubo interés de la SC en el museo.

Continuamos trabajando en la búsqueda de patrocinadores y con los recursos obtenidos por taquilla (60 pesos el cobro general y de 300 y 600 pesos en el caso de la Expo Björk digital), de cursos, diplomados y renta de espacios para eventos (Festival MUTEK MX de Creatividad Digital, una Fashion Week, la presentación de la segunda temporada de Orange is the new black, de Netflix; una fiesta de Zona MACO y un video de Julieta Venegas), más los recursos propios de la Fundación Pedro Meyer. No llegamos a concretar la formación del patronato aunque estábamos en ello. Siempre tuvimos apoyos de la iniciativa privada, aunque eran más en especie que en efectivo. Sony, Canon y Samsung nos ayudaron a realizar proyectos y exposiciones.

En la apertura del FM4C, de izquierda a derecha: María Guadalupe Lara, Francisco Mata (fotógrafo y curador); Eduardo Vázquez Marín (secretario de Cultura de la CDMX), Pedro Meyer y Rafael Tovar (todavía presidente del CNCA y ya con la creación inminente de la Secretaría de Cultura que encabezaría tres meses después).
La terraza del FM4C y otros espacios del inmueble fueron de atracción para el público joven en eventos de moda, música y cine como Festival MUTEK MX de Creatividad Digital, Fashion Week y la presentación de la segunda temporada de la serie Orange is the new black, de Netflix, entre otros.

—¿Qué aspectos destacas del enfoque del museo?

Fue un espacio que apostó desde el principio por la cultura visual, por tratar de reflexionar sobre la imagen contemporánea y los diferentes lenguajes que la cruzan. Nos interesaba abrir la discusión de manera horizontal e inclusiva, sobre cómo se concebía, producía y circulaba la imagen actual, qué territorios abordaba. Partimos de la necesidad de tener voces múltiples, por lo cual implementamos un modelo al que le llamamos “Bulla, discutiendo ideas”. Lo implementamos en el Coloquio Latinoamericano y fue un resultado exitoso, tanto que lo acogieron como modelo otros foros y festivales en otros países.

Una de las razones de ponerle Foto Museo fue intentar provocar la discusión sobre lo que significa ser un museo en el siglo XXI. No queríamos seguir el modelo convencional, sentíamos que los museos se homogeneizaban para responder a una definición preestablecida por lo que tratamos de abrir el diálogo sobre qué tendría que hacer un museo en la actualidad, cuando ahora cada uno tiene todo en la pantalla de la computadora. Nos preocupamos más por crear nuevos públicos interesados en visitar un espacio museístico y ofrecerles experiencias de un laboratorio que respondiera a su contexto y singularidad.

Foto de Joel-Peter Witkin en una de las exposiciones estrella del recinto: Witkin & Witkin curada por Trisha Ziff, que mostró además la pintura de Jerome Witkin, gemelo del famoso fotógrafo. Se presentó en febrero de 2016.
Una de las imágenes de Enrique Metínides, el fotorreportero de nota roja con 70 años de trayectoria que tuvo su más extensa retrospectiva en el FM4C con el título El hombre que vio demasiado (febrero de 2016).

 

¿Qué enseñanza te deja esta experiencia, en lo profesional y en lo personal?

Cuando Pedro Meyer me invitó a dirigir este proyecto, le dije “no sé nada de museos” y él me contestó “yo tampoco, así que vamos a divertirnos y a aprender”. Y así fue: aprendí día con día desde el inicio con la obra de remodelación arquitectónica. Ya durante la gestión del museo estuve acompañada de un equipo pequeño pero muy profesional y comprometido. Tuve también la asesoría de artistas, gestores y fotógrafos de primer nivel, con el coucheo de Pedro Meyer. En lo personal tuve aciertos, me equivoqué, algunas cosas me funcionaron y otras no; tuve momentos de estrés terrible siempre por los pocos recursos pero también de alegrías enormes cuando lográbamos lo que nos proponíamos. Si algo ejercité fue la creatividad para hacer lo más posible con lo menos posible. Aprendí que siempre te van a criticar pero que eso es lo menos importante.

En una entrevista me preguntaron que cuándo había sentido que el Foto Museo era un éxito. Fue el día en que bajé a las salas durante la exposición de Creación en Movimiento de jóvenes creadores del Fonca, y vi a dos señoras del barrio con sus bolsas de mandado recorriendo las salas, observando con atención cada obra y comentándolas entre ellas. Estaban tan felices y emocionadas que ahí dije: “Ya la hicimos”. Entre las 19 exposiciones realizadas en el FM4C, Lara destaca sus top cinco:

1)Todo por ver y El estado de las cosas, exposiciones inaugurales. La primera, con el montaje de 268 imágenes, se constituyó como “el recuento más completo que se ha hecho de la fotografía contemporánea mexicana”, curada por Gerardo Montiel y Francisco Mata. La segunda, con 187 fotografías, “fue de gran impacto sobre la violencia en nuestro país”, con museografía de Gustavo Prado.

2) Pose, curada por Gustavo Prado, sobre fotografía de moda de ocho jóvenes artistas, presentada en impresiones sobre vinil. Fue una de las más visitadas e integró la plataforma de Google Arts & Culture en https://artsandculture.google.com/partner/foto-museo-cuatro-caminos

3) Witkin & Witkin. Reunión por vez primera de un centenar de obras de los gemelos Joel-Peter (fotógrafo) y Jerome (pintor) Witkin. Incluyó fotos, dibujos, objetos y video instalaciones bajo la curaduría de Trisha Ziff. Convocó a muchos visitantes el contenido provocativo con temas de religión, sexualidad, mortalidad, sufrimiento y redención.

4)   Björk digital, exposición de realidad virtual, realidad inmersiva y 3D. La mayoría del público experimentaba por primera vez esta tecnología.

5)   Roger Ballen, exposición con el trabajo de este autor “lleno de metáforas y escenarios sublimes que permitió hacer una museografía atrevida que enmarcaba la oscuridad e incomodidad de su obra pero que a la vez resaltaba la belleza de sus imágenes”. La apertura congregó 2,500 asistentes junto con el concierto de Sonido Gallo Negro mientras el artista Dr. Alderete proyectó dibujos que realizaba durante la tocada.

Otras exposiciones fueron: El hombre que vio demasiado: Enrique Metínides / Vapor / Las fabulosas / Ícaro / Dobleplay / 50 años de cultura pop / Creación en movimiento Starman (David Bowie) / Foco Mx / Ilegal / Queen / Del bravo al plata /  Creación en movimiento, jóvenes creadores.

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