Nadie se opone al caleidoscopio de rostros amables de una reunión internacional como la Mondiacult. La fraternidad a coro, el impecable protocolo de los ministros de numerosas naciones para exhibir sus oficios diplomáticos, presumir sus posturas y enaltecer sus acervos culturales.
Casi todo en orden bajo la inmaculada batuta de la UNESCO, con un gobierno anfitrión ansioso de sacarle el mejor provecho al cónclave para sus portentosos fines. En el guion la sentencia que es reclamo a la vez que mantra destinado a los poderes fácticos: la cultura es un pilar del desarrollo sostenible.
Ese dicho que no pocas veces suena a cantaleta es el nodo que separa la armonía universal a favor de la cultura, la educación y la ciencia, con el ejercicio de los poderes políticos, económicos y culturales.
Es donde la UNESCO y prácticamente todos los gobiernos nacionales hacen agua, se diluyen, pierden o simplemente se someten a lo que no tiene de otra.
Por ello la Mondiacult, más allá de su agenda previsible y de las proclamas sin duda de firma por elementales, refrendará a quienes son los mandantes del tinglado.
No hay remedio ante el panorama de siempre, si bien en ciertos espacios geográficos se aplican paliativos. De igual forma una vez más se aplaudirá que no hay vida más allá de la UNESCO, de su constelación de programas garantes de lo que se puede.
Este miércoles sabremos si, como en una pifia imperdonable de formalidad en el programa difundido al anunciarlo sin estar confirmado, el presidente López Obrador da la cara a un grupo que le es tan ajeno.
Ante el montón de desaciertos de política exterior, de bravuconadas y arremetidas contra la ONU como dirigidas a varios gobiernos, será gran noticia lo que el mandatario mexicano diga. Sinceramente, mejor que no asista.
Las asimetrías son las mandantes. Todos los países beben en buena porción de los afluentes de los negocios tecnológicos de los Estados Unidos y de sus imperdibles empresas culturales y de entretenimiento.
De la mano de China con los matices necesarios, hacen, por ejemplo, del informe sobre economía creativa de la UNESCO un producto a la medida de sus intereses.
En el dominio de lo incuestionable en una Mondiacult, se suman a Estados Unidos y China los otros que aparecen en el G7.
El son al que bailan para la agenda de la UNESCO está en lo light, como ocurre con los no incluidos en el G7, España y Rusia. Por delante los intereses económicos, aunque comprometan la cultura, el medio ambiente, la producción de alimentos, la autosuficiencia tecnológica y científica.
Y más: tras una brutal pandemia, más vale no meterse a evaluar las nulas respuestas de la mayor parte de los agremiados a la UNESCO a sus sectores culturales.
Frente a la invasión a Ucrania, mejor no exhibir el desastre humano como patrimonial.
Luego, preferible dejar a otros garantes lo que significa el fenómeno migratorio para el desarrollo sostenible.
Y así con muchos temas que debieron ser la agenda no para cometer actos de intromisión. Sencillamente para promover el diálogo aleccionador y aprovechar el músculo mexicano lleno de conocimientos al respecto.
En este concierto, el país anfitrión puso la mesa para dar por salvada la supuesta inclusión de todas las voces esperanzadas en los ecos de la Mondiacult.
Bajo un supuesto plan de discusiones, en catarata al grito de báñese quien guste, promovió pantallas para motivar la catarsis. Hay institucionalidad opinocrática y académica con la cuatroté.
Dirán que vuelvo a tejer sobre lo sabido, que cuál novedad, que se le piden peras al olmo mondiacultero. Que expulso sinsabores como si no supiera que así es el sabor del caldo internacional.
La falta de solvencia de política cultural, de diplomacia y cooperación internacional del régimen lopezobradorista son suficientes para cuestionar el papel adjudicado para estos días. Dije y repito: no debió ocurrir aquí.
Metidos en el megaevento que va de miércoles a viernes entre el oculto a la vez que privilegiado fideicomiso llamado Auditorio Nacional y, faltaba más, en la otrora residencia oficial de Los Pinos, veremos cómo, sin duda, el cónclave contribuye al turismo cultural.
*Publicado en El Sol de México el martes 27 de septiembre, horas antes de la cita.
Interesados en la mencionada postura pueden leer:
https://pasolibre.grecu.mx/epilogo-mondiacult-en-2022-con-que-cara/
Eduardo Cruz Vázquez
Eduardo Cruz Vázquez periodista, gestor cultural, ex diplomático cultural, formador de emprendedores culturales y ante todo arqueólogo del sector cultural. Estudió Comunicación en la UAM Xochimilco, cuenta con una diversidad de obras publicadas entre las que destacan, bajo su coordinación, Diplomacia y cooperación cultural de México. Una aproximación (UANL/Unicach, 2007), Los silencios de la democracia (Planeta, 2008), Sector cultural. Claves de acceso (Editarte/UANL, 2016), ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte, 2017), Antología de la gestión cultural. Episodios de vida (UANL, 2019) y Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020). En 2017 elaboró el estudio Retablo de empresas culturales. Un acercamiento a la realidad empresarial del sector cultural de México.