En memoria de Juan José Reyes
ENSENADA. Sigo, estupefacto, el transcurrir de los días y a veces no logro entender el porqué de su dureza, de su acritud, de su desesperanza. Por más que los pronósticos tienden a ser optimistas, lo que nos rodea en lo inmediato se muestra gris, descolorido, desangelado. Todo, creo, se basa en los buenos deseos que acompañan a todo inicio de año, pero que hoy, en la práctica, no son muchos. Pero seguir especulando y escribiendo es parte de las tareas cotidianas y vitales y más nos vale seguir adelante en ello mientras haya enjundia y entusiasmo.
¿Pero por qué el pesimismo le gana al intento de visualizar al presente como un tiempo de esperanza si aún en este momento no sabemos con certeza -los organismos encargados de monitorearlo a nivel mundial no han terminado de explicarlo- del por qué se desató de manera tan arrasadora la pandemia del pasado año golpeó a todos los habitantes del planeta? ¿Debemos o no exigir claridad al respecto? ¿Por qué resulta que luego de una catástrofe de las dimensiones de la que acaba de ocurrir, los grandes gananciosos de esa situación sean los laboratorios farmacéuticos, que hoy lucran impunemente con la comercialización de las vacunas que nos van inmunizar en contra del virus causante de las variantes diversas de covid-19? ¿Qué impacto puede tener un aullido social como el implícito en los reclamos anteriores para que, al menos, se elaboren respuestas que clarifiquen las dudas contenidas en esos reclamos? ¿Ninguno? ¿No tiene sentido, entonces, preguntar? ¿O todo depende de quién hace la pregunta, de cómo la hace y por qué medio la hace?
Porque, supóngase, los costos en salud y educación van a ser brutales para los países particularmente pobres del mundo, entonces, vuelvo a preguntar, ¿no sería justo que, vía la ONU, las compañías farmacéuticas hoy enriquecidas donaran parte de los recursos obtenidos con la comercialización de las vacunas para destinarlos a apoyar a los países económicamente más golpeados, a fin de solventar precisamente los problemas que se les están presentando y se van a presentar en los campos mencionados -salud y educación-, para contrarrestar así tal deterioro social? ¿No podría la ONU presentar una iniciativa en tal sentido?
No basta, hoy, pues, identificar los problemas ni tampoco decir quiénes son los objetivos primordiales de esos problemas (siempre los sectores más desprotegidos de la sociedad), si no se tiene la capacidad de elevar gritos (aullidos) sociales que se transformen en acciones que contrarresten las catástrofes de nuestros días. Urge encontrar, ya, la manera en que el grito no se pierda en el aire, sino se vuelva una acción salvadora en concreto.
Me pregunto: ¿cómo le hacen los que gritan en contra de AMLO y la 4T para que sus gritos se reproduzcan en boots múltiples y lo multipliquen diversos informadores con una facilidad que uno no alcanza a entender?
*Sólo estructurador de historias cotidianas
Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx