GUADALAJARA. En la primera entrega de este artículo hice una breve revisión de la situación actual de la Secretaría de Cultura del estado y de la empresa cultural de la Universidad de Guadalajara. En esta segunda parte pongo a consideración del lector un análisis de otros importantes sectores, cuya gestión impacta en el desarrollo cultural de Jalisco. Tal es el caso de los ayuntamientos y sus áreas de cultura, además de los proyectos que provienen del sector privado, ya sea en sus organizaciones patronales o en sus iniciativas independientes. Finalmente, incluyo lo que desde mi perspectiva son los temas más importantes que deberán ser considerados por todas estas instituciones, además del sector privado, en el futuro inmediato.
Disparidad municipal
Debido a que la cultura hoy se considera un derecho universal y su procuración un servicio público básico, en los gobiernos municipales recae una mayor responsabilidad para la generación y ejecución de políticas públicas encaminadas al desarrollo de sus habitantes. Debido a este fenómeno, la idea centralista y obsoleta de que la generación de oportunidades culturales recae en el Estado ha cedido terreno a una visión municipalista, más acorde con las realidades y necesidades de cada localidad. Es por eso que la Secretaría de Cultura de Jalisco ha impulsado desde hace ya varias administraciones —por lo menos tres— una política de fortalecimiento institucional en los municipios en materia de gestión cultural, por medio de la capacitación de funcionarios y del desarrollo de su propia infraestructura.
Si bien se han dado importantes pasos en ese sentido, no todos los funcionarios, desde el alcalde hasta el encargado de cultura, cuentan con una visión que les permita entender a plenitud este concepto. Por otra parte, las carencias financieras y las enormes necesidades que hay en rubros como la seguridad pública y la deficiencia de otros servicios básicos han relegado este importante tema a un segundo grado. De los 125 municipios que conforman el estado realmente son pocos los que destinan los recursos y la atención suficientes, más allá de sostener precariamente una casa de cultura con actividades, en su mayoría carentes de calidad y enfoque.
Destacan, eso sí, algunos de los municipios que conforman el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), principalmente los de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá. Estos ayuntamientos cuentan con direcciones de cultura robustas, con un presupuesto operativo que les permite desarrollar proyectos, museos, centros culturales, bibliotecas, una agenda mínima e incluso con recursos disponibles para el apoyo de iniciativas independientes.
Fuera del AMG la realidad comienza a cambiar. Chapala, Tequila y Puerto Vallarta, por ser municipios turísticos, cuentan con una nutrida comunidad de artistas y promotores que viven principalmente de los visitantes. Estas comunidades han aprendido a organizarse, presionar y promover iniciativas que han influido en el desarrollo de políticas culturales por parte de sus ayuntamientos. Caso parecido sucede en una decena de ciudades medias que poseen una elite de familias cultas y artistas organizados. La demanda de espacios y actividades culturales ha generado dinámicas propias impulsoras de políticas culturales gubernamentales, e incluso de espacios independientes que sirven como foros de expresión. El resto de los municipios de Jalisco se encuentra en una situación de notoria precariedad. Si acaso cuentan con una maltratada y casi sin uso casa de cultura, algún ballet folclórico y descuidadas colecciones museográficas.
La empresa cultural
Muchas son las iniciativas culturales de alto impacto que han surgido desde el capital y la empresa privada en los últimos años. Destacan las promovidas por la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, que van desde el Festival Internacional del Mariachi y la Charrería; la adecuación de un ferrocarril llamado Tequila Express, que traslada al turismo de Guadalajara y del país al pueblo de Tequila, y la adecuación de su opulenta sede para la exposición de arte plástico. Por otra parte, la Fundación Jorge Álvarez del Castillo es gestora del Festival de Mayo, una actividad multidisciplinaria de corte internacional que promueve diversas actividades plásticas y escénicas.
Pero sin duda la mayor apuesta por la promoción de la cultura y las artes en el sector privado se da desde iniciativas modestas pero significativas en foros adecuados para exposiciones, conciertos y artes escénicas. Galerías, bares, cafés y pequeños teatros experimentales conforman una amplia red de espacios independientes que configuran la agenda artística y cultural, principalmente en el AMG, pero también en varias de las ciudades medias del estado. Éstos son los principales generadores de públicos y los que más aportan al sustento de la comunidad artística y las iniciativas promotoras de la cultura. Sin embargo, éste es también el sector más golpeado por las restricciones y el aislamiento derivados de la pandemia que azota al país. En días pasados el gobernador de Jalisco dio la orden de cerrar en este mes de agosto todos los bares y antros del estado, pero aseguró que se les dará apoyo económico para solventar sus gastos en nómina. En cambio, las galerías, restaurantes y cafés podrán seguir operando.
Para el tiempo inmediato
Los retos que tienen por delante los gobiernos estatal y municipales en materia cultural son enormes. La Secretaría de Cultura ha dado pasos importantes en su política de descentralización, pero no pueden quedarse ahí. Su apuesta llamada Cultura Cardinal apenas comienza a sentar las bases de una nueva relación con los municipios foráneos, pero sus cuatro sedes son pocas. Todavía falta que pongan en marcha su operatividad y la pongan a prueba, para hacer después los ajustes necesarios.
A futuro, deberán ajustar el proyecto a las doce regiones en las que se divide Jalisco para lograr una verdadera gestión que permita una cobertura real. Y, lo más importante, subsanar la histórica deuda que varias administraciones han tenido con la comunidad cultural jalisciense. Una buena política de atención y apoyo a los artistas y promotores culturales del estado a través de su programa para la reactivación cultural y social post–confinamiento significará una gran oportunidad. El anuncio oficial ya está dado y eso seguramente ha generado una gran expectativa. Sin embargo, la cautela deberá imponerse, pues una nueva ola de contagios ha llegado a Jalisco y, con ella, la posibilidad de postergar de nueva cuenta la actividad social.
Los municipios con más rezago en materia de promoción cultural corresponden a las ciudades medias y en mayor medida a los pequeños pueblos del estado. En el primer caso, la apuesta deberá ser dirigida a consolidar sus políticas para adecuarlas a las necesidades de consumo y promoción, ya que cuentan con comunidades artísticas y culturales, públicos y consumidores en distintas disciplinas, así como espacios independientes que albergan actividades de ese tipo. En el segundo caso los retos son aún mayores, pues en esos municipios se carece de las más mínimas políticas que permitan el desarrollo cultural de su población. Con la Secretaría de Cultura, deberán articular acciones que permitan un desarrollo paulatino, encaminado a generar comunidad, público y una agenda mínima de actividades de calidad.
El sector privado en Jalisco, particularmente en la capital y sus municipios turísticos, ha tenido la capacidad de garantizar su supervivencia de manera independiente en materia de promoción del arte y la cultura. El mercado de productos, la taquilla y el consumo les han garantizado ingresos suficientes para su sustento, en muchos casos de manera exitosa, en otros un plano de subsistencia. Pero año y medio de pandemia ha asestado un duro golpe a esta tradición y hoy ese sector atraviesa una situación complicada.
Las restricciones impuestas por el gobierno para salvaguardar la salud de la población y la difícil economía que atraviesan las familias ha reducido la compraventa de arte y el consumo cultural. Los apoyos que ofrece el gobierno de Jalisco apenas son paliativos y no ajustan para sostener el nivel de derrama que había antes de la pandemia. En este caso, primero se debe aguantar, pues no hay otra alternativa. Sin embargo, una vez que la situación de emergencia concluya la sociedad habrá de retomar su vida cotidiana y, después del prolongado encierro, buscará la forma de compensar tantos meses de restricciones. Por ello éste es sin duda el momento ideal para diseñar proyectos novedosos que habrán de ejecutarse en algunos meses más, pues el público demandará productos vanguardistas y propositivos.
Santiago Baeza Sánchez
(Guadalajara, 1973) es arquitecto, escultor, articulista y promotor cultural independiente. Ha ocupado diversos cargos en la administración pública, entre ellos Director General de Cultura en el Ayuntamiento de Guadalajara y Director General de Actividades Culturales en la Secretaría de Cultura de Jalisco.