Gráfica15: Estructura porcentual del gasto de los hogares en cultura.

 

Esta gráfica, la última del serial, la 15 de 15, me empuja un recuerdo. Tiene que ver con un ejercicio que ponía a mis alumnos en los años en que impartía cursos para emprendedores culturales. A ver chamacas y chamacos: papel, lápiz y les doy 15 minutos para que hagan una lista de sus gastos en bienes y servicios culturales.

En ese momento, hace casi tres lustros, ni asomo de lo que hoy llamamos cultura digital, si bien ya circulaban los estudios de consumos culturales. Al recuerdo de buen cubero, el mayor gasto iba a medios audiovisuales: cine, televisión, servicios por cable, renta de películas, videojuegos y más productos de esta especie.

Ahora hagan ustedes lo que hacían mis alumnos para que constaten si estos datos son o no certeros. Al ver la gráfica, la primera conclusión es: las tendencias siguen vigentes. Con instrumentos tan sofisticados como los de estos años, el INEGI perfila el gasto cultural en los hogares. Tampoco es ocioso cerrar estas 15 entregas así: con una suerte de autoexamen.

En plenitud por la era que marcha triunfal, los mexicanos gastan por mucho en medios audiovisuales y por lo tanto, es comprensible que se refleje en el PIB, en el empleo, etc. Pero este abundante porcentaje no significa necesariamente variedad en el tipo de oferta o distribución geográfica equitativa.

Por otra parte, desde el inicio de la Cuenta Satélite de la Cultura, se ha hecho patente el rol de la producción y consumo de artesanías. Somos un país que, en este rubro, consume lo que genera, diremos, cien por ciento mexicano, algo que no ocurre en el segmento mayoritario.

En esa línea de “autoconsumo” va el tercer tanto porcentual, el de la producción cultural en los hogares, capítulo al que el INEGI también le ha dado mucha importancia en la contabilidad. Esto puede traducirse como gasto que hacen las personas en generar bienes culturales que ellos mismos y sus comunidades disfrutan.

Cierto, es inevitable que las cifras bajas tendamos a leerlas como pésimas noticias. Al menos en este caso revelan que los mexicanos gastan poco en tal o cual expresión cultural, como se puede ver en esta gráfica. También es un estímulo: ¿es posible revertir dichas pautas de gasto que es consumo?

Al dar feliz término al serial que generosamente ofreció el INEGI, expreso mi gratitud al colega Antonio Mier Hugues, quien al ser cómplice de esta tarea de comentarista, confirma su enorme liderazgo como economista cultural. Hemos tratado de entregar a los lectores los insumos básicos para dar cauce al potencial de las 15 gráficas, esperando tanto contribuir a la cultura estadística, como al mejor desarrollo de quienes dan forma al sector cultural.


 

La alcancía de Pali

(Ilustración de Pali: Víctor Sulser).

 

 

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