ENSENADA. El pasado 21 de febrero se celebró, una vez más, el Día Internacional de la Lengua Materna, una fecha instituida por la UNESCO desde 1999 para rendir homenaje a uno de los elementos más destacados de las culturas de los pueblos del mundo. Un elemento que, debe considerarse, no ha terminado de valorarse con suficiente rigor, dado que él no sólo encierra cuestiones lingüísticas, sino que conlleva toda una serie de campos que se asocian a ese concepto -lengua materna- y a esa práctica, lo que debe tomarse en cuenta para que la fecha no pase en balde, como por lo común sucede hoy.
Es decir, hablar de lengua materna implica reconocer, en primera instancia, a uno de los elementos más singulares del género humano y junto con ello a aquello que otorga singularidad a los pueblos de la tierra, pues ello, junto con otros varios elementos, nos hace diferentes los unos a los otros en términos de pueblos humanos, más allá de la nación, que es el territorio en el cual, por razones históricas, pueden convivir diferentes pueblos, que igualmente son diferentes entre ellos (como sucede en el territorio hoy llamado México, en donde conviven aproximadamente 68 diferentes pueblos con sus respectivas lenguas maternas, más el español que es el idioma materno de la mayoría de la población mestiza). Múltiples son los orígenes de la lengua primero y luego de la lengua materna (mucho al respecto nos enseña el formalismo ruso y otros estudiosos de la materia), dígase al respecto que los aspectos comunicacionales (del gesto al habla) que acompañan al género humano (homo sapiens) como especie explican el por qué de los orígenes de ambas lenguas y que ellas, las lenguas, son sólo uno de los elementos que le otorgan singularidad a los miles de agrupaciones humanas que han existido a lo largo de la historia del género humano, de manera paralela a como surgieron otras actividades por igual fundantes de esas agrupaciones, como lo fueron, las más remotas, la agricultura (la relación con la tierra como Pachamama), la caza y la pesca, a la vez que el desarrollo de instrumentos (primero de piedra y madera y luego de metal) que fueron facilitando de manera paulatina esas actividades, a la vez que, mientras más complejas fueron las actividades humanas de subsistencia, más compleja se fue volviendo el habla materna (que comienza a adquirirse desde el vientre materno).
Muchos son, pues, los aspectos del ser que se vinculan a la lengua materna y de allí la importancia de dedicarle, cada año, un día a ella, para tomar nota, así, de lo mucho que conlleva la existencia de ella y que hace referencia también a nuestra historia como género humano. Por eso, no hay que pasar por alto cada 21 de febrero en nuestro calendario, ¿no cree?
*Sólo estructurador de historias cotidianas
Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
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