El primer año de gobierno en la cultura

El programa de Cultura Comunitaria ha sido privilegiado por la nueva administración. En la imagen, un ensayo previo al concierto Tengo un sueño, realizado el 19 de noviembre en el Auditorio Nacional. (Foto: Instagram de @fomentomusical / @fracktalclick @photo_santiago1988).

El primer año de gobierno en la cultura

Es un momento de balances y de tratar de asomarse al futuro inmediato por el término del primer año de gobierno y la apertura de un nuevo ciclo administrativo. En economía, política, desarrollo social y cultura se hacen recuentos y el propio presidente ha hecho el suyo señalando cinco momentos difíciles. Algunos de estos últimos han sido dramáticos por su gravedad en términos de vidas humanas: las tragedias de Tlahuelilpan y de la familia LeBarón. Otros lo han sido porque el gobierno ha tenido que tomar decisiones: la amenaza de la imposición de aranceles a los productos mexicanos por los Estados Unidos debido al enorme flujo de migrantes, la suspensión de las operaciones de la Guardia Nacional en la detención de Ovidio Guzmán y el otorgamiento de asilo político a Evo Morales. Posiblemente solo la política de migración ha representado un giro definitivo en la dirección que se había seguido hasta ese momento.

En materia de cultura se podrían mencionar algunos momentos graves, aunque han sido menos impactantes y definitivos que los arriba mencionados. Por ello intentaré seguir otra ruta para esbozar un balance.

Desde el punto de vista institucional es de destacarse el perfil del equipo dirigente de la Secretaría de Cultura (SC). La secretaria Alejandra Frausto y las subsecretarias Natalia Toledo (Diversidad Cultural) y Marina Núñez (Desarrollo Cultural) conforman un equipo comprometido y con una idea del trabajo que sin duda ha contribuido a la nueva orientación de la política cultural consistente en privilegiar la cultura comunitaria. En esto último ha radicado la nueva marca de la política en la cultura, justificada por los mismos valores que ha señalado el presidente de la república de atención a los tradicionalmente excluidos y justicia distributiva. A veces resulta difícil hacer calzar estas líneas en la cultura —por ejemplo, hablar de la redistribución de la riqueza cultural es difícil de comprender—, pero se entiende la intención de las búsquedas del nuevo equipo dirigente. Quedan las dudas de la actuación en otros campos del trabajo cultural: fomento cultural, patrimonio, difusión cultural en México y en el extranjero, educación artística, etcétera. Es cierto que en general las dinámicas heredadas se han tratado de mantener, pero la pobreza de recursos ha llevado a la reducción notable de actividades en algunos campos. Cuando se conozca la memoria de labores de la SC podrá hacerse un mejor balance en este sentido.

Para desarrollar sus acciones, sobre todo en lo que toca al programa de Cultura Comunitaria, la SC ha debido impulsar una metodología de trabajo que moviliza a maestros, talleristas, animadores y gestores culturales en las tres grandes líneas que lo componen: Misiones por la diversidad cultural, Territorios de paz y Semilleros creativos, tratando de llegar a los municipios más pobres del país. Las actividades de estos programas son muy variadas, lo que me parece natural, pero su efecto puede ser la dispersión de proyectos hasta hacer difícil su reconocimiento. Si acaso hay un común denominador es la intención de incitar al trabajo desde la base y desatar la iniciativa local en el sentido en que cada sitio y lugar lo requiera y decida.

Si saltamos del desarrollo institucional al presupuestal, como he señalado en otros escritos, el balance tiene distintos rostros. Cultura no ha crecido en su presupuesto. Su participación total en el PEF, según Carlos Villaseñor, es muy pobre (0.22 por ciento) y manifiesta las prioridades que he señalado con la gravedad de que ha aparecido un programa que sin duda modifica los equilibrios internos: la habilitación de la antigua residencia oficial de Los Pinos en un gran centro cultural. Esta inversión posiblemente disminuya en el futuro, pero faltará ver cuánto dinero se destina a su funcionamiento y de qué forma se gestionará más adelante.

En realidad, en esto último está tal vez la cuestión más inquietante en cuanto a los cambios que vive la administración cultural. La ejecución de los planes de cultura ha supuesto despidos de personal, formas de contratación que en otros momentos han sido condenadas por el actual gobierno (alrededor de mil personas que trabajan para Cultura Comunitaria han sido contratadas por una empresa de outsourcing), centralización en las decisiones en búsqueda de la eficiencia, y reglas de operación poco precisas, lo que afecta la transparencia y genera cierta confusión en algunos campos como el fomento a la lectura.

En general, el sector cultural ha sabido desarrollar sus programas prioritarios, pero con cierta pesadez lo hace con los temas emergentes. Aunque ha salido rápidamente a defender a artistas y artesanos de la voracidad del mercado y de las grandes empresas, poco se ha avanzado en la discusión de los problemas relativos a los derechos de autor y su modalidad colectiva, el debate sobre las nuevas formas de patrimonio —por ejemplo, del movimiento moderno en la arquitectura— se desarrolla casi a espaldas de la institución. Los medios de comunicación y las redes sociales parecen estar al margen de sus actividades o bien se han convertido lamentablemente en repetidoras y propagandistas del gobierno, como es el caso del Canal Once. Es deseable que el otorgamiento de la sede para la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (Mondiacult) en el 2020 sea un importante estímulo para redefinir el sentido de la política cultural en el país.

No es papel de la institucionalidad cultural la organización de los trabajadores, pero la proliferación de sindicatos en el sector cultural causa inquietud. ¿Qué representan las numerosas opciones sindicales? En otro momento responderíamos en términos de democracia, honestidad, independencia con respecto al Estado o interés por influir en la política de la institución. Hoy no lo sabemos, posiblemente el simple aprovechamiento de un espacio que está ahí o la oportunidad de cubrir un vacío.

nivon.bolan@gmail.com

2 de diciembre de 2019.

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