Sector cultural; la alternativa cooperativista

POPAYÁN, COLOMBIA. Apertura, innovación e incertidumbre son tres procesos propios de la cultura contemporánea así como de sus organizaciones productoras y distribuidoras.

La incertidumbre que nos rodea, por la crisis pandémica actual, nos somete a una serie de tensiones. Ello en virtud de no poder visualizar una salida constructiva en un plazo determinado con relación a circunstancias que nos pueden conducir a pérdidas significativas, que eventualmente provocarían el fin de nuestros proyectos, empresas e incluso, de nuestra propia vida.

El temor suele nublar aún más las perspectivas e impide la revisión de alternativas para la solución inteligente de estas dramáticas coyunturas.

Frente a tales incertidumbres y riesgos sobrevinientes, es indispensable poseer una relativa tranquilidad para otear un futuro nebuloso pero que nos faculta ensayar posibles salidas, aunque sean de emergencia.

Una de las primeras exigencias ante un tal entorno, es desarrollar una APERTURA mental y actitudinal, que nos permita integrar en nuestro abanico de posibilidades un pensar distinto para entender, de otras maneras, lo que parece insuperablemente estrecho y peligroso.

Esa apertura no solo debe ser intelectual, sino existencial. Abrirse hacia lo probable, pero, sobre todo, hacia y con los demás, tanto en nuestro sector como hacia toda la comunidad. Esa integración nos llevará a superar el interés individualista que nos somete de la peor manera a las temibles restricciones de la incertidumbre presente.

Por ello, en el curso actual de crisis, uno de los aprendizajes que se generan es el de la necesidad de unirnos para afrontar la incertidumbre y abrirnos hacia modos innovadores de reorganización de esfuerzos y pensamientos positivos.

Esa integración está posibilitada por el tipo de organizaciones que conocemos como SOCIEDADES COOPERATIVAS. Es posible que imbuidos de un espíritu personalista y con, hasta-cierto-punto, comprensible afán de lucro, muchos creadores persistan en los modelos privados y que otros tantos consideren este tipo de propuestas como “socialistas”.

Sin embargo, una auténtica “tercera vía” entre el estatismo y lo privatizador habita en el esfuerzo colectivo, propio del cooperativismo y su modelo financiero mutualista, que abre posibilidades de innovación adaptativa como las diversificaciones productivas de las que ya hablamos en artículo precedente y en donde enfatizamos el uso de la virtualidad tecnológicamente mediada que entienda el aislamiento como un hecho productivo aunque necesario para evitar la propagación del virus.

Resulta consecuente la absorción de incertidumbre mediante una mentalidad abierta al Nosotros comunitario, organizado en REDES COOPERATIVAS que permitan fortalecer los esfuerzos de toda la cadena productiva sectorial, hoy dispersos y semiparalizados por el caos debido al entorno sanitario y sus efectos.

Esto producirá no solo la atenuación de dichas externalidades negativas sino que provocará una exigencia mental y práctica de INNOVACION hacia otros métodos, modos e instrumentos para relacionarnos entre nosotros mismos como actores culturales pero también con toda una colectividad de complejidad creciente en lo local, nacional y global que requiere, como nunca, una presencia transformada y transformadora de la cultura en cuanto necesidad sico-social que permita comprender que la amenaza presente es superable entre TODOS mediante una acción cooperativa, creativa y diversa.

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