Alba.

Descubrí a Alba una tarde de primavera. Comía tranquila, sola en la calle. Nos miramos; ella meneó la cola, y supongo que yo también. Fue un flechazo. Cuando la revisaron, supe que estaba embarazada. Hubo que practicarle un aborto y, desde entonces, no deja que le acaricien la barriga. Ama salir al balcón, brinca como si quisiera alcanzar el cielo y siempre está de buen humor.

Luna.

Luna era una cachorra hermosa en una jaula. Pensé que al comprarla también la rescataba. La verdad es que me dolía dejarla. Primero vivió con mi hermana, quien nunca le puso reglas. Se volvió una perra anárquica. Chilla como si ladrara, es tierna a ratos, y también un poco traicionera. Se mudó conmigo cuando mi hermana perdió la paciencia.

En estos días sombríos, ellas me salvan de caer en la desesperanza. Cuidándolas, olvido mis quebrantos. Me alegran la vida y yo procuro hacerlas felices. Formamos un buen trío; son mis compañeras, mi familia.

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