Guardo archivos, recojo papeles, llevo cajas a la cajuela del coche; vamos y venimos atareados por los pasillos, nos lavamos las manos, mantenemos la distancia, que por favor vean el último comunicado del rector, me dan un nuevo original, lo meto en un sobre, se me vuelan unas pruebas ¡no encuentro la 316! Escucho a mis compañeras que hablan de sus providencias: que ayer fui a Costco y compré carne para un mes, que mientras tenga harina y agua para hacer galletas con chispas de chocolate podré resistir… En el instituto le pido a la jefa que nos dejen venir de vez en cuando. Después cambia la disposición: nadie podrá venir. Mi sagrada rutina se me cae en pedazos… Quiero llorar… (Adriana Guadarrama).
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