Bitácora de un cautiverio: Perra vida

Camila Aviña Zavala

Pancha pasa las tardes recostada en el balcón, epítome del lujo urbano durante el confinamiento, completamente ajena al apocalipsis en ciernes, a las preocupaciones mundanas y mayoritariamente aislada del resto de su especie.

Con la mirada perdida en el horizonte, que no es más que un terreno baldío, parece reflexionar sobre las preguntas fundamentales del universo, sobre lo que realmente importa en vida, sobre los increíbles, pero aparentemente insuficientes avances de la ciencia, sobre la complejidad de las relaciones humanas exacerbadas por el trabajo en casa y sobre la insostenibilidad del modelo económico, aunque en realidad posiblemente solo recuerde a las ardillas del parque y a las flores del camino.

En este mundo incierto, Pancha es la encarnación del privilegio y de una vida en plenitud: tiene todas sus necesidades básicas resueltas, rebosa salud, está permanentemente rodeada de las personas que quiere y que la quieren, aunque sólo sean dos, y le sobran razones para mover el rabo. Cualquier otra cosa es pura vanidad.

 

(Fotografía: Camila Aviña Zavala)

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