La sesión de baile dura entre 1 y 2 horas; depende de la inspiración o del día de la semana. Consiste en estiramientos, aplausos y simular una compañera de baile, con falda holgada y tacones rojos. La sala y parte del comedor se convierten en la pista de baile. Bailamos pegadito, despacito y después se aviva la música y nos despegamos un poco y cambiamos de ritmo. Aplaudimos, cantamos, reímos, abrazamos esta vida en cuarentena.
Yo estoy en el otro balcón del edificio de enfrente y me saca una sonrisa pensar en nuestra sesión de baile. Porque sí, ya me siento flotando ahí con él todas las tardes. Cuando termine todo esto, tocaré a su puerta y le invitaré un café, aunque sé muy bien que le debo mucho más. (Fabiola Rossell).