Desde Ensenada, Baja California.
“Y no es mi culpa, ni cómo pensaba ni lo que decía”, canto consoladora, cobarde y mentalmente, mi versión del estribillo de las valientes feministas chilenas. Y de nuevo noto cómo se cumple al dedillo un apasionado sueño que alimenté durante 20 años: aislarme, por lo menos un mes, para depurar mis cosas y escribir. ¿Provoqué yo esta gran desgracia? Sé que soy poderosa, debí ser cuidadosa. En la noche del día 18 de la cuarentena dormí preocupada por todo y, siempre que eso pasa, sueño con agua, que son mi madre y emociones. Horas después se inundó mi pequeña casa. Al día 27 sigo limpiando a fondo y descubriendo qué se salvó. Gracias, perdón, lo siento.
Te amo, mundo. (Luisa Yadira Almeyda Santiago).