Coronacrónicas antivirulianas: Coronajuicio, CDMX

Detalle del panel El infierno, de El Jardín de las delicias, de Jheronimus Bosch, El Bosco (1450-1516). Pintura al óleo sobre tabla.

El día que me detuvieron, acababa de arrancar los cables del equipo de sonido del supermercado. Trabajaba de vigilante y estaba de pie en la entrada donde se escuchaba una grabación una y otra vez. ¡Las tres mismas frases cada diez segundos! ¡Dos mil doscientos ochenta veces por día!

Después de una semana, no podía ni pensar… autoridades… persona … familia… adultos mayores… Nos cuidamos entre todos… Ya no les encontraba sentido a estos fragmentos. Le pedí a mi jefe un cambio de puesto. No quiso.

-Señor juez, estas palabras me persiguen, me martillan, me atormentan, me lastiman los oídos. Las escucho de día, de noche. ¡Ahora también en este tribunal!

¡Deténganme! ¡Cállense todos! ¡Silencio! ¡Denme un tratamiento psicológico!  ¡Lejos de este ruido! Soy un Corona criminal. (Alexandra Domarchi).

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