Yo quería ser bailarina pero me quedé encerrada en mi cuerpo. Perdí la puerta que me permitía salir, así que desde entonces viajo aquí adentro. He encontrado todo: un universo inagotable, un lugar donde dormir y mi voz; la que nadie escucha o la que suena diferente al salir. A veces me asomo afuera, me veo en los espejos y las ventanas que no distinguen la figura que soy. No distinguen las risas que brotan y agitan mis órganos.
Yo quería regalarles mi cuerpo pero me enamoré.
Me gusta este hogar que alimento, que tiene música y sus propias estaciones. Últimamente caminamos por el desierto. Se dice que allá afuera también es árido, se fue el ruido. Mi vigilante dice que se fueron a sus casas. Yo creo que también se enamoraron. (Daniela Orlando).