En los tiempos de la Quinta Transformación (5T), decidieron darle en la madre a las malvadas casas de subasta francesas y norteamericanas, así como a sus similares.
Al paso de los años, la decisión sigue siendo vista como la gran victoria en la madre de todas las batallas: la de cambiar las reglas en la preservación, explotación y goce del patrimonio nacional.
Los legisladores de esos años son recordados como unos seres fuera de serie, un tanto extraterrestres; valientes, enjundiosos, provistos de una capacidad de miras como nunca antes en la historia y por los siglos de los siglos.
Pocos eventos en la transición del nacionalismo revolucionario al neoliberalismo a la Cuarta Transformación y luego a la Quinta Transformación, lograron lo que la firmeza por impulsar sin límites el desarrollo del sector cultural.
Todos los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, instancias internacionales, empresariado, medios de comunicación, burocracias de todo tipo así como poblaciones enteras se dieron la oportunidad de un centro de acuerdo y concordia.
A los investigadores y trabajadores de aquellas instituciones culturales que también fueron sustituidas por las potencias del gobierno cultural que la 5T, se les tiene presentes por el arrojo, la sensatez y la capacidad de sacrificar parte de sus condiciones generales de trabajo.
Toda una ofrenda para que las nuevas generaciones alcanzaran lo que en estos años de la Sexta (y última) Transformación (6T) luce más que el sol: la posibilidad de llevar a cabo docenas de salvamentos arqueológicos.
Además, gracias a tan trascendental empeño, gracias a la visión humanitaria de los altos directivos culturales y del acompañamiento internacional, decenas de museos en el mundo tienen salas dedicadas a las comunidades prehispánicas. En efecto, hubo piezas de sobra para el gran concierto celebratorio de los orígenes mexicanos, el verdadero poder suave.
Y es que en todo rincón de la patria causaba dolor e ira el desenfreno de las casas de subasta, su cacareada burla, la imposibilidad gubernamental de detener el tráfico de piezas y la inoperancia de los medios diplomáticos.
Ni millones de tuitazos, feisbukazos, instagramazos y azos azos azos a la par de miles de comunicados de prensa, habían si quiera ocasionado la más leve mueca de incomodidad a los subastadores y sus malévolos socios, los coleccionistas. Insaciable el apetito financiero por esos activos de barro, de piedra, de lodo.
Fue entonces que el plural liderazgo cultural de la 5T, tras meses de foros y análisis con cualquier cantidad de conocedores del manejo patrimonial, llegó a una estrategia. Una manera tan emparentada con el grueso de las ideas y venidas de los quehaceres económicos y comerciales, que más de un erudito, al verse frente a la ecuación tan simple, optaron por jubilarse, por desaparecer del panorama académico y comentocrático.
El procedimiento gozó de una simpleza demencial. Lo primero fue asumir que la postura era quitarles a los subastadores el negocio más que perseguirlo. Lo segundo, tras un descomunal esfuerzo, fue llevar a cabo el conteo, pieza por pieza, del patrimonio disponible en museos, bodegas y en los hogares de sus amantes en el territorio. De esas miles de obras, se obtuvo el catálogo de las más codiciadas.
La tercera medida fue ordenar un despliegue de grupos de especialistas, a efecto de extraer de todo rincón de la patria, el patrimonio aún sin descubrir. De tal envergadura resultó la cosecha, que se tuvieron que contratar de otras naciones a docenas de arqueólogos, así como habilitar bodegas y laboratorios de conservación. Ello permitió a la vez, abrir más zonas arqueológicas y hacer corresponsables de su custodia a las propias comunidades.
El siguiente paso, el cuarto, consistió en fincar la más básica de las estrategias comerciales. Dueño el Estado 5T de tantos medios de producción, de bienes y servicios, faltaba articular el patrimonial.
Se dispuso destinar el 15% del amplio catálogo obtenido al mercado, confiados en que no requeriría de más activos en circulación para poner bajo su custodia, en suerte de monopolio tecnológico, el por décadas saqueado y seductor negocio cultural.
De esta manera, se ofertó a lo largo y ancho del planeta lotes de piezas. Se concentró el inventario, se atrajo la demanda, se desarmó a los coleccionistas (muchos de los cuales terminaron por donar sus acervos, restituirlos a la nación o simplemente dejarlos quietos en sus faustuosa residencias), se fijaron precios, se determinaron medidas arancelarias así como de donativos y se controlaron los destinos.
Nunca antes un gobierno cultural pudo tener bajo control su propia riqueza en manos de otros.
La quinta acción fue facilitar un circulante de piezas entre la población, lo cual generó tanto recursos frescos como impuestos más altos que los del tabaco y alcohol.
La creación de un mercado legal de amplias expresiones de las culturas prehispánicas trajo como consecuencia la generación de otras cadenas de bienes y servicios en esa escala y de distintos periodos de la historia. Hoy en día, por ejemplo, muchas mujeres lucen joyería en réplicas genuinas y certificadas; o bolsos con imágenes de la Revolución y de la coronación de la 4T.
Finalmente, la sexta etapa para darle un parón en seco y definitivo a esos perversos subastadores y corruptos coleccionistas bajo la sombra de sus palapas, fue que el gobierno cultural de la 5T haría la inversión necesaria para salvar su patrimonio. Un gasto que en mediano plazo no solo fue recuperado: sentó las bases para la holgura financiera.
Hoy en día México luce con un patrimonio potente, en perfectas condiciones de preservación y generador de muchísimo empleo en innumerables cadenas de valor.
Así se entiende, entre otras cosas, que en esta etapa de la 6T (definitiva) el poder es político y por ello es cultural; y lo es gracias a que se convirtió en un eje de crecimiento económico para millones de mexicanos. Cierto: también se generaron clientelas electorales.
Quienes entonces fueron testigos de eso años fundacionales de la 5T y de la nueva gobernanza cultural, no dejan de relatar los numerosos episodios de esa gesta heroica. En esta fecha los recordamos con gratitud y deuda impagable.
Eduardo Cruz Vázquez
Eduardo Cruz Vázquez periodista, gestor cultural, ex diplomático cultural, formador de emprendedores culturales y ante todo arqueólogo del sector cultural. Estudió Comunicación en la UAM Xochimilco, cuenta con una diversidad de obras publicadas entre las que destacan, bajo su coordinación, Diplomacia y cooperación cultural de México. Una aproximación (UANL/Unicach, 2007), Los silencios de la democracia (Planeta, 2008), Sector cultural. Claves de acceso (Editarte/UANL, 2016), ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte, 2017), Antología de la gestión cultural. Episodios de vida (UANL, 2019) y Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020). En 2017 elaboró el estudio Retablo de empresas culturales. Un acercamiento a la realidad empresarial del sector cultural de México.