Está por iniciar, a partir del primero de marzo, la campaña “campaña” rumbo a las elecciones de este año, después de haber sufrido desde septiembre del año pasado con una No campaña, después la precampaña, acompañada de la intercampaña que, aunque no lo parezca, empezó el pasado 19 de enero, en el que supuestamente tendríamos un respiro del bombardeo mediático, lo cual visiblemente no pasó.
2024 es un año importante para la democracia, tanto para México, como para cerca de 70 países que tendrán elecciones. Más de dos mil millones de votantes en el mundo, estaremos decidiendo el futuro de nuestras naciones. En México, se elegirán más de 20,000 cargos públicos federales y locales. Además de la o el presidente, 500 diputaciones y 128 senadurías, gobernadores de nueve estados, 1,802 presidencias municipales y 1,098 congresos locales, entre otros.
En lo que va del siglo, en México ha habido alternancia del partido en el poder: dos sexenios panistas, uno priista y uno morenista. En este sentido, el voto debería ser más consciente, más allá de filias y fobias, sopesando los pros y los contras de cada uno. Es importante hacer un análisis de lo pasado para que en estas elecciones no partamos de cero; debemos, o así debería ser, aprender de experiencias anteriores, solo así podremos dar pasos a delante y no seguir en el estancamiento. Retomo una reflexión del periodista francés Eugène Pelletan, citada por Pascal Beltrán del Río[1], “No basta que todo ciudadano tenga derecho a votar. Importa que tenga la conciencia de su voto”.
Es la reforma cultural
En 2018, previo a las elecciones, el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura Grecu, marcó un precedente para la cultura en el país a través de dos acciones. Primero con la publicación del libro, ¡Es la reforma cultural, Presidente!: Propuestas para el sexenio 2018-2024, el cual aún pueden adquirirlo en versión digital aquí. En él, se expresan ideas muy concretas y vigentes, para satisfacer las necesidades del sector cultural.
Posteriormente, cuando se convocó a entablar un Diálogo por la reforma cultural a los representantes de cada candidato a la presidencia. Fue así que el 14 de mayo de ese año, se dieron cita en el Centro Cultural Roberto Cantoral, en estricto orden alfabético: Alejandra Frausto, en representación del proyecto de Andrés Manuel López Obrador; Raúl Padilla (†), del de Ricardo Anaya; Beatriz Paredes, del de José Antonio Meade, y Consuelo Sáizar, del de Margarita Zavala. El evento fue moderado por nuestros colegas, Eduardo Cruz Vázquez y Francisco Moreno. Quien desee ver el video completo lo puede consultar aquí.
Este ejercicio es muy interesante, máxime, que Alejandra Frausto, además de representante, ha sido la Secretaria de Cultura del ganador y actual presidente de México. Se puede y debe hacer un análisis “de los dichos a los hechos”.
Aunque es difícil resumir, debido a tanta información en más de 2.5 horas de transmisión, retomo algunas de las ideas vertidas en este conversatorio:
Alejandra Frausto aseveró que “nunca antes la cultura había tenido un papel tan especial en unas elecciones”, cabe preguntarse: ¿es así en las actuales? Señaló que, para su candidato, la cultura “ocupa un papel fundamental en la transformación del país, la diversidad cultural es nuestra mayor fuerza, y es un detonador de desarrollo humano, económico, y de paz”.
Por parte de Raúl Padilla, una de sus propuestas fue transformar el programa de la Secretaría de Cultura y cambiar su nombre por Secretaría de las Culturas, acorde con la diversidad de nuestro país. Idea que fue secundada por los otros representantes. Otro punto mencionado por Padilla, fue la descentralización, dando el ejemplo que la infraestructura del INBAL, “que es de 104 inmuebles, 82 se encuentran en la CDMX”.
Consuelo Sáizar inició mencionando que todo proyecto de nación debe estar basado en un proyecto de cultura. Señaló que las propuestas de su candidata estaban enfocadas a toda la población: para creadores y espectadores, para los habitantes de las grandes ciudades y de los pequeños pueblos, y para trabajadores de la cultura y académicos, articulado a partir de una inversión de (el soñado) 1% del PIB, que pasaría de 13,000 millones de pesos que había en ese momento, a 53,000 millones. El presupuesto de cultura para 2024 es de poco más de 16,000 millones, es decir, 3,000 millones más que en 2019, prácticamente, la inflación de esos años, que fue en total de 29%[2].
Para Beatriz Paredes, uno de los errores de los debates era que se tenga que juzgar de lo que NO se hizo en el pasado, y prefería hablar de lo que sí se puede hacer en el porvenir inmediato. Se entiende la posición en que se encontraba, siendo que el sexenio que terminaba era del partido que representaba, pero volvemos a la hipótesis de inicio de este artículo, lo que no se mide, no se puede mejorar. También planteó la necesidad de una reforma en el sector educativo, una en inversión en cultura, y un compromiso claro del sector privado y los medios de comunicación en la difusión de los artistas.
Consuelo Sáizar dijo que a los trabajadores de la cultura se les debe tratar de la mejor manera. “La gran tragedia es que el presupuesto se redujo de tal manera que el costo de operación parece muy alto. La gran tragedia del sexenio que estaba acabando (Peña Nieto), es que la inversión pasó de 7,000 millones a 3,000 millones en 2018. La cultura requiere de inversión para ser productiva, requiere de trabajadores profesionales bien pagados para que hagan bien su trabajo”, palabras que generaron aplausos entre los asistentes. Y continuó diciendo que ha habido grandes avances, refiriéndose a la Ley de cultura y derechos culturales. “Si Vasconcelos dotó al país de un concepto de unidad nacional, ahora el reto es establecer un diálogo global. Nosotros (país) la hemos entendido como solo inaugurar exposiciones”.
Más propuestas
En relación con una reforma cultural, Raúl Padilla dijo que esta era impostergable, y para hacerlo viable, era necesaria la voluntad política. Su propuesta se basaba en tres rublos: presupuesto, reingeniería del sector cultural y reforma al sistema educativo, que permita a las instituciones de educación inicial tener realmente educación artística.
Alejandra Frausto aseguró que la reforma cultural ya estaba en marcha, con un sector cultural independiente “hablando de tú a tú con todas las áreas del gobierno”. Asimismo, aseveró que “si la ley de cultura se cumpliera como está ya es suficientemente revolucionaria”, la cual ampliaría con una reforma de la ley de derechos de autor. Además, manifestó un “respeto absoluto a los derechos de los trabajadores de la cultura. Son ellos quienes tienen la experiencia, quienes tienen años en la institución, quienes las han mantenido durante años y desde luego tendrán el respeto absoluto en nuestras propuestas (sic)”.
En temas de gobernanza, para Beatriz Paredes, uno de los grandes déficits es la falta de protección social para los trabajadores de la cultura, y el retiro digno para ellos. Padilla se refirió a 5 temas para “lograr una real gobernanza: la real descentralización, las políticas transversales, la autonomía de los centros culturales, el diálogo intercultural, y las condiciones dignas para los creadores”.
Asimismo, Padilla propuso “una política cultural que parta de la ciudadanía, y llegue a la ciudadanía. El estado debe ser un facilitador, un gestor y detector de talentos, un financiador, y articulador de iniciativas de los creadores. El estado está para escuchar, vincular, promover, articular, no para imponer”. Consuelo, aseveró que la cultura debe separarse de la política del país y garantizar la independencia de los creadores, y que el estado debe subvencionar y garantizar el acceso a la cultura, definir la política cultural en el país, y ser el mediador ante la sociedad civil y la iniciativa privada.
Un tema importante sobre las aportaciones de la iniciativa privada, mencionados por Padilla y Sáizar, fue el incremento de los incentivos fiscales, con base en el modelo francés e inglés. Esta sería una fuente de financiamiento importante. Otro tema también relevante, mencionado por Frausto, fue el “traducir todas las convocatorias de la Secretaría de Cultura, a las lenguas indígenas mexicanas”.
Consuelo propuso la creación de una cineteca en todo el país, no solo para la distribución, sino también para la investigación y resguardo de la memoria de cada una de las regiones. En este punto, sería pertinente pensar en un centro cultural plural que investigue, documente y promueva todas las manifestaciones culturales.
Es de llamar la atención que Alejandra Frausto hizo mención, sobre la redistribución de las creaciones artísticas y la necesidad de promover todos los productos que se apoyan, entre otros programas, los realizados a través del Fonca, “es muchísimo lo que de ahí surge, pero después no tenemos oportunidad de conocer”. Entonces, ¿fue más pertinente desaparecerlo?[3]
El papel de Cenicienta
Indiscutiblemente, todos queremos lo mejor para nuestro gremio y para nuestro país. De hecho, con las propuestas vertidas en ese diálogo, se puede desarrollar un programa de gobierno. Sin embargo, solo con buenas intenciones y pensamientos no lograremos nada. Seguiremos viendo pasar los sexenios y continuaremos en el mismo lugar, con los mismos problemas y con la misma lucha.
Parafraseado a Héctor Ariel Olmos[4], la sociedad civil se ha dado cuenta con mayor rapidez que los dirigentes, que la cultura tiene un papel relevante para el desarrollo del país. Esta importancia no es asumida por quienes diseñan y conducen las políticas culturales, que suelen aceptar con sumisión el papel de Cenicientas, debido a la visión vulgar de la cultura como adorno o entretenimiento. Si los propios no están convencidos de esta importancia, menos lo estarán los ajenos. En palabras de Consuelo Sáizar, “en el momento en que se comprenda que cada peso invertido es un peso que va a generar una prosperidad económica, que va a fungir como un motor económico, todos los que estamos aquí, vamos a lograr que la cultura tenga mejores presupuestos”.
Para lograrlo, entonces, necesitamos tener representantes de alto nivel en ambas Cámaras. De nada servirán propuestas si estas no son viables, reales, y que tengan quienes las defiendan ante los diputados y senadores, que son los que parten y reparten el pastel.
Esperemos conocer las propuestas de los tres aspirantes al gobierno federal, a través de los responsables en materia de cultura, que hasta el momento serán[5]:
Por parte de Claudia Sheinbaum, Regina Orozco, presentada como su enlace con la comunidad cultural, cantante que ha manifestado continuidad en proyectos del gobierno actual. Es importante tener en cuenta la poca tolerancia mostrada en redes sociales ante los señalamientos de su interpretación del himno nacional. Tiene una amplia trayectoria en los escenarios, pero no en la gestión pública.
Por el lado de Xóchitl Gálvez, está Consuelo Sáizar, comunicadora, con doctorado en sociología. Además de su preparación académica, tiene experiencia en la administración pública, tanto al frente del Conaculta, como del Fondo de Cultura Económica.
Y, por último, en relación con el candidato Jorge Álvarez Máynez, quien tuvo una atropellada precampaña, no se encuentra información de alguna o algún representante de cultura. Parece ser que han dispuesto más tiempo a apagar fuegos de escándalos mediáticos, que en construir un proyecto de nación. Al tiempo.
Cierro este escrito, con una opinión personal. Siempre he creído que si en verdad queremos tener una visión y desarrollo global de la cultura, quien encabece las respectivas secretarías de todos los niveles, no debe ser un o una artista. Aclaro que yo soy bailarina. Necesitamos alguien con una preparación en otros ámbitos, que sea capaz de en verdad proponer, articular, desarrollar y defender un proyecto cultural que contribuya al crecimiento real del país.
Si no obligamos a que las circunstancias nos favorezcan y que estos sean los tiempos para la cultura, seguiremos teniendo Cenicientas.
[1] https://www.excelsior.com.mx/opinion/pascal-beltran-del-rio/reflexiones/1636926
[2] Fuente: Calculadora de inflación (inegi.org.mx)
[3] https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Que-va-pasar-con-el-Fonca-20200409-0037.html
[4] Olmo, H. A. (2008). ¡Basta de Cenicientas! . En A. O. Héctor, & R. Santillán Güemes, Culturar Las formas del desarrollo. Buenos Aires, Argentina: Ciccus.
[5] Los rostros que darán rumbo a la cultura en 2024 – Reporte Indigo
Marcela Flores Ruvalcaba
Bailarina, gestora cultural, docente con especialidad en danza contemporánea; empresaria y productora cultural. Miembro del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Colima, donde forma parte de la mesa directiva. Maestra en Promoción y Desarrollo Cultural, licenciada en Artes Escénicas y egresada de la Escuela Nacional de Danza Contemporánea del INBAL. Fue docente del Instituto Universitario de Bellas Artes de la Universidad de Colima y de varios grupos de danza y teatro de Colima y la CDMX. Productora de obras de teatro, danza y música. Colabora como dictaminadora de artículos para la revista Estudios sobre las Culturas Contemporáneas de la Universidad de Colima.