Disculpe, empresario cultural ¿y usted, qué haría?

En la guerra del coronavirus, hay empresas del sector cultural que saldrán avantes. Demasiados intereses como para ver su desaparición. Es el caso de Cinépolis, de Alejandro Ramírez, de CIE, de Alejandro Soberón y de Televisa, de Emilio Azcárraga. (Ilustración: Paso Libre).

 

Las anécdotas se acumulan por montones. Las hay de todos sabores. Vienen de tres escenarios simultáneos que nos acompañan desde hace mucho tiempo. Son historias de amor, odio, tensión, camaradería, complicidad. Aleccionan para intentar determinar lo que veremos en los meses por venir en el sector cultural.

1 En esta esquina: los socialmente responsables, el creador, el que produce, el organizador genial, el emprendedor sagaz, el de la pequeña empresa que sueña en grande, el que tiene la gran idea para hacer más rico al ricachón o para hacer lucir en todas las carpetas de prensa, en los estelares de la realeza cultural, al señor o señora Potentada (o).

Aquí caben los que buscan mecenas, patrocinios, publicidad, intercambios más o menos equitativos, inversiones, recursos líquidos a cambio de deducir o acreditar impuestos, apoyos en especie, cadenas de proveduría, clientes chicos, medianos o grandes, en fin.

2 En esta otra esquina: las empresas transnacionales, los empresarios con negocios y dinero de sobra (o más o menos sobrados). A la vista de todos, o un poco escondidos, tienen canales para recibir iniciativas. Eligen con sumo cuidado, a veces no les importa perder algo de dinero si a cambio se sienten realizados con quienes se asociaron.

3 Y en la esquina de acá: los empresarios con intereses en el sector cultural, aunque no pocos digan que son empresarios de todo menos de cultura (digamos del entretenimiento, de la información). Por lo mismo, cuidan con celo su negocio y solo se asocian si hay… negocio. Actúan con el signo de pesos en la frente, pero son muy sensibles al valor simbólico que, por supuesto, monetizan.

Y de pronto llegó el coronavirus… Uno, dos y tres ¿y ahora qué?

 

El espectro de las micros, pequeñas y medianas empresas del sector cultural podría llegar a 100 mil unidades económicas. Es donde se concentra la mayor parte del empleo, la creatividad y la innovación. Es la franja más amenazada por el parón económico del coronavirus, pero a la vez, donde pueden gestarse las posibilidades de evitar la mortandad de muchas de ellas. (Ilustración: Paso Libre).

 

Vivir, morir o vegetar

Sigamos la numeralia.

3 Quienes habitan esta esquina resistirán con la claridad de que en el 2022 habrá franca recuperación. Saben que entre los ahorros en el gasto, quizá la venta de algún activo, el manejo estratégico de deuda, la reconversión temporal de alguna de sus líneas de producción, ciertas alianzas, la puesta en juego de algún paquete accionario, la transferencia de fondos de una subsidiaria a otra, la opción de fusiones, el descarte de unidades accesorias, librarán la batalla del coronavirus.

Dicho de otra manera, no desaparecerá, la Corporación Interamericana de Entretenimiento, Televisa, Cinépolis, Cinemex, Excélsior, Reforma, Radio Fórmula, MVS, TV Azteca y agregue a los potentados de este amplio frente del sector cultural.

1 Aquí habita el grupo más numeroso. Al tener un alto grado de vulnerabilidad, es donde se presentará el mayor incremento de la precariedad, de la caída en estado vegetativo y, lamentablemente, de la mortandad.

Sin embargo, por ser la comunidad con más intereses comunes, tiene la alternativa de generar pactos, acuerdos, fusiones, créditos concurrentes, políticas de producción y precios, agremiación para defender nichos o negociar con quien sea necesario, etc.

Podrían intentar ponerse de acuerdo para librar el periodo que corre y que, si el coronavirus lo permite, estará terminando por febrero o marzo de 2021. Para ese momento quizá salgan renovados, para sobrevivir con decoro el año electoral (fijándose en quién votan).

Dicho de otra manera, el universo de las micro, pequeñas y medianas empresas culturales, las organizaciones no gubernamentales, las universidades públicas. Hablamos del brazo creativo del país, donde yace la posibilidad de innovación.

2 Este es un grupo reducido pero poderoso. Popularmente se les conoce como el Club de los 400: de las fortunas que rondan los 400 millones de dólares. A sus dueños no les gustan los reflectores. Integramos en este numeral a las grandes y medianas empresas transnacionales, principalmente bancos, departamentales y farmaceúticas. Son garbanzo de a libra para los habitantes del número 1. Para los del número 3 son compadres o son de esos compañeros de viaje que no tienen de otra que llevarla más o menos en paz.

Así las cosas, entonces, disculpe, señora, señor del número 1 ¿y usted, qué haría?

 

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