POPAYÁN, COLOMBIA. En tanto dure la pandemia, incluso en la “ventana epidemiológica” posterior a cuando apenas empiecen a aplicarse las vacunas efectivas contra la COVID-19, sería de considerar, por parte de los creadores y gestores culturales, la diversificación consciente de nuestra oferta de bienes y servicios, sobre todo aprovechando la versátil red de potencialidades que es la Internet.
Rota la masividad en esa oferta, por la imposibilidad de hacer físicamente una serie de operaciones de presentación y venta de las mismas, por protección contra el contagio, es indispensable entender y utilizar la virtualidad como una herramienta alterna, tal vez más productiva, que las tecnologías manuales y cara a cara que usualmente han sido manejadas.
Fábricas que producen desde artesanías a manufacturas industriales de tipo artístico, ferias, fiestas, eventos multitudinarios, como conciertos, todo ello se contrae pero exige exploración de otras formas necesarias para la circulación comercial de nuestros productos y eventos con el fin de reequilibrar los estados financieros de nuestros emprendimientos, y sobre todo proteger su sostenibilidad.
Modos tales como trabajos editoriales de redacción y diseño gráfico, ciber y videoarte, traducción de obras en otros idiomas, consultoría técnica sobre lenguaje o pintura, locución, por ejemplo poética, desde el hogar, teleteatro, conciertos desde casa, enseñanza virtual de instrumentos, además de las ya conocidas plataformas de ventas que hasta con drones llevan los productos, pueden ser opciones para la difusión de métodos diversos de producción cultural, que tienen además la ventaja estratégica de ahorrar costos primarios como pagar locales de producción, renta de equipos, pago de stands o similares, que en la “normalidad” son pesado fardo económico, aunque necesario, para la realización presencial de nuestras ofertas.
Lo miro como editor: antes, contratar un stand en una feria tenía importante costo (una feria costaba una “feria”), incluso en divisas fuertes, si era una feria en otros países, para vender a lo sumo entre 100 a 500 ejemplares; hoy por la Red, puedes acceder, a un muchísimo menor costo, a todo el mundo, directo a las casas de los clientes que ya no tienen que ir al evento, y puedes hasta decuplicar las ventas ahora de ejemplares electrónicos, los famosos e-book.
Así pues, el horizonte de posibilidades para resarcir los daños iniciales del confinamiento no es tan negro; “no hay mal, que por bien no venga” y mejor si el bien es cultural y la diversificación nos implica, a corto plazo, una serie de ahorros y ganancias netas, que no sólo pueden ser monetizadas, sino también entendidas como APRENDIZAJES, tanto existenciales como tecnológicos, que nos amplíen las capacidades de ser PERSONAS NUEVAS en un mercado cultural ABIERTO a nuevas experiencias y modalidades de producción y oferta.
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Carlos Vicente Tapia Mosquera
Ciudad de México, 1967). Comunicólogo, escritor y gestor cultural. Actualmente dirige Ediciones Provokazzión con sede en Popayán (Colombia). Sitio web, Cantos y Cuentos del Provokazzionista