¿Es posible construir mejores festivales musicales?

El Hi Seoul Festival suma artes escénicas a su oferta musical. Desde 2016 cambió su nombre a Seoul Street Arts Festival. Arriba, una imagen de 2013. (Foto: Tomada de Flickr).

¿Es posible construir mejores festivales musicales?

En la nueva era, definir un festival musical depende de diferentes perspectivas. Consideremos que se trata de una celebración periódica con programas o eventos culturales y de entretenimiento con un enfoque determinado.

Consiste en presentar a una gran variedad de artistas de diferentes estilos en distintos escenarios que son programados durante algunos días para atraer a la mayor cantidad de audiencia posible. Muchos festivales son definidos por el género musical, es decir, integran exclusivamente a bandas de jazz, rock, música popular o clásica. Sin embargo, bajo ciertos esquemas se han ido estableciendo menos barreras en la programación.

Desde la perspectiva artística y estética, nuestra pregunta inicial abriría un debate interminable. Por eso, me centraré particularmente en abordar la importancia de desarrollar festivales musicales con una perspectiva de negocio, rentabilidad y sustentabilidad.

Impacto cultural

El impacto cultural de los festivales musicales es enorme. La interacción a través de la música y su lenguaje puede unificar criterios, identidades y establecer raíces a nivel humano que la nacionalidad política no puede superar.

Aunque el origen de los festivales musicales data de mediados del siglo XX, proveniente de la cultura hippie y de los sentimientos anti conflicto sobre la guerra de Vietnam (1959-1975)  —un patrimonio y legado digno de ser reclamado por la generación baby-boomer—, tiene sus raíces en los principios de la era moderna.

En la antigua Grecia, durante los Juegos Pitianos, la música estaba integrada a la competición junto con la danza desde el siglo VI antes de Cristo. En nuestros tiempos, eventos como los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol incluyen presentaciones musicales exclusivas para ofrecer alternativas a los visitantes de otros países durante las competencias.

De igual manera, los festivales musicales ofrecen yoga, círculos de lectura, exposiciones y mercados de coleccionables, entre otras actividades.

Pero existen otras áreas que se enriquecen con los festivales musicales. Se incrementan las visitas a museos, sitios arqueológicos, centros arquitectónicos, rutas gastronómicas e incluso a iglesias y catedrales, puesto que la religión sigue interpretando un papel artístico en las sociedades.

También es importante cambiar la perspectiva como promotores y diseñadores de festivales musicales, porque su organización va mucho más allá de simplemente seleccionar sedes y aprobar recursos para tener en el cierre a un artista de renombre.

Proyectar, no programar

Los festivales deben construirse con una proyección mínima de 5 años para cumplir objetivos específicos. Se acabaron las épocas de bonanza y cada vez es más difícil convencer a autoridades y patrocinadores para que colaboren en su desarrollo.

Sin este rumbo, los festivales están condenados a desaparecer durante los primeros tres años, puesto que no evalúan las necesidades culturales y económicas que les permitirán distinguirse de otros eventos similares.

Dependen de audiencias específicas y fidelizadas para su continuidad. Es decir, deben lograr una tasa alta de personas que regresen al festival por coincidir con su misión, visión y valores, y no simplemente porque es gratuito o positivo.

Un festival musical debe construir una estabilidad financiera sustentable para que se pueda replicar cada año, lo que significa evaluar sus prácticas de riesgo, optimizar el flujo de efectivo y disminuir la dependencia de terceros para su desarrollo.

También debe fortalecer las relaciones clave y desarrollar un beneficio mutuo con sus patrocinadores, socios estratégicos, anfitriones y gremios artísticos locales a través de su staff y comités designados.

Otra tarea clave es impulsar e incentivar la presencia y reputación del festival durante el resto del año. De lo contrario, se convierte en un evento comercial con publicidad contratada por un mes. Las actividades y seguimiento son importantes a través de los canales adecuados.

Y, sobre todo, hay que mejorar el liderazgo y la administración de los recursos captados. De otro modo, solo tenemos un evento musical programado desde lo técnico, sin impacto cultural, económico y social.

¿Cuántos “festivales musicales” conoces que reúnan estas características? ¿Cuántos desarrollan alguna de estas prácticas y cumplen con objetivos específicos de impacto real? ¿Podrías nombrar uno que promueva algo más que artistas populares como estrategia de éxito?

21 de agosto de 2019.

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