Hacia el PEF 2020: un vistazo a los “servicios personales” de la Secretaría de Cultura

Al crearse el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en 1988, se abrió una oportunidad de reformar la estructura laboral del entonces subsector de la Secretaría de Educación Pública. No fue así, a pesar del impulso modernizador de los presidentes Salinas y Zedillo. En la imagen, Víctor Flores Olea y Rafael Tovar y de Teresa. (Fotos: Wikipedia).

Ya viene el coco: la discusión y la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el 2020. Demos un breve paseo por las entrañas del ejercicio presupuestal del 2019 como una suerte de preámbulo a la obra dramática que se representa cada año.A través de la solicitud de información folio 1114100105919, del 23 de septiembre de 2019 (pueden descargar el documento), podemos enterarnos de la distribución del apartado de “servicios personales” de la Secretaría de Cultura federal (SC). Por lustros se ha construido una nociva (y desinformada) mitología alrededor del porcentaje que se destina y de los conceptos que abarca dentro del presupuesto del organismo. A este vislumbre dedicaremos las siguientes líneas, ya que al descontar estas partidas quedan los recursos que se dirigen hacia lo que se denomina “otros gastos operativos corrientes”, que a su vez cuentan con una desagregación en el ejercicio de los recursos financieros, mismos que demandan un posterior análisis.

Son 17 los conceptos básicos en que se dividen los llamados “servicios personales”. Según las condiciones de contratación, sea del Servicio Profesional de Carrera (o de confianza) o trabajador de base (sindicalizado); sea por el tipo de organismo de adscripción, pueden presentarse variaciones en lo que también se conoce como partidas.

  1. Sueldo base.
  2. Remuneraciones al personal eventual (contrataciones temporales).
  3. Prima quinquenal por años de servicios efectivos prestados.
  4. Primas de vacaciones y dominical.
  5. Aguinaldo o gratificación de fin de año.
  6. Aportaciones al ISSSTE.
  7. Aportaciones al seguro de cesantía en edad avanzada y vejez.
  8. Aportación al FOVISSSTE.
  9. Aportación al Sistema de Ahorro para el Retiro.
  10. Depósitos para el ahorro solidario.
  11. Cuotas del seguro de vida del personal civil.
  12. Cuotas para el seguro colectivo de retiro.
  13. Prestaciones establecidas por condiciones generales de trabajo o contratos colectivos de trabajo.
  14. Compensación garantizada (recursos que se suman a los salarios base, para convertirse en la suma integral del salario).
  15. Asignaciones adicionales al sueldo.
  16. Otras prestaciones.
  17. Pago extraordinario por riesgo.

Al Ramo 48 de Cultura le fueron asignados (redondeo cifras de aquí en adelante) 12,894 millones de pesos (mdp). En “servicios personales” se consumen 5,611 mdp, quedando en el segmento de “otros gastos operativos corrientes” 7,282 mdp. De esta cantidad, un porcentaje se destina a desembolsos fijos como impuestos que se trasladan al Servicio de Administración Tributaria (SAT) y al pago de servicios de luz, el agua, teléfono, internet, boletos de avión y viáticos de funcionarios así como de mantenimiento (en todos los sentidos), etc. En términos coloquiales, lo que queda de liquidez se destina a programas de trabajo (bienes, servicios y productos). La estimación de las cuentas finales se puede realizar a partir de los montos asignados por dependencia.

 

En la imagen, Sari Bermúdez, Sergio Vela y Consuelo Sáizar. El “bono democrático” y la bonanza financiera de los primeros años del gobierno de Vicente Fox sirvieron poco para fincar un nuevo modelo de institucionalidad cultural en México. Durante los dos sexenios de alternancia en manos del Partido Acción Nacional tampoco se pudieron cambiar las reglas del juego con los trabajadores sindicalizados. (Fotos: INAH,SC y UdeG)

 

Variaciones de la tierra al cielo

Veamos algunas líneas de análisis.

Una elemental: los recursos dirigidos a los “servicios personales” se alteran cuando se incrementan o se cancelan plazas de trabajo, o se disminuyen o aumentan prestaciones. Hasta la fecha se fijan en 14, 278 los empleados de la Secretaría de Cultura (fuente: revista Expansión, octubre de 2019, número 1260, páginas 21 a 27). Según nota de El Economista, a mayo de 2019 la dependencia reportó 97 ceses o retiros voluntarios. Al ser una de las carteras con más empleados por el alto número de instancias que la componen (supera a secretarías como la de Turismo, Relaciones Exteriores y Economía) las erogaciones de la planta laboral son las primeras a considerar a la hora de plantear el presupuesto del ramo.

Debo hacer un paréntesis. En periodos de mayor expansión laboral (1976-1984), el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) llegó a contar con más de 10,000 empleados en todos los niveles de contratación. El aparato cultural ha sido objeto de incesantes ajustes de plazas laborales permanentes (lo cual implicó el incremento de contratos de eventuales) desde 1985 (crisis con Miguel de la Madrid), luego en 1988 (fecha de creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), después en 1995 (fruto de “el error de diciembre”), en 2000 (bonanza foxista), en 2009 (crisis global), en 2013 (ajustes al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto) y en este 2019 de mano de la Cuarta Transformación (4T).

Dicho lo anterior, veamos algunos ejemplos de dependencias en gasto de esos “servicios personales” contra sus asignaciones totales de presupuesto para el año fiscal que corre:

  • Instituto Nacional de Antropología e Historia: 2,491 mdp de 3,739 mdp.
  • Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura: 2,068 mdp de 3,084 mdp.
  • Dirección General de Bibliotecas: 180 mdp de 249 mdp.
  • Dirección General de Administración: 115 mdp de 1670 mdp.
  • Dirección General de Culturas Populares: 96 mdp de 209 mdp.
  • Centro Nacional de las Artes: 94 mdp de 227 mdp.
  • Dirección General de Vinculación Cultural: 29 mdp de 930 mdp.
  • Dirección General de Radio Educación: 52 mdp de 76 mdp.
  • Paraestatal Centro Cultural Tijuana: 38 mdp de 76 mdp.
  • Instituto Mexicano de Cinematografía: 31 mdp de 231 mdp.

Tras una lectura básica, resalta la línea de análisis que tiene que ver con las disparidades que, por lo demás, son fruto de la historia del conglomerado cultural de gobierno. ¿Cómo explicar que el INAH y el INBAL cuenten con presupuestos tan similares con funciones complementarias pero diferentes? ¿Cómo se justifica el crecimiento de la nómina de Radio Educación para dejarla prácticamente inoperante? ¿Por qué una paraestatal como el Centro Cultural Tijuana consume el 50 por ciento del subsidio en “servicios personales” cuando se supone que es una empresa? ¿Quiénes y por qué permitieron estas situaciones?

En otra arista, la oficina de la secretaria Alejandra Frausto tiene un “techo” de 176 mdp. De ellos, 23 son de “servicios personales”, por lo cual de “gastos operativos corrientes” le quedan 152 mdp, es decir, bastante holgada para financiar proyectos incluso pagando sus servicios básicos. En sueldos base ejerce 5 mdp contra 6 mdp en compensación garantizada. Una parte del personal de la oficina es eventual, justamente, con una derrama de 1 millón 469 mil pesos.

 

Un largo historial tiene la lucha por las mejoras contractuales de los trabajadores de la cultura en las instituciones federales. Mientras estuvieron adscritos a la Secretaría de Educación Pública, delegaciones y secciones se dividieron en los dos bloques existentes: el SNTE y la CNTE. Al crearse la Secretaría de Cultura nacieron doce sindicatos, cada uno mirando por sus propios intereses. (Foto: SNDTSC)

 

Otro paréntesis. En lo relativo a la composición del salario integral (sueldo base más compensación garantizada) encierra una de las historias más dramáticas de las relaciones laborales de los tres niveles de gobierno (federación, estado y municipio amén de instancias como las universidades públicas) cuyo mayor impacto al paso de las décadas es el salario base para efectos de jubilación. Es decir, la persona tiene un salario en nómina pero a la hora de proceder a la jubilación el referente es el sueldo base. Sin duda, es demasiado tarde para recomponer esta abominable condición de vida: una condena para generaciones de mexicanos y algo con lo que ningún Presidente de la República podrá. Es algo de lo más cruel que nos dejó el largo dominio del PRI.

En la selva de los números, encontramos unos rincones dominados por el 0 (cero) y por el blanco. Me explico. La Dirección General de la Fonoteca Nacional aparece en el listado con 13 mdp. Y para “servicios personales”, 0. ¿De dónde salen las plazas y los salarios del personal? Eso no es todo. Otra paraestatal, Educal, tampoco registra un monto en “servicios personales”. La empresa que, como sabemos está prácticamente en quiebra, tiene un presupuesto de 32 mdp. En circunstancias similares el también “negocio” del gobierno, los Estudios Churubusco Azteca, tiene 29 mdp de “techo” contra 0 en “servicios personales”. Uno puede deducir que ambas empresas públicas absorben el costo de sus plantillas de personal. Magnífico pero ¿será cierto? y ¿de qué tamaño son?

Donde más cabe la duda es en la Fonoteca Nacional. Habremos de investigar y les contaremos.

De curas… sin chamanes

En la información solicitada, base de estas anotaciones, se consignan dos grandes bloques de la SC. El sector central, integrado por 18 dependencias, y 13 que conforman el apartado de órganos administrativos desconcentrados y entidades apoyadas. Como es sabido, la diferencia es descomunal: de 5,000 mdp, el sector central destina 722 mdp a “servicios personales”, mientras que el bloque de desconcentrados y entidades de 7,691 mdp consume 4,889 mdp en ese capítulo. De los dos institutos nacionales, el de Antropología e Historia entrega 472 mdp en prestaciones contractuales, en tanto el de Bellas Artes y Literatura suma 370 mdp.

Aunque sea de manera parcial, una vez que hemos abordado este universo -por momentos el gasto público resulta un pabellón del manicomio- lo menos que puede uno pedir a la administración encabezada por Alejandra Frausto es un esmero no solo en transparentar (diré traducir) la composición objetiva del gasto y su ejercicio. También la tarea de negociar con la Secretaría de Hacienda y con la Cámara de Diputados los ajustes que se puedan dar en el presupuesto para enderezar unos centímetros el vetusto edificio de la institucionalidad cultural. Impulsar una reforma cultural es un propósito que les queda muy grande. Como en el caso de la Catedral Metropolitana en la incesante batalla contra su hundimiento, detener unos centímetros al año su picada es una enorme conquista para evitar las probabilidades de un colapso irreversible.

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