La diversidad musical abre nuevos caminos y mercados en latitudes que antes se restringían al ámbito local. En la imagen, un poster anunciando un evento de Reggaetón en Nüremberg, Alemania. (Foto: Oriol Salvador/Flickr)
La provocadora aversión a la diversidad musical
El pasado 24 de septiembre se dio a conocer la lista de finalistas nominados a la XX entrega de premios Grammy. A diferencia de años anteriores, el género del reggaetón disminuyó su número de nominados y eso impulsó un movimiento por parte de artistas representantes del género con el hashtag #sinreggaetonnohaylatingrammy.
Artistas, productores, músicos, compositores, productores musicales, críticos y seguidores tomaron posiciones para otro desafortunado encontronazo digital a través de Twitter. Pero lo realmente grave es la miopía con que se abordó el tema en los medios, la comunidad musical o por parte de instituciones que se consideran defensores de los derechos de autor y de la comunidad creativa.
Tratar de comprender al Grammy y la subjetividad de su existencia es tema para otro artículo, así que dejemos la frivolidad del caso totalmente aparte. Centrémonos en el concepto de diversidad musical.
¿Qué es la diversidad musical?
Buscar el término correcto que defina un concepto tan amplio puede ser toda una aventura. Sin embargo, podemos concluir que existen tres formas de comprender mejor el concepto.
1.- La diversidad musical existe gracias a la libertad de expresión musical.
2.- La diversidad musical existe si hay pluralismo de estructuras musicales (repertorio, formas, géneros, tradicionalismos, combinaciones). Esta definición no es estrictamente técnica, pues desde esa perspectiva estaríamos limitados a reconocer y decidir objetivamente cuáles estructuras musicales son más diversas que otras.
3.- La diversidad musical existe si hay grupos de personas o de individuos haciendo música de forma conjunta o separada. En las discusiones sobre el tema existe el reconocimiento generalizado de que la coexistencia entre música proveniente de diferentes poblaciones y diversos grupos sociales son indicativos de diversidad musical.
Ahora, debemos entender que la diversidad no deriva necesariamente de la libertad de expresión.
Una tradición puede no valorar esa libertad y desalentar las desviaciones “libres” de sus reglas. La libertad de expresión individual puede producir música que encaja perfectamente dentro de una tradición o que se aleja tanto de la tradición que su único público confiable es su creador.
La libertad de expresión es necesaria en cierto nivel para la evolución de las tradiciones existentes o la creación en el tiempo de nuevas tradiciones. En ese sentido, la diversidad puede beneficiarse tanto de la nueva creación como de la preservación de las tradiciones existentes.
De igual manera, existen muchas maneras en que la diversidad musical puede verse amenazada. Desde la perspectiva occidentalizada de la industria, donde los conceptos y géneros musicales son apoyados con grandes presupuestos de marketing, la música local es desplazada de la tradición.
La música tradicional que ha crecido en el ámbito de la vida rural se debilita con el arribo de tradiciones provenientes de las grandes ciudades. Los gobiernos deben de enfrentar entonces múltiples características étnicas de poblaciones en constante búsqueda por asimilarse dentro de una identidad cultural. En casos extremos, como el fundamentalismo religioso, ciertos aspectos de la diversidad musical son prohibidos o señalados como prácticas inmorales.
Diversidad musical como política pública
Toda la diversidad musical es libre de ejercerse y se mantiene como un derecho irrenunciable para la mayoría de las sociedades. Con el acceso a internet, existe más oportunidad de ampliar la visión musical y acceder a otras culturas, incluso en países con bajo nivel de desarrollo.
Esto no significa que esté garantizada su recepción y aceptación desde la sociedad, los individuos y el gobierno mismo. La música es una expresión de identidad cultural donde el individuo encontrará motivación emocional y de apropiación cultural significativa sin estar necesariamente estimulado desde el punto de vista intelectual.
Los adolescentes encuentran en estos procesos una forma de separación y desafío a las tradiciones o a las restricciones que sus mayores les imponen, y mediante ellos buscan distinguirse socialmente y agruparse con un interés en común. Es un llamado hacia nuevos horizontes que les permite a los jóvenes ser evolutivamente adaptados a su realidad. Desde esta perspectiva, pierde sentido llamar a ciertos géneros como “buenos” o “malos” ya que simplemente se trata de arraigos culturales que pierden valor social y que serán relevados en su importancia con el paso de los años.
Los gobiernos pueden proteger a ciertos géneros musicales para evitar su desaparición, lo cual permite garantizar su acceso a nuevas generaciones con el enfoque de preservación musical como objetivo. Este tipo de acciones impactan a nivel global pues incrementan la diversidad musical en ese espectro ampliado.
Por el contrario, los gobiernos también pueden actuar a la inversa con la intención de regularla, como fue el caso del Congreso de Sinaloa donde diputados de Morena presentaron una iniciativa para modificar un artículo de la Ley de Educación para prohibir que “se realicen acciones que denigren a niños, adolescentes, o bailes o cantos que contengan mensajes de carácter eróticos, sexuales, discriminatorios, con misoginia, homofobia que inducen a valores decadentes o apología del delito”. En febrero de 2013, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) retiró una prohibición similar en el mismo estado, decretada en mayo de 2011 por el entonces gobernador Mario López Valdez.
Propuestas similares ya han sido realizadas en la Ciudad de México por Edith Ruiz Mendicuti en 2010 y Cristina Guzmán Fuentes este año, en Tabasco. Culturalmente es más fácil estigmatizar géneros como el narcocorrido, el reggaetón o la banda que trabajar en la apertura y reconocimiento de su significado, su historia o su origen cultural.
Un gobierno debe diseñar políticas que apoyen el desarrollo de la diversidad musical y no simplemente generar difusión a través de su exposición en los espacios públicos. En las sociedades tradicionalistas, apoyar el desarrollo de la diversidad musical se confunde con impulsar únicamente a aquellas propuestas que encajan con su concepto de la moralidad y del buen gusto. Y esta tarea puede resultar un reto pues significa abrir los valores individuales hacia prácticas y conceptos como la tolerancia, el respeto y la aceptación de otras realidades musicales, perdiendo el control creativo y cultural sobre ellos. Sea pública o privada, cualquier institución que critique, delimite, restrinja o descalifique desde alguna perspectiva a la diversidad musical, está lacerando garantías y derechos culturales fundamentales.
Los mariachis callaron
La sociedad civil y el sector privado participan intensamente en la difusión musical y su diversidad. El peor problema al que se pueden enfrentar ambos grupos son gobiernos carentes o indiferentes de su realidad, faltos de políticas públicas dedicadas a la diversidad y a la formación profesional objetiva. Lo único que puede preservarse bajo estos esquemas son los discursos descalificadores, los comentarios xenófobos y de segregación cultural que pueden generar cierta aversión musical.
El movimiento #sinreggaetonnohaylatingrammy es una valiosa oportunidad para replantear el verdadero cambio sobre políticas culturales y diversidad musical. Sin embargo ninguna institución, asociación o representante de la comunidad creativa y de la industria musical latina hicieron un llamado al reconocimiento de la diversidad musical como objetivo prioritario con respecto a la entrega de un premio.
Declaraciones como las del compositor Armando Manzanero son totalmente desafortunadas: “Tengan en cuenta que aunque Dios crea que el reggaetón es feo, yo no lo voy a decir, es un discurso que no voy a dar. Yo solo les digo que hay un vals que se llama Sobre las olas que todavía se toca en todo el mundo; una canción que se llama Bésame mucho la cual es un icono de la música mexicana, y es de Consuelo Velázquez; Solamente una vez de Agustín Lara; y mientras esas canciones pertenezcan a la Sociedad de Autores y Compositores Mexicanos (SACM), ésta puede estar tranquila”.
La tranquilidad proviene de las cifras que representa el mercado mexicano para las disqueras transnacionales. Por cuarto año consecutivo, América Latina es el mercado con mayor crecimiento acelerado en el consumo de música global. De acuerdo con las cifras del IFPI (International Federation of the Phonographic Industry – Federación Internacional de la Industria Fonográfica), la música recogió durante el 2018 un total 19.1 billones de dólares. México aportó el 14.7 por ciento de ese crecimiento lo que representa aproximadamente 2.8 billones de dólares. Es por demás sabido que la administración y el cobro de regalías de una gran parte de ese mercado en México ocurre a través de la SACM, misma que descuenta una comisión por manejo y gestión. Mejor tranquilidad, imposible.
Aparte de la perspectiva de Manzanero, ninguna otra institución se manifestó a favor de la diversidad musical. Ninguna institución pública, privada, educativa, asociación musical o creativa, medio o personalidad involucrada en el mercado de la música realizó una declaración para hacer un llamado y considerar el momento como una oportunidad para tratar el tema de manera objetiva, respetuosa y con apertura. O participaron avivando el fuego o callaron por temor a equivocarse.
Conclusión
La diversidad musical es una oportunidad única para las industrias creativas. Abarca aspectos de gran impacto social y económico como desarrollo cultural, derechos culturales y humanos, nacimiento inherente de nuevos medios de difusión, educación, formación públicos, cobro de regalías, nuevas disqueras, modelos de distribución y acceso. Tal vez el Grammy Latino busca obtener nuevos bríos mediáticos repitiendo la fórmula del año pasado, al declarar ganador de disco del año a Maluma. El Grammy no es la industria sino una mínima parte de ella que solamente se abre a la diversidad musical cuando le es conveniente.
En el siguiente artículo abordaré casos exitosos de su aprovechamiento en otras latitudes como Asia, África y Sudamérica. Para cerrar este artículo, me gustaría compartir con ustedes el Top 10 de temas musicales en Spotify México hoy. Gracias por leerme y nos encontramos en el siguiente artículo de Música y Negocios.
1.- China / Anuel AA, Daddy Yankee, KAROL G, J Balvin, Ozuna.
2.- La canción /J Balvin, Bad Bunny.
3.- Tutu / Camilo, Pedro Capó.
4.- Callaíta (Explicit) / Bad Bunny, Tayni.
5.- No me conoce – Remix / Jhay Cortez, J Balvin, Bad Bunny.
6.- El triste / José José.
7.- Yo x Tí, Tu x Mí / ROSALÍA, Ozuna.
8.- Señorita / Shawn Mendez, Camila Cabello.
9.- 11 PM / Maluma.
10.- Adicto / Anuel AA & Ozuna.
rmh@rafamendozamx.com
2 de octubre de 2019.
Rafa Mendoza
Rafa Mendoza es asesor estratégico y analista de la industria musical. Músico, ingeniero en audio, comunicólogo y mercadólogo en proceso. Se ha desempeñado como productor musical y diseñador de producción para Sony Music y sellos independientes. Es fundador y Director Creativo de Ad Libitum Incubadora, primer startup especializada en educación, emprendimiento, difusión, incubación y vinculación profesional para la industria musical. Ha impartido conferencias sobre el negocio de la música como UAEMEX, UNAM, UPAEP, Gobierno del Estado de México y recientemente en la Fonoteca Nacional.