Las conductas actuales: la “iconización” acelerada

Cosa de un saludo… (Imagen tomada de muycomputer.com).

 

En memoria de otro de mis hermanos: Leonardo Ortiz

 

ENSENADA. Nuestro desconocimiento del silencio nos impide, hoy, a la mayoría de nosotros apoyarnos en él, como los místicos y otros practicantes de la meditación, para acumular sabiduría a través de esa práctica, la del silencio (por ejemplo, practicando de manera acuciosa e intensa la lectura). Por el contrario, acompañados en la actualidad de forma continua de las pantallas (del celular, la computadora o la televisión) ella, esa pantalla sólo se entiende si va acompañada de sonido; cuando carece de él es como si estuviera muerta (a lo mejor por eso, hoy, cuando nos vemos, sin quererlo, conducidos al silencio, casi, o totalmente, nos sentimos muertos, por falta de la bulla, del bullicio). La pérdida del poder de aprendizaje con ese método es hoy brutal (así lo marcan todos los indicadores respectivos), lo que nos marca, en términos educativos, el poder y la necesidad de la convivencia social y la urgencia de retornar a ella.

Esa “iconización” creciente a la que hoy estamos sometidos (obligados de hecho, todos, al “home office”) desde la infancia hasta la edad adulta, nuestro tiempo de familiarización con la pantallas, aparte de nuevo, ha sido muy acelerado, y si bien un número reducido de nosotros tuvimos oportunidad de entrenarnos (en particular a través del celular, menos con la computadora) con las pantallas animadas de muy diversas maneras, hemos sabido -cada vez más- que ellas, las pantallas, cuando son parte del trabajo diario, requieren de un entrenamiento y familiarización intensos y crecientes, ya que todo aquello vinculado con la IA (como hoy casi todas las pantallas cuyo manejo tecnológico se basa cada vez más en inteligencia artificial) está sometido a cambios acelerados y no se puede quedar al margen de ellos si se quiere mantener la familiaridad y cercanía con esto (todo lo que se basa, cada vez más, en inteligencia artificial). Pero, ¿qué sucede cuándo la pantalla se convierte -como hoy sucede en gran medida- en escape hacia mundos ficticios cargados de violencia y sucesos imposibles de concretarse, como son los de casi todos los videojuegos que es, en gran medida, en lo que hoy se ocupan las pantallas? Esa comunión intensa, hoy, con una pantalla convertida, la mayor parte del tiempo, en caja idiota, está generando conflictos de naturaleza múltiple y diversa entre los humanos (particularmente entre los más jóvenes), los cuales apenas se comienzan a vislumbrar y que van desde el suicidio, la depresión y las enfermedades mentales, hasta aquellos de carácter físico como es la obesidad, las lumbalgias y el encorvamiento acelerado.

Ese regreso, forzado, a la casa se ha vuelto un reclutamiento que, hasta hoy, en lugar de rendir frutos positivos, por el contrario ha sacado a luz un conjunto de debilidades humanas de muy diversa naturaleza, por el hecho de falta de entrenamiento del humano contemporáneo para “vivir en casa” por temporadas largas, como si ése fuera un páramo hostil y ajeno a nuestra naturaleza. ¿Podrá el humano, de nuevo, volver a conquistar la casa como un territorio en el cual, con el silencio presidiendo gran parte de la vida diaria, el hombre puede ser cada vez más hombre (y claro, mujer)?

 

*Sólo estructurador de historias cotidianas

Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

gomeboka@yahoo.com.mx

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