Los poderes de Fuentes y Paz: literarios, políticos ¿económicos?

A la izquierda, el escritor y ministro de Cultura de Francia André Malraux (1901-1976), al lado de quien dirigiera el Fondo de Cultura Económica y Siglo XXI Editores, el argentino Arnaldo Orfila (1897-1997). Ambos intentaron apoyar los afanes editoriales de Paz y Fuentes. (Imágenes tomadas de ediciones.com.mx y arggce.blogspot.com).

 

Con esta vamos a la sexta entrega. Este es un episodio lento, de las páginas 299 a 315. Hojas que transpiran variaciones sobre los poderes que acumulan los protagonistas de Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad, de Malva Flores (Ariel, 2020).

Son los poderes literarios y políticos volcados sobre el poder que les escurre el bulto: el económico. Ambos personajes, en esos años 60, no han acumulado riqueza; dicen haber sufrido por el dinero.

No se juntan con gente rica, no los apadrina mecenas alguno, la palabra negocio no asoma en su vocabulario, ni idea tienen de que con el tiempo literatura y política les darán fortuna.

Son años de búsqueda de fondos para poner en circulación una revista. No hay más plan que alguien (persona, institución, empresa, incluso un gobierno extranjero) ponga la lana para echar en altamar un barco simbólico cuyo poder que vislumbran. Tampoco se advierte el producto como medio de financiamiento editorial. Incluso podemos observar las limitaciones en el manejo de los conceptos.

Para consumar el objetivo, todo se vale.

Inicios de 1967, Octavio Paz le escribe a Carlos Fuentes contándole que ya habían hablado juntos Arnaldo Orfila, Tomás Segovia y él. La revista se publicaría patrocinada por la editorial Siglo XXI “pero esto no implica ningún control ni propiedad material, intelectual o ideológica de nuestra publicación. Subrayo la palabra nuestra para indicar que la orientación y dirección de la revista sería de la responsabilidad exclusiva de nosotros tres: tú, Tomás y yo”. Sería mensual, con dos ediciones: mexicana y argentina. Orfila había propuesto como nombre de la revista “La palabra enemiga”.

Desean un ente crítico, con énfasis en la traducción, sin comité internacional pero con corresponsales en Europa y América, con Tomás Segovia como Secretario o Jefe de Redacción a quien “se le daría un pequeño sueldo, una secretaria y un local en Siglo XXI”.

 

El Embajador Octavio Paz recibe a su amigo Julio Cortázar en la India, donde se confrontan dos estilos de vida. (Imagen tomada de nytimes.com, fotografía de 1966, cita colección Marie José Tramini).

 

En ese 1967 Carlos Fuentes pasa por una difícil situación económica. De repente se encontró con solo 100 dólares en los bolsillos “y aquí empieza A Tale of Two Cities en la que tu amigo, convertido en un Pimpinela Escarlata sin más misión que salvarse a sí mismo de la guillotina, he debido ejecutar un acto de equilibrio digno de los insignes circos de Barnum & Bailey”.

Al seguir el relato de Malva Flores en Estrella de dos puntas se sabe que no obstante los inconvenientes, Fuentes había hablado con Segovia, quien le confesó no tener fuerzas para realizar la revista en México. (“Conociendo el trato imbécil que nuestros compatriotas le reservan a Segovia, le concedo la razón”).

Una ida a París en ese año 67, ante la posibilidad de alcanzar recursos del gobierno de Francia, provoca que Paz le diga a Segovia en una carta que “es indispensable que yo, personalmente, haga la gestión para obtener el dinero de la revista. Si no contamos con esa ayuda quedaríamos exclusivamente supeditados a los mecenas mexicanos” y la cantidad que Orfila pensaba conseguir en México le parecía insuficiente. “Lo que me cuentas de la actitud de Orfila me inquieta mucho. Yo le escribí hace tiempo y no me ha contestado. ¿Será porque le “desencanta” el financiamiento plural de la revista? No quiero ni puedo creerlo. Al principio, aceptó con entusiasmo la idea…”.

Arriba el año de 1968. Desde Delhi, Paz manda una misiva a Segovia, donde le da noticia de un encuentro en París con André Malraux, el escritor y ministro francés de cultura. El proyecto de la revista lo entusiasmó. “Cree que podrá conseguir una suma importante aunque, con realismo, me advirtió de los obstáculos y peligros”. La posibilidad de que la ayuda partiera del Ministerio de Negocios Extranjeros supondría “una fiscalización no económica, sino política o intelectual”.

En esa conversación parisina, también se proyecta la amenaza de que la revista fuera etiquetada “dentro de la perspectiva tradicional del rayonnement de la cultura francesa”. Por último, cuenta Paz, los nubarrones abarcan “la avaricia y la estrechez del Ministerio de Finanzas” y la intervención de los “burócratas de la política, la cultura y las finanzas. Pero cree que puede vencer todos esos obstáculos”.

Panorama bien complicado.

 

También amigos no exentos de diferencias, Carlos Fuentes y Julio Cortázar en una estampa de 1975. (Imagen tomada de letras-uruguay.espaciolatino.com).

 

En el remolino de los acontecimientos de unas cuantas semanas, Octavio Paz redacta una carta a Malraux, la cual es entregada por el mismísimo Fuentes en ese enero de 1968. Las líneas anuncian que su amigo Carlos se hará cargo “de los siguientes pasos”, y que tras repasar lo conversado en aquella comida parisina “no estaba en el espíritu de los mexicanos más que el establecimiento de un diálogo con la cultura francesa”.

Chao fondos del gobierno francés.

Cerremos esta sexta entrega en torno a Estrella de dos puntas, de Malva Flores, rescatando que el 29 de enero de 1968, llegaron a la India Julio y Aurora Cortázar, para compartir en la hermosa casa y sede de la Embajada de México.

Según el argentino, reconstruye Malva, “había tantas habitaciones y criados que se sentían incómodos”. Le cuenta entonces el autor de Rayuela a su amigo Jean Bernabé que “solo el afecto de Octavio y su mujer nos rescata un poco para un tipo de vida para el que yo no he nacido (Aurora sí, pero ya sin esperanzas de que yo pueda proporcionárselo alguna vez)”.

Cortázar volvería a insistir en el tema en una carta a Julio Silva semanas después: “Octavio y Marie José están muy bien y vivimos los cuatro en una casa digna de las Arabian Nights, con tantos criados que me da un poco de asco, y unos jardines con flores y pájaros increíbles”.

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