¿Qué hacer para vender?

Ejemplos de cerámica elaboradas por Manuel Velázquez. Piezas de alta temperatura, producidas y pintadas a mano. Piezas únicas. (Imagen proporcionada por el autor).

 

XALAPA. ¿Cómo es posible insertarse en un mercado? ¿Existe un mercado para el arte?

Quizá estas preguntas son las que saltan primero cuando se toca el tema del mercado del arte con algunos artistas o estudiantes. Un alumno de arte, busca aprender a hacer solamente “arte” y no negocios, desconoce cómo insertarse en el mercado. Por lo general, la mayoría aún asocia el concepto de arte con la creencia tautológica de que la finalidad del arte es “el arte en sí mismo”. El prototipo del artista se vincula todavía con la figura del bohemio, junto a una serie de estereotipos totalmente opuestos a la de un profesional del arte, que es semejante a un médico, un abogado o un dentista; es decir, una persona comprometida con su profesión y que vive de ella.

En el mundo del arte existe el principio que nada es más importante que el arte. Algunos lo creen de verdad; otros saben que decirlo es de rigor. Sea como sea, el mercado del arte suele ser considerado desdeñosamente como un contaminante. Se acusa que lo que se quiere en el fondo es “prostituir la cultura”. Por eso es importante comprender cabalmente la obviedad de que la misma obra que cumple con propósitos artísticos, estéticos, temáticos, conceptuales o personales, simultáneamente es un objeto comercial.

Es fundamental que los artistas incorporen estrategias que les faciliten llegar a un mayor público de acuerdo a su propia producción cultural. Hay que tomar en cuenta que no podemos hablar de un solo mercado del arte. Existen diversos mercados para el arte. Cada producto cultural, cada proyecto cultural, cada manifestación artística genera, por su particularidad, su propio mercado.

Los creadores deben pensar en el público, en el nicho de mercado al cual se quiere llegar y las tácticas necesarias para acercarse a dicho público y comenzar desde ahí el desarrollo de su obra. Pensar en el público, analizar sus fortalezas y sus debilidades permite un adecuado estudio de los consumidores culturales, identificando las adecuadas prácticas de mercado que se tienen que crear, diseñar e implementar. Hay toda una serie de estrategias en materia de mercados del arte; pero antes es importante saber que el mercado también determina la producción artística desde su enseñanza.

En los ámbitos de la distribución cultural, el promotor cultural, artista o hacedor de cultura debe recurrir a estrategias creativas para difundir y divulgar su proyecto; no es posible que el arte y la cultura se asocien al tedio y al aburrimiento. Las estrategias se deben construir con mucho ingenio, con herramientas propias del producto cultural; con prácticas de mercadotecnia convenientes para el arte. Permitir que una exposición se convierta en un espacio de investigación, diversión y aprendizaje, generar campañas publicitarias ricas en creatividad que sorprendan al espectador, utilizar las redes sociales para difundir lo que se hace. Los medios y las tecnologías deben ser usados en la promoción cultural para diversificar, comprender y construir mercados. La tecnología posibilita hoy en día poder difundir con mayor velocidad los productos culturales. Difundir la obra de manera electrónica, en esta época es necesario; hay que seleccionar la obra y moverla, difundirla por la red.

Atendiendo a lo anterior, se tiene que aceptar al mercado como uno de los generadores de pautas artísticas, no es el único, pero sí uno de los factores que más determina la producción artística desde su enseñanza. Generalmente se olvida que el mercado artístico es un “eje rector parcial” de cosas que suceden durante la educación artística. La retroalimentación del mercado en el proceso educacional es lo suficientemente fuerte como para condicionar la enseñanza en las escuelas de arte.

 


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