
Los años recientes acumulan un amplio catálogo de historias alucinantes. Desde hace poco más de un mes, tiene lugar la que, estimo es, hasta ahora, la más sensacional del acervo cultural. En ella, vemos a dos de los orgullos artísticos nacionales lanzar al cielo su mirada, una vez leído el “Testimonio de una vida en los museos Diego Rivera Anahuacalli y Frida Kahlo Casa Azul”, elaborado por quien dirigiera estos recintos, Hilda Trujillo, gestora cultural a toda prueba, que dio a conocer en su blog el jueves 3 de abril.
Con desespero, los artistas llevan su mirada a las tres mujeres que son, en buena medida, en esta etapa de su reinado desde los cielos, responsables de su legado. Para Frida, resignada desde hace tiempo a la vorágine de su consumo por las masas convertido en millones de dólares y pesos, ella subrayada hasta la saciedad, como emblema del género, resulta insólito que sus ¿admiradoras? la presidenta Claudia Sheinbaum, la secretaria de Cultura, Claudia Curiel y la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez, no muevan un dedo para salir a aclarar lo que con profundidad el testimonio de Trujillo demanda.
Bien sabido el estilo de Diego con las mujeres, sobre todo cuando se le relaciona con una de ellas que, también desde los cielos, mira el degradante espectáculo, Dolores Olmedo Patiño, experimenta también un estado de abandono. El muralista murmura otros nombres ya que, en el escándalo, van acompañados. Dice Alejandro Díaz de León, quien gobernara el Banco de México y más enfurruñado, el de Carlos Phillips Olmedo. Rivera piensa en eso de los hijos e hijas que heredan héroes y lanza sus ojos a Isolda Pinedo Kahlo quien, al iniciar el siglo XXI, dio contorno a las claves para convertir a su tía Frida en un negocio redondo.
Al seguir estilos del pasado que vale la pena no arrumbar, las mujeres que, juntas, tienen el poder necesario para resolver problemas, ni ven, ni escuchan, ni hablan acerca de lo que el valiente y sustentado testimonio de Trujillo les ofrece. De entrada, por tratarse de Frida y Diego, relamidos por el santísimo nacionalismo como por la usura, se niegan a poner en claro lo que Rivera signó en el fideicomiso del Banco de México. Al no hacerlo, se abona en la ya acreditada operación acomodaticia de la transparencia.
Luego, tienen la oportunidad de poner freno al despropósito que es arrancar el Museo Dolores Olmedo Patiño de su sede original, para convertirlo en un atractivo más del parque de diversiones Aztlán. Al grito de primero los negocios, valiendo gorro la voluntad testamentaria de la amiga de Rivera, las habitantes del segundo piso de la 4T que reivindican a lo largo del territorio a las mujeres, permiten tal atropello.
Lo expuesto por Hilda Trujillo permitiría a Sheinbaum, Curiel y Rodríguez, desplegar una intervención a los recintos museísticos. Sobre todo, actuar al Banco de México. Mucho debería aprender de lo que hace el Banco de la República de Colombia, desde hace décadas, con el patrimonio y la infraestructura cultural de su país. He sido insistente, a lo largo de los años, en la pertinencia de que nuestro banco central ajuste su paradigma y sea más participativo del quehacer cultural.

Hay más que le deben agradecer, antes que disputar con Hilda Trujillo, mujer como ellas, a diferencia de como lo hace Carlos Phillips Olmedo, cual jeque. Les facilita pedir al Congreso de la Unión que se establezca una comisión de legisladoras y legisladores. Se trata de realizar una investigación sin precedentes en el historial de alborotos de la cultura nacional.
Es propicio el momento para encontrar las obras extraviadas, mostrar el diario y las páginas que se le arrancaron, las anomalías de una construcción donde hubo dinero público. De dejar en claro que los coleccionistas y las casas de subastas, como ocurre con las piezas prehispánicas, deben profundizar los mecanismos de posesión y protección a la autenticidad de las obras de Kahlo y Rivera. Adicionalmente, poner límites a la familia que ha convertido a la tía pintora en una máquina registradora y que, por lo mismo, ha favorecido un vomitivo mercado de piratería como un indignante fetichismo aquí, allá y acullá.
De no actuar la presidenta, la secretaria y la gobernadora definirán en el surrealista episodio que, por ser los artistas unos “rock stars”, no son santa y santos de su devoción y, además, conservadores.
Enlaces:
“Testimonio de una vida en los museos Diego Rivera Anahuacalli y Frida Kahlo Casa Azul”.
Acerca del Banco de la República de Colombia
https://pasolibre.grecu.mx/colombia-banco-central-con-funciones-culturales-un-ejemplo-para-replicar/
https://pasolibre.grecu.mx/el-sector-cultural-necesita-un-banco-con-ideas-modernas/

Eduardo Cruz Vázquez
Eduardo Cruz Vázquez periodista, gestor cultural, ex diplomático cultural, formador de emprendedores culturales y ante todo arqueólogo del sector cultural. Estudió Comunicación en la UAM Xochimilco, cuenta con una diversidad de obras publicadas entre las que destacan, bajo su coordinación, Diplomacia y cooperación cultural de México. Una aproximación (UANL/Unicach, 2007), Los silencios de la democracia (Planeta, 2008), Sector cultural. Claves de acceso (Editarte/UANL, 2016), ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte, 2017), Antología de la gestión cultural. Episodios de vida (UANL, 2019) y Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020). En 2017 elaboró el estudio Retablo de empresas culturales. Un acercamiento a la realidad empresarial del sector cultural de México.