Sheinbaum: secretaria de Cultura ¿oculta?

El tapadismo de pronto quiere volver al ruedo. (Imagen tomada de pxfuel.com).

 

Al mirar otros tiempos sucesorios, era claro en la campaña de Miguel de la Madrid que Juan José Bremer sería reivindicado tras su escandalosa salida del INBAL en el gobierno de López Portillo. Fue designado subsecretario de Cultura de la SEP. Cuando el candidato Salinas de Gortari recorría el país, se vio claramente a Víctor Flores Olea. Luego Ernesto Zedillo no titubeó en dar pase automático a la ratificación de Rafael Tovar y, aunque trató de desmarcarse, Sari Bermúdez estaba claramente preelegida para el Conaculta de Vicente Fox, como Sergio Vela con Felipe Calderón y nuevamente Rafael Tovar con Enrique Peña Nieto.

En la trama electoral del 2018, el PRI tardó en designar a César Moheno como responsable del tema cultural. Por el lado del PAN/MC, había la certeza de que al aceptar Raúl Padilla entrarle a la justa sucesoria, era porque presidiría el Conaculta de ganar Ricardo Anaya.

El naciente partido Morena, en la ceremonia del 20 de noviembre de 2017 para presentar el Proyecto de Nación de AMLO, una de las oradoras fue la escritora Laura Esquivel.

La entonces diputada, tajante y feliz, leyó ese 20 de noviembre en el Auditorio Nacional varias líneas dedicadas al sector cultural. Con las miras de quien se veía como secretaria de Cultura, soltó: “La cultura es el eje transversal de toda transformación revolucionaria”.

Con encendida voz dijo que “el programa de cultura será democrático, incluyente, pluricultural, abierto a las expresiones del mundo, participativo, que valore nuestra herencia cultural, y proteja nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural”.

En el credo con rosario subrayó: “El Estado mexicano dejará de ser un realizador y coordinador de actividades culturales para convertirse en un propiciador, de manera que su papel sea el de impulsar el desarrollo cultural de las comunidades, de los pueblos indígenas, de los barrios urbanos, de las zonas rurales, de las entidades periféricas, y en general, de toda la población mexicana”.

De igual manera, “todas las micro, medianas y grandes empresas cuyo objetivo sea la promoción de la cultura en cualquiera de sus manifestaciones tendrán una atención adecuada por parte de los gobiernos locales, estatales y federal”.

Así cerró Esquivel: “La cultura específica de una colectividad implicaría una síntesis original de tres dimensiones: la capacidad creadora e innovadora de la colectividad, su facultad de adaptación y su voluntad de intervenir sobre sí misma y sobre su entorno. En resumen, la cultura hace existir una colectividad en la medida en que constituye su memoria, contribuye a cohesionar a sus actores y permite legitimar sus acciones. En otras palabras, la cultura, socialmente, es determinada y determinante, estructurada y estructurante. Estructuremos una cultura de paz”.

Pero el 14 de diciembre de 2017, AMLO da a conocer su gabinete en caso de ganar: más que sonriente, debuta en el escenario Alejandra Fraustro. Entre lo que perfiló algunos recordarán el folleto El poder de la cultura. Eran líneas de significados para un país providencial, las ausencias ya señaladas de la política cultural del siglo XXI: la dimensión económica de la cultura, la agenda digital, la democratización de la cultura, el ataque frontal al empoderamiento de la burocratización de la gobernanza, la cultura como recurso de sanación de cara a los conflictos delictivos, la cultura para la paz, la restauración del tejido social, la sustentabilidad para el desarrollo. Un ramillete de aseveraciones para imaginar en conjunto el horizonte del futuro.

Cuando se creó en la SEP la Subsecretaría de Cultura en 1959, la presidió la maestra Amalia González Caballero de Castillo Ledón. Pasaron 41 años para que otra mujer encabezara el organismo rector del campo. Sari Bermúdez dirigió el Conaculta de 2000 a 2006. (Imagen tomada de semmexico.mx).

 

Laura Esquivel declinó ser subsecretaria con Fraustro y logró después ser embajadora.

En la justa de 2024 Morena designó a tres mujeres como operadoras de la agenda cultural: Susana Harp, Ana Francis Mor y Regina Orozco. Si bien la responsabilidad de los diálogos de la transición ha recaído en Harp, dando nacionalmente un recorrido propio de una futura secretaria y no de senadora reelecta, ninguna se ve, hasta ahora, cantada para la Secretaría de Cultura ¿a quién oculta Claudia Sheinbaum? En tanto que Xóchitl Gálvez define a su responsable del tema como segura titular del ramo, Consuelo Sáizar. Recientemente, la aparición de Ruth Alejandra López, uno se la puede imaginar de secretaria de Cultura si ganara Jorge Álvarez Maynes.

Con toda tranquilidad, la elegida para el despacho de la calle de Arenal (que no el de Tlaxcala) de la candidata Sheinbaum aguarda el momento. ¿O él tan campante?

A Susana Harp le ha correspondido la mayor responsabilidad de interlocución en la campaña de Claudia Sheinbaum con la comunidad cultural. (Imagen tomada de la cuenta de Instagram de Susana Harp).

 

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