Texcoco: ¿la decisión del presidente?

¿Y resurgirá del fondo de las aguas? (Imagen tomada de larepublica.pe).

 

Para quienes buscamos fuentes que ayuden a la comprensión de la historia del sector cultural, el documental “1982: La decisión del presidente”, difundido en 2011 por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), se convirtió en un material invaluable, de visita recurrente. El relato de la nacionalización, a la extranjerización, al rescate de la banca, de José López Portillo a Carlos Salinas a Ernesto Zedillo, entrevera sucesos culturales que siguen siendo insuficientemente estudiados. Cuando uno da talleres y cursos, gracias a dicha producción los asistentes descubren numerosas líneas de análisis que causan asombro por la elemental influencia en sus campos de trabajo.

El CEEY repite la dosis de ensamblaje con el reciente lanzamiento de “Texcoco: La decisión del presidente” (disponibles en https://ceey.org.mx/contenido/que-hacemos/documentales/) asunto disperso en cuatro entregas audiovisuales y tres libros descargables. En efecto, es la trama que aparentemente ha culminado con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAICM) y el empoderamiento, hasta ahora, subsidiado, del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

A diferencia de 2011, en esta década del siglo XXI asistimos a un momento donde el análisis sectorial de la cultura, con una lentitud exasperante, cuenta con más herramientas para sacarle vetas a investigaciones como las del CEEY. De ahí que, en el título de esta colaboración, nos hagamos la pregunta de si, la cancelación de la mega obra en Texcoco, fue estrictamente el uso de una facultad del gran poderoso que radicaba en Palacio Nacional. Así lo atribuye la pieza reporteril tras los numerosos testimonios y evidencias ofrecidos.

Es natural que, al dar mi respuesta, se me diga que no me haga bolas, que en “Texcoco” queda de sobra aclarado que el exmandatario López Obrador ejerció, como lo hizo López Portillo, el poder absoluto e intocable del presidencialismo mexicano. Sin embargo, a diferencia de 1982, la decisión de 2018 fue una consecuencia más de la anemia de marcos conceptuales de desarrollo cultural (la ausente aplicación de la factibilidad cultural del desarrollo, prevista en la escuálida Ley de Planeación) la que subyace en el desenlace.

Se equivocan quienes estiman que el sector cultural se reduce al cauce de las artes, del humanismo, el audiovisual y las tecnologías, entre otras áreas, con su toque de perspectiva económica. La visión corresponde a la de todo sector que edifica lo nacional, como lo observamos justamente en estas semanas con el manejo de las relaciones comerciales con Donald Trump, entorpecidas no sólo por aranceles, también por la falta de estrategia cultural.

En lugar de delimitar un vasto predio para el crecimiento a futuro, el AICM prontamente fue rodeado por la urbanización del Distrito Federal La imagen corresponde a inicios de los años 30. (Imagen tomada de Facebook de ICA México).

 

Por ello, la decisión del tabasqueño respecto a Texcoco es consecuencia de una ciudad expandida sin planeación cultural (otros dirán urbana) como de funcionarios que, al ignorarla por cuantiosos intereses, sometieron a la zona donde permanece el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a su vulnerabilidad como agotamiento en lugar de prever su natural expansión con el paso de los años.

Los protagonistas de las soluciones aeroportuarias de Vicente Fox a Enrique Peña que alimentaron la decisión de López Obrador, con sus personeros, tienen sus precursores. Así es, hablamos de una cauda de políticos, empresarios, ambiciones, corruptelas, infortunios y cegueras en el ejercicio de la función pública desde los años 50 del siglo XX, cuando se finca el edificio de la industria aeronáutica. En lectura amplia, son bagajes culturales claramente identificables y de eso no se ocupa el documental.

Entramparse en la ensalada política y técnica de Texcoco: La decisión del presidente, será, por un tiempo, útil al debate en los círculos especializados ya que, lamentablemente, son fuentes cuya factura les alejan del ciudadano común. Desde el nicho del análisis sectorial de la cultura, lo más relevante es responder ¿por qué se llegó al escenario propicio para el uso del poder presidencial como el siempre genial garante del desarrollo, cuando lo que se ha desprendido es, hoy en día, un panorama poco alentador para las necesidades aeroportuarias del país en no menos de una década?

Gracias al documental del CEEY se comprende que parte de la respuesta la encontramos en la deficiente formación cultural de la sociedad mexicana. Por ello uno se sobresalta con lo que es ahora el terreno donde fue el NAICM, con el milagro operativo del AICM, acude al ya elefante reumático que es el AIFA y se contagia del desdeño por la terminal de Toluca. Pero, ante todo, permea la imposibilidad de conciliar la factibilidad cultural del desarrollo, de traspasar las ocurrencias sexenales, de ponerse de acuerdo para lo que debería ser causa común.

 

Del AIFA salió un museo dedicado al mamut y otros hallazgos en la zona. (Imagen tomada de infobae.com).

Share the Post: