Consuelo Sáizar*
El 8 de marzo del 2020,
las mujeres de México,
acompañadas por las jacarandas,
vivimos una explosión de color y de alegría en las calles;
de dolor y de duelo en el encierro del día siguiente.
nos tomamos de la mano para hacer visibles la violencia contra nosotras,
y la crueldad insoportable de los feminicidios;
nos vestimos de un mismo color morado para mostrar
contundentemente
nuestro derecho a vivir seguras;
el poder caminar en las calles sin peligro alguno
sin sentirnos amenazadas solo por ser mujeres.
no adivinamos entonces,
que solo unos días después
un virus nos obligaría a confinarnos, a aislarnos.
Cuando nos vimos, todos, con la obligación del encierro,
nos invadió el desasosiego, la perplejidad, la conmoción.
Había que buscar asideros para salir adelante;
en mi caso, tomé la decisión de concluir la tesis del doctorado en Sociología que estaba cursando en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.
Y de caminar, de leer, de ver y de escuchar historias,
en los pocos ratos libres que me dejaba la escritura.
Fue, pues, la Cultura la que acudió en mi auxilio
para evitar las pesadillas,
para paliar la incertidumbre;
para llenar mis horas
de belleza, de preguntas, de ideas, de enseñanzas,
y de nuevos sueños.
Esos días de encierro, algunos llenos de sol y de noches azules,
estuvieron llenos de grandes libros y de películas inolvidables;
de textos que, como la migrante digital que soy, leí, vi y escuché,
de palabras memorables y de imágenes que me estremecieron,
estuvieron bordados con la obsesión por
saber nombrar a los objetos del mundo de Susan Sontag;
fueron horas que se consumieron con la obstinación de Joan Didion por retratar a la humanidad entera en una anécdota,
y de instantes acompañados del hechizo de “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo, una Scherezada del siglo XXI.
Fue, especialmente, la compañía de esas tres mujeres
-profetas excepcionales, cronistas implacables,
historiadoras rigurosas, admirables contadoras de historias-
las que nutrieron de imágenes, letras, diálogos, información, datos, reflexión, crítica, e hicieron más leves mis tiempos inéditos del covid,
La biografía que sobre Susan Sontag escribió Benjamin Moser ganó en Estados Unidos el premio Pulitzer;
el libro de Irene Vallejo obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en España;
del documental Joan Didion: el centro cederá destaco el diálogo que sostienen dos mujeres legendarias: es la escena donde aparece Didion con Vanessa Redgrave, quien la interpretó en Broadway.
¡Qué lección de disposición a entenderse!
¡Qué capacidad para la admiración mutua!
Ese ensayo, esa biografía, ese documental, cuyos ejes giran alrededor de las mujeres y su manera de ver el mundo, de narrarlo, de cifrarlo en palabras y en imágenes, protagonizaron las largas horas de mi confinamiento y
nutrieron la certeza de continuar la lucha contra la violencia de género,
el compromiso de denunciar cada feminicidio,
de perpetuar el espíritu manifiesto del 8 de marzo del 2020,
cuando caminamos todas
tomadas de las manos,
y vestidas de morado cobijadas bajo la sombra de las jacarandas.
8 de marzo de 2021, UAM.