2021, año de la economía creativa

La creatividad y la cultura son recursos renovables, abundantes e inagotables, y son un común denominador de todas las naciones del mundo. Apostar en este momento por la economía creativa, es invertir en el futuro inmediato para poder recuperarnos más rápido de la crisis social, cultural y económica que tenemos hoy en día. (Fotografía: archivo de la autora).

 

La cultura y la creación artística fortalecen el sentido
de pertenencia de una comunidad y le da sentido a la vida
por lo que se pueden considerar elementos centrales del
desarrollo social
(Recamán y Maass, 2015).

En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), realizada el 19 de diciembre de 2019, se designó a 2021 como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible. Con ello, el organismo refrenda la importancia de la cultura para lograr los objetivos de la Agenda 30, que busca erradicar la pobreza, la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático, sin poner en riesgo la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. La dimensión cultural y simbólica, es el cuarto pilar del desarrollo sostenible, junto a las dimensiones: económica, social y ambiental.

Con esta designación, la ONU[1] reconoce el papel de la economía creativa en la creación del empleo pleno y productivo, y el apoyo al emprendimiento que beneficie el crecimiento y la formalización de las micro, pequeñas y medianas empresas. Asimismo, resalta que el fomento a la creatividad y la innovación propician desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible, preservando y promoviendo a la vez el patrimonio y la diversidad cultural.

El reconocimiento pleno del valor económico y cultural de la economía creativa, abre una puerta certera para lograr la reducción de la pobreza de una manera integral. Conozcamos más acerca de este tema.

 

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha impulsado en gran medida a la economía creativa. En 2013 señaló que, América Latina generó cerca de 124 mil millones de dólares en ingresos y 1,9 millones de puestos de trabajo. (Gráfica: BID).

 

¿Qué es la Economía Creativa?

El término engloba a las empresas o industrias cuyo principal insumo es el capital intelectual, y basan sus productos en la creatividad, la innovación, la transformación y los derechos de la propiedad intelectual. Estas pueden ofrecer bienes o servicios; los primeros son de naturaleza tangible, en la que el público o consumidor adquiere el objeto, por ejemplo: un disco, una pintura o una artesanía; y los segundos son intangibles, se consumen en el momento; por ejemplo: una función de cine.

En la imagen podemos observar que los alcances de la economía creativa y cultural son ilimitables. Además de las artes, abarcan: al turismo, la gastronomía, la publicidad, el diseño en todas sus manifestaciones y la tecnología que incluye un tema que causa gran polémica: los videojuegos. Estos protegen altamente su propiedad intelectual y generan cuantiosos ingresos.

En 2018, el reporte de la UNESCO señaló que los bienes y servicios directamente vinculados a la creatividad representaron el 3 por ciento del PIB mundial y generaron más de 29 millones de empleos. En el mismo año, en México, la cultura aportó 3.2 por ciento al PIB nacional, y el turismo cerca del 9 por ciento, (INEGI). Estas cifras no incluyen al comercio informal.

 

Con el apoyo recibido en 2013 en el Laboratorio de Emprendedores Culturales, dirigido por Eduardo Cruz Vázquez, Ricardo Martínez pudo impulsar su empresa Veggie Smalls que a la fecha se encuentra en una plaza gourmet y emplea a 5 personas de manera formal; su menú ahora ofrece una gran variedad de comida vegana y vegetariana. (Fotografía: Veggie Smalls).

 

¿Becas o impulsos económicos?

Es indiscutible que era necesario actualizar los programas de becas, pero cuidado, no se puede quitar ninguno existente sin que se haya analizado y propuesto otro viable. En el caso de los emprendedores creativos, es de suma importancia la capacitación y apoyo para impulsarlos. Cito un ejemplo: dentro de los múltiples talleres que ha organizado y coordinado Eduardo Cruz Vázquez, mencionaré la tercera edición del Laboratorio de emprendedores culturales, que se llevó a cabo en 2013 en el Festival Interzona, en Tijuana, Baja California. Para esa emisión, Bárbara Martínez, José Antonio Díaz y quien escribe, tuvimos el gusto de acompañar a Eduardo durante dos intensas jornadas, en las que escuchamos y guiamos a nueve jóvenes participantes, ocho de ellos con propuestas artísticas y uno con un proyecto de gastronomía. Al finalizar debíamos elegir un ganador que recibiría como premio 30 mil pesos, lo que sería equivalente a 2,300 dólares de ese año, o 1,500 actuales.

Cada asistente expuso su propuesta, todas interesantes con mayor o menor potencial; el proyecto culinario, a cargo de Ricardo Martínez, era ampliar su pequeño negocio de hamburguesas veganas, que preparaba en la casa de sus padres. En un inicio, Martínez se sentía un tanto fuera de lugar por la naturaleza de su proyecto; sin embargo, saber que la gastronomía es parte esencial de nuestra cultura, aunado a su visión objetiva de sus metas, además de ofrecerle gran seguridad, lo hizo merecedor a obtener el primer lugar y el apoyo económico.

Con el recurso compró gran parte del equipo que aun hoy en día utiliza. Al preguntarle sobre lo que significó dicho premio, él asegura que “sin su apoyo no hubiera podido iniciar [2]”. Actualmente, Ricardo está establecido en una plaza gourmet y tiene 5 empleados formales, su empresa se ha consolidado gracias a lo creativo e innovador de su menú.

 

En la primera mesa de análisis del Foro México Creativo: Desarrollo Cultural Sostenible, las representantes de los países invitados nos compartieron las estrategias que han implementado con la finalidad de apoyar las empresas creativas, la alta participación del sector en el mercado informal y la necesidad de incrementar los recursos para 2021. (Fotografía: Archivo personal).

 

La deuda pendiente

En diversos países de Iberoamérica se ha impulsado en gran medida la economía creativa o economía naranja. Es así que países como Argentina, Colombia, Chile o España, tienen un departamento específico en esa materia. En nuestro país ha habido un esfuerzo desde algunas secretarías estatales, como en el caso de Jalisco que desde hace al menos cinco años, han impulsado el sector con capacitación, apoyos, conferencias y mesas de reflexión.

En octubre pasado se llevó a cabo el Foro México Creativo: Desarrollo Cultural Sostenible, organizado por la Secretaría de Cultura Federal. La primera mesa de trabajo versó sobre el tema Economía Cultural y Creativa, mismo que tuve el gusto de moderar. Las representantes de los países invitados: Carmen Páez Soria (España); Carolina Pereira (Chile); y Lucrecia Cardoso (Argentina), todas ellas funcionarias de dependencias relacionadas a las empresas creativas, compartieron las estrategias que estaban llevando a cabo para mitigar el efecto de la pandemia a sus creativos.

Aunque sea duro de reconocer, lo cierto es que el país anfitrión no ha tenido ni tiene una dependencia específica y presenta un gran rezago ante muchos países de Iberoamérica. Esta es una gran deuda pendiente de la Secretaría de Cultura Federal ante los creadores. ¿Cómo se puede pensar en el fortalecimiento de los emprendimientos, si desde la misma dependencia, al parecer, busca debilitarlos? En estos dos años hemos visto como se ha ido pulverizando la sólida estructura que en algún momento tuviera el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y seguimos sin ver un programa estratégico para todos los sectores.

Para reflexionar

  • Es necesario crear círculos virtuosos de producción, promoción y consumo de empresas creativas para ingresar a las cadenas productivas de nuestro país. Esto no se trata solo de fomentar los emprendimientos, sino también de formar nuevos públicos o consumidores.
  • Es tiempo de convertir los mecenazgos en inversiones, sin que esto signifique restar a los gobiernos su responsabilidad ante los pueblos; enfatizo esto último.
  • El desarrollo cultural, económico, ecológico y social deben crecer de manera simultánea. Es decir, no se puede pensar solo en las empresas creativas, o en la cultura comunitaria, o en el desarrollo artístico, por mencionar algunos; sino se debe crear un programa holístico, que fortalezca a los diversos sectores.

Dejemos de hablar de las bondades de la cultura y demostremos que realmente puede generar desarrollo social y económico, y transformar así a nuestro país. Hagamos que 2021 sea nuestro año.

Mis mejores deseos para todos, mantengámonos aislados para contarla y no que nos cuenten.

Hasta el próximo Vuelo del ticús.

mfruvalcaba@gmail.com

 


[1] Asamblea General de la ONU  https://undocs.org/pdf?symbol=es/A/C.2/74/L.16

[2] Entrevista a Ricardo Martínez realizada por Marcela Flores.

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