Hace 35 años comenzó una idea que ha perdurado con perseverancia y resistencia, una muestra necesaria en el desarrollo de las ciencias sociales en México: la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia –FILAH– celebrada en su recinto base el Museo Nacional de Antropología e Historia. Un evento multitudinario que reúne cada año actividades culturales, artísticas y académicas en torno a la producción editorial que merece cada vez más atención.
La primera versión de esta feria aconteció entre el 14 y 22 de octubre de 1989, diseñada para promover los fondos bibliográficos de las especialidades antropológicas más importantes en México: antropología social, historia, arqueología, lingüística, antropología física, etnohistoria y etnografía con editoriales públicas y privadas. Desde entonces se han dado 34 ferias más con una gran repercusión, pues es un evento que se sale de los cajones convencionales de la literatura al mostrar una producción que define y describe la realidad social generando una reflexión y soluciones dentro de lo que decidimos elegir como pasado y actualidad.
La FILAH tiene una historia interesante, pues de origen se tenía planeada la proyección más allá de los espacios tradicionales del INAH en una dinámica viajera. La feria fue itinerante entre 1989 y 1993 pasando por Oaxaca, Xalapa, Mérida, Ciudad Juárez y el Paso Texas con el principio de exhibición y venta de libros que se iría complementando con otras actividades académicas y artísticas. Aunque este evento ya no se mueve completamente, los libros de antropología del INAH han tenido presencia en otros espacios de libros más tradicionales como las Ferias Internacionales de Guadalajara y Oaxaca.
Aunque los libros son su centro principal en realidad se acompaña con una interesante oferta cultural. Hoy en día y con motivo de la edición 35 –que acontecerá entre el 8 y 18 de agosto 2024– se ve un acompañamiento de conferencias, simposios, mesas redondas, presentaciones editoriales, música, danza, cine, talleres, exposiciones y entregas de premios como sería el Antonio García Cubas que incentiva el quehacer editorial dentro de la antropología e historia.
Lo más sugestivo de este encuentro libresco son sus temáticas, pues la tradición científica antropológica en México es una de las mejores del mundo. El estudio del ser humano en todas sus facetas ha merecido un registro escrupuloso de los modos de vida, comportamientos y formas de pensar de las personas en su dimensión individual o colectiva como un espejo para establecer patrones e incluso soluciones a dilemas y problemas actuales. En el caso específico de la FILAH se refleja en las actividades que versan sobre las ciudades históricas, la conservación de las herencias culturales, lenguas en riesgo, análisis sobre la música tradicional, así como reflexiones sobre las africanías, el ser urbano y los quehaceres del sector cultura.
Este espacio es una oportunidad para establecer vínculos con los diversos públicos y sociedad en general que siempre cuestiona y muestra curiosidad ante los temas que se investigan desde las humanidades. Aunque de bajo perfil comparando otras ferias del libro, se ha consolidado poco a poco para conectar y dar a conocer información de primera mano y vanguardia. Un ejemplo es el Simposio Román Piña Chan donde se presentan novedades en el campo de estudio de la arqueología y que es un magnífico espacio para jóvenes de la disciplina.
En este punto tenemos que ser reflexivos también, pues esas oportunidades no se generan solas y no se consolidan por sí mismas. Eventos como la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia arrastran problemas intrínsecos del propio sector cultura y de la estructura institucional de la que parte, que necesitan de un presupuesto adecuado para operar y continuar vigentes. Considerando que todo el programa de la FILAH es de acceso libre para el público visitante, no se puede omitir el comentario de que algunas de las actividades sobreviven con trabajo donado, voluntariosamente por participantes, con donaciones de aliados y patrocinadores de la propia feria, del Museo Nacional de Antropología o del INAH.
Igualmente, la FILAH visibiliza una de las mayores responsabilidades que tiene el Instituto Nacional de Antropología e Historia: la comunicación social de sus labores. En los últimos años se ha visto un problema dentro de las labores de divulgación, derivada de una descuidada producción académica y de publicaciones de donde se alimente adecuadamente. No es un problema actual, pues desde las reflexiones de los 50 años de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en 1989, el arqueólogo Carlos Navarrete comentaba que el gremio de investigación era ágrafo y que faltaba mucho trabajo por delante para fundamentar adecuadamente una discusión académica escrita y mejorar la tradición científica que se tenía entre manos.
Los pendientes quedan y en el panorama actual podrán seguir cocinándose si no se le pone atención con la dirección adecuada. En el caso de las actualizaciones de la FILAH es todo un logro su ejecución, pues es de los eventos que ha sobrevivido el paso de la pandemia en la que se tuvieron que adaptar a la virtualidad y a los formatos híbridos que dejaron muchos aprendizajes, especialmente la gestión de redes sociales, plataformas y trabajo conjunto entre entidades públicas y privadas.
En su versión 35, esta feria se mantiene presente como un espacio necesario y que poco a poco llama más la atención en su extraordinaria sede. Y aunque así sea, el crecimiento no debe menguar ante los múltiples retos históricos y actuales que tiene el INAH y su producción académica escrita, publicada y constante vigilancia pública.
Estaremos pendientes y visitaremos esta Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia porque es única en el México y en el Mundo y 35 años no es poca cosa.
Omar Espinosa Severino
Arqueólogo de profesión, docente de vocación y geek por convicción.
Co fundador de Libreta Negra Mx.