Hace diecisiete años, por iniciativa propia, tuve la oportunidad de realizar un proyecto fotográfico-editorial de naturaleza y antropología visual junto con la Conagua que titulé México, ¿nuestra? casa de agua, sobre la importancia del agua desde un punto de vista biocultural y no técnico, para motivar el valor y la importancia del desempeño laboral dentro de dicha institución, así como dotar de elementos visuales y antropológicos que permitieran difundir interna y externamente una conciencia para el uso y cuidado del recurso hídrico más allá de la ingeniería. Sumar esfuerzos. Hoy día para este apunte del (des)confinamiento, decidí incluir los signos de interrogación en cursivas alterando, deliberadamente, el nombre del proyecto original. Por qué lo hago…
En ese tiempo desconocía que se intensificaba tan exponencialmente la entrega del agua a los grandes capitales y empresas en su mayoría transnacionales. Una realidad que se puede corroborar con un poco de curiosidad en investigar el tema de nuestros recursos acuíferos ¿Nuestros? ¿Nuestra casa de agua? ¿De México y los mexicanos? O mejor dicho, el agua a disposición de los intereses de la economía dominante para la sobre producción y el incremento de los capitales a costa de ti, de mí y de cada uno de nosotros de forma brutal, indiscriminada, sigilosa y que hoy día continúa, así como se ignora profunda y peligrosamente cómo nos estamos quedando sin agua, cómo se está contaminando y, por si fuera poco, deteriorando el tejido social y los ecosistemas para seguir sosteniendo y enriqueciendo grandes fortunas y geopolíticas tan autoritarias como perniciosas más agresivas que las sequías y canículas. Para mí, triste, irónica y actualmente el chiste se sigue contando sólo.
El saqueo o extracción de ¿nuestros? mantos acuíferos, en especial aguas subterráneas, así como la contaminación de la propia agua a través de los desechos tóxicos de su uso que se derraman en todo el territorio nacional, desgraciadamente no es nada nuevo para México, pero a partir de la expedición o la burla cínica de la Ley de Aguas Nacionales el primero de diciembre de 1992 y aún vigente, simplemente se “legalizó” la ignominia y la injusticia, alcanzando su mayor expresión a partir del año 2000 que se renueva y amplía cada seis años hasta la fecha, dando como resultado en pocas palabras que el agua no es tuya ni mía ni nuestra ni de México, sino un negocio más a costa de nuestra vida y recursos naturales como lo son otros energéticos, territorio y soberanía. Claro, habrá quiénes afirmen que no entiendo ni sé de economía y crecimiento ni de mercados ni finanzas ni globalización ni de nada ad hoc al sistema imperante totalitario y de gran orgullo económico-político. Pero los invito a conocer la otra cara de la moneda, de viajar por México y ver más allá de los autoritarismos especulativos y sistémicos que se “tienen” que obedecer, quizás solo sé que el agua es vida y no “debemos” mercantilizar toda la VIDA, así en mayúsculas.
Pese a que la información al respecto es muy basta y de fácil acceso, variedad y con fuentes corroborables, haré énfasis de una lectura y un documental imprescindibles para quienes tengan el interés de quitarse la venda de los ojos.
El agua o la vida. Otra guerra ha comenzado en México (2019) libro del acucioso periodista J. Jesús Lemus que, debido a su trabajo informativo, en mayo de 2008 fue secuestrado y encarcelado en una prisión de máxima seguridad, donde precisamente fue procesado y sentenciado por una venganza desde el poder. En este libro resultado de un arduo periodismo de investigación desnuda los intereses privados y políticos detrás que se enriquecen del agua por medio de diferentes métodos de producción, extracción y contaminación como lo son embotelladoras de agua, refresqueras, cerveceras, mineras, papeleras, electrodomésticos, manufactureras, curtidoras, metalúrgicas, automotrices, agroalimentarias, cosméticos, llanteras, agroquímicas, destiladoras, gaseras, agroindustrias, vinícolas, textilerías, pesqueras, cementeras, eléctricas, petroleras, empacadoras, ferrocarrileras, inmobiliarias, constructoras, agropecuarias, químicas, farmacéuticas, envasadoras, maquinaria, armadoras, industria de la moda, turísticas, campos de golf, servicios de agua privatizados y un largo etcétera. Además de mencionar periodistas, activistas y defensores de la tierra y el agua asesinados por estos mismos poderes económicos y políticos; incluyendo, el contubernio con el crimen organizado, narcotraficantes o paramilitares que les sirven como sicarios, secuestradores o para infundir temor que desplace y minimice las comunidades indígenas y rurales. En dicho libro, quizás, encuentres lugares, personas, organizaciones, productos y servicios que te sean muy familiares.
Cuates de Australia (2011) documental del también acucioso comunicólogo, fotógrafo y cineasta Everardo González, quien siguiendo su línea humanista de investigación nos presenta a los habitantes de un ejido en el noroeste de México, que migran en busca de agua durante la temporada de sequía. En su ausencia, los animales del desierto se apoderan del lugar. En el destierro, hombres, mujeres, ancianos y niños; esperan la llegada de las primeras gotas de lluvia para poder regresar. Una de las múltiples realidades que laceran nuestro país debido a los privilegios y la corrupción.
Para los antiguos mexicanos el agua y el viento, entre otros elementos, fueron el eje fundamental de su cosmovisión y desarrollo de civilización que nos legaron. Su armonía y respeto biocultural con el entorno les permitió una relación muy próspera y eficiente, pese a que hubo sus desaciertos como la gran sequía en la región Maya, tuvieron la capacidad y voluntad de hacerse uno con la biodiversidad y así, fortalecer su multiculturalidad acorde a su tiempo. La soberbia y codicia actual nos engañan con cortoplacismos económicos y políticos.
El tema del agua me ha significado e interesado mucho desde mi infancia, especialmente por mi padre que nació en una región desértica y minera de México. Además, porque es un asunto de todos como seres bioculturales que somos: invoquemos civilización y evolución. Concienticemos la desmesura de nuestro antropocentrismo, del sobre consumo y la sobre producción para que realmente sea México, nuestra casa de agua. Me permito ponerlo urgentemente en la mesa, a menos que tú y tu familia ya saben cómo vivir sin agua y agua limpia. Sigo insistiendo.
César Octavio Larrañaga
Comunicólogo, antropólogo, fotógrafo, museólogo y consultor de TIC. Su trayectoria incluye la gestión y difusión cultural, así como la producción audiovisual, el periodismo, el trabajo académico y editorial. Además del diseño y operación de estrategias en el manejo de crisis mediáticas y políticas. También se ha desempeñado en el sector privado y ONG’s en materia de medio ambiente. Con una amplia experiencia en museos y museología en México, así como fue becario-investigador en el MNCARS de España.