¿Qué son las industrias bioculturales? Empecemos por el término biocultural, que somos seres bioculturales porque estamos conformados de una naturaleza biológica y de una naturaleza cultural, ambas son consustanciales y son un vínculo con la biodiversidad y la multiculturalidad que nos definen por la región dónde nacimos y/o hacemos comunidad. De tal forma que, si bien es cierto todo lo que parta del ser humano es un resultado o consecuencia biocultural, en este caso me centro en lo que es e implica la diversidad biológica y cultural; el pensamiento, la creatividad y los quehaceres bioculturales en sí. Los Apuntes del (des)confinamiento son escritos, posturas y propuestas bioculturales.
En un texto de dichos apuntes, expuse lo siguiente que retomo para completar lo mencionado en el párrafo anterior, me cito: “La biodiversidad y la diversidad cultural son indivisibles y consustanciales desde el origen de la vida misma. Por tal motivo, somos bioculturas y personas o individuos bioculturales, porque somos un todo que dimensiona estructuras biológicas, económicas, sociales, ecológicas, políticas, organizacionales, psicológicas, cognitivas, simbólicas, tecnológicas, artísticas y en suma culturales desde el espacio y el tiempo histórico que pasan por nuestro presente hasta un mañana próximo y un futuro muy lejano”.
Las industrias culturales es un concepto que empezó a utilizar el filósofo Theodor Adorno en 1948, quien también desarrolló la sociología, comunicología, psicología y musicología. Concepto que se refiere a las técnicas de reproducción industrial para la creación y difusión masiva de obras culturales, el cual al paso del tiempo con el acto de crear, producir, distribuir y disfrutar de los productos culturales se fue modificando a la par del desarrollo humano, hasta llegar a lo que hoy día son las industrias culturales y el resultado de las transformaciones tecnológicas junto con el protagonismo de los medios de comunicación social. La cultura se ha incorporado o ha sido apropiada para procesos de producción sofisticados, cadenas productivas complejas y circulación a gran escala en diferentes mercados globales, regionales y locales.
Por su parte, el filósofo y sociólogo francés Pierre Bourdieu, desde finales de la década de los cincuenta hasta su fallecimiento en el año 2002, desarrolla sus teorías sociológicas, entre las cuales resalto su análisis de los mecanismos de reproducción social, donde hace hincapié en la importancia del capital cultural y simbólico en la reproducción de las industrias culturales y crítica la ponderación o imposición dada a los factores económicos, destacando la capacidad que tienen u otorgamos a los agentes en posición dominante para imponer sus producciones culturales y simbólicas logrando así, una posición favorable en la reproducción de las relaciones sociales de dominación. Actualmente el advenimiento tecnológico y la globalización expanden y amplifican a los agentes dominantes. Véase la Internet.
No todas las actividades culturales se desarrollan y difunden de forma industrial, pero si, hoy día, en gran medida se comunican, piratean o se diluyen a través de los medios digitales o la gran Red, generando diversas implicaciones bioculturales que resultan muy interesantes de analizar, entender y proteger debido a que se vinculan concepciones abstractas y simbólicas como son la cultura y el arte.
La UNESCO desde el año 2009 dice sobre las industrias culturales y creativas que son: “Aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”. Y subraya que: “Este enfoque pone el énfasis en los bienes, servicios y actividades de contenido cultural y/o artístico y/o patrimonial, cuyo origen es la creatividad humana, sea en el pasado o en el presente, así como en las funciones necesarias propias a cada sector de la cadena productiva que permite a dichos bienes, servicios y actividades llegar al público y al mercado. Por ello, esta definición no se limita a la producción de la creatividad humana y su reproducción industrial, sino que incluye otras actividades relacionadas que contribuyen a la realización y la difusión de los productos culturales y creativos”.
En este mismo marco de las estadísticas culturales de la UNESCO 2009 define que: “Consta de siete dominios culturales que incluyen el patrimonio cultural y natural -tangibles e intangibles-, las presentaciones artísticas y celebraciones (artes escénicas, música, festivales y festividades), las artes visuales y artesanías -museos-, libros y prensa, medios audiovisuales -radiofónicos- e interactivos -virtuales-, el diseño y los servicios creativos. A ello se añaden dos dominios relacionados que incluyen el turismo, los deportes y la recreación”. Lo que está entre guiones es mío con el fin de dar más precisión.
Es muy pertinente resaltar la importancia de expresiones y/o productos bioculturales que son únicos, no reproducibles y no industrializables, pero si mercantilizados con dinámicas diversas y patrimoniales, tanto tangibles como intangibles y simbólicos.
Las industrias bioculturales precisamente hacen énfasis en este binomio de biodiversidad-multiculturalidad por nuestra propia naturaleza humana, de ahí que la ciencia se suma o complementa la visión que intento presentar y como ejemplo: los quehaceres de los biólogos y otras especialidades científicas en un área natural “protegida” son actividades bioculturales, así como los son los guardianes y chamanes que a través de las tradiciones, usos y costumbres de saberes ancestrales son personas fundamentales para la conservación y protección de las zonas naturales, silvestres y sus recursos tan codiciados por los grandes capitales sin escrúpulos e insensibles de miras muy limitadas y anodinas.
En resumen, las industrias bioculturales y no industrializables son las culturas, las artes, las ciencias, los saberes y conocimientos no considerados científicos, la biodiversidad y la multiculturalidad; tanto en creaciones y/o expresiones de bienes y patrimonios tangibles e intangibles y, por ende, simbólicos.
Valoremos y respetemos como individuos, personas, familias y comunidades nuestras industrias bioculturales; hagamos sinergias dignas y positivas con los poderes económicos y políticos sin hacer rehenes ni instrumentos de éstos a la academia ni a la sociedad civil organizada, así como a la biodiversidad y la multiculturalidad. Compartamos conocimientos y motivemos a las nuevas generaciones porque en nuestro país México la diversidad es maravillosa. Me permito ponerlo en la mesa, despertemos y maduremos para un desarrollo propio, libre, civilizado, visionario e incluyente. Sigo insistiendo.
César Octavio Larrañaga
Comunicólogo, antropólogo, fotógrafo, museólogo y consultor de TIC. Su trayectoria incluye la gestión y difusión cultural, así como la producción audiovisual, el periodismo, el trabajo académico y editorial. Además del diseño y operación de estrategias en el manejo de crisis mediáticas y políticas. También se ha desempeñado en el sector privado y ONG’s en materia de medio ambiente. Con una amplia experiencia en museos y museología en México, así como fue becario-investigador en el MNCARS de España.