OAXACA. Sin duda la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca (SECULTA) ha tenido también aciertos, sobre todo en el ramo de la difusión cultural, cabe hacer notar los encuentros de Cocineras Tradicionales y la publicación del libro Oaxaca y sus cocineras tradicionales. Tesoro Gastronómico de México en el 2018, que pusieron a la entidad en un punto de atención internacional, en materia de gastronomía étnica.
La presencia del estado con cantantes, bandas de música, cocineras tradicionales y una muestra de alebrijes monumentales, entre otras expresiones artísticas, en el Festival Lille3000 de Francia en el mes de julio de 2019 y posteriormente, en octubre del mismo año, en el evento automovilístico “Gran Premio de México F1” donde se presentaron con mucho éxito, las muestras de expresiones culturales, entre ellas la Guelaguetza, han puesto en la mira del turismo nacional e internacional en nombre de Oaxaca.
Estas acciones sin duda acertadas, en materia de difusión y promoción, han puesto en boga a un “Oaxaca cultural”, aún con el consabido recelo de la comunidad artística oaxaqueña que argumenta que se ha priorizado lo turístico ante lo cultural.
La iniciativa privada y el tercer sector
Como comentamos en la entrega anterior, la entidad tiene un amplio sector cultural, dinámico y creativo, con diversos actores destacados de la iniciativa privada y de la sociedad civil. Por cuestiones de espacio, sólo abordaré algunos nombres en esta colaboración.
La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca es una organización civil sin fines de lucro, creada en 1994, que atiende proyectos del área de cultura, preservación, educación y deporte, como de salud y del medio ambiente. En materia cultural, además de apoyar con financiamiento a diversas instancias, la FAHHO posee varias instituciones propias como son el Museo de la Filatelia, el Museo Textil de Oaxaca, la Red de Bibliotecas BS, La Casa de la Ciudad y el Centro Cultural San Pablo que desde que abrió sus puertas, en noviembre del 2011, se ha posicionado como un referente en Oaxaca por la diversidad de proyectos que atiende y la versatilidad de sus espacios, adaptados en un antiguo ex-convento restaurado por la misma Fundación. Sin duda las iniciativas y participación de la FAHHO han tenido un gran impacto en la sociedad oaxaqueña y en la vida cultural de la ciudad.
Pérdidas sin reponer
En los últimos años, Oaxaca perdió a dos importantes personalidades del mundo de la cultura: Francisco Toledo (2019) e Ignacio “Nacho” Toscano (2020), promotores culturales imprescindibles, cuyas muertes han dejado espacios no fáciles de cubrir.
Nacho Toscano radicó en el estado los últimos 14 años de su vida, impulsó diversos proyectos entre los que destaca Instrumenta, programa dedicado a la formación de jóvenes músicos, la difusión de la música de concierto y al intercambio musical a nivel internacional. Sin duda el trabajo más destacado como promotor cultural, lo realizó Nacho desde la sociedad civil. Su paso por la SECULTA fue de muy bajo perfil, pues el mismo status, de encargado del despacho, no le permitió mayor margen de acción. El último nombramiento que tuvo Toscano en la función pública, fue de director del Centro Cultural Oaxaca, cargo que no llegó a desempeñar más que en el papel, pues la mentada institución no llegó a concretarse.
Su trayectoria como gestor cultural es reconocida en la comunidad artística nacional y sin duda su incansable labor se extraña. Inolvidables son las noches de concierto en el Teatro Macedonio Alcalá, durante los Festivales Instrumenta Oaxaca.
Por su lado, Francisco Toledo, el artista plástico oaxaqueño nacido en Juchitán en 1940, tuvo gran influencia en el estado, no solamente como creador, sino también por su activismo como ambientalista, luchador social y promotor de la cultura. A él se debe la fundación del Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Natural y Cultural del Estado de Oaxaca (Pro-Oax), que aglutina a un importante grupo de creadores artísticos y activistas oaxaqueños.
Su carrera como gestor cultural, de manera destacada, dio inicio en su natal Juchitán, cuando impulsó la fundación de la Casa de la Cultura (Lidxi Guendabiaani, en zapoteco) en el año de 1972. Esta Casa de Cultura llegó a ser referente nacional en la últimas décadas del siglo pasado, por su producción artística y cultural en la que se destacaban los valores étnicos locales de la región del istmo oaxaqueño.
Una vez que Toledo fincó su residencia la ciudad capital oaxaqueña, desde fines de la década de los 70, su presencia en la vida social y cultural fue cada día más notoria. Se convirtió en una especie de conciencia social ante las acciones políticas oficiales que tuviesen que ver con alguna afectación al patrimonio cultural.
Ya fuera solo o con la colaboración de otros organismos, el pintor juchiteco fundó y formó parte de instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Taller Arte Papel Oaxaca y el Centro de las Artes San Agustín (CaSa).
Otros proyectos que contaron con su apoyo son la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el Cine Club El Pochote, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, la Fonoteca Eduardo Mata, la Casa de las Matemáticas en Oaxaca y la Biblioteca Francisco de Burgoa.
Fue tal la influencia del pintor juchiteco en la vida social y económica de la ciudad capital que, inclusive aún en vida, ya se hablaba, entre el circulo de intelectuales oaxaqueños, de “un antes y un después de Toledo”.
Hoy en día, la ciudad de Oaxaca luce una personalidad singular; en los colores de sus fachadas, en el arbolado de sus calles y espacios públicos, en las ambientaciones de casas, centros culturales e inclusive oficinas públicas donde se ve plasmada la visión estética tolediana.
La muerte repentina de Toledo en septiembre del 2019 significó una pérdida, no sólo para el mundo del arte, también dejó, por así decirlo, una especie de vacío dentro del sector social-cultural. Ojalá haya pronto, quienes estén dispuestos y, tengan la capacidad y carisma, para tomar la estafeta dejada por El Maestro.
La diversificación se expande
En este Oaxaca actual, la iniciativa privada está tomando un papel fundamental al interior del sector cultural. En años recientes hemos visto un crecimiento importante de empresas culturales y creativas (centralizadas en la ciudad capital) en la que destacan las galerías de arte, los restaurantes de cocina tradicional, los cafés galerías, las mezcalerías y las tiendas de artesanías. Hay otros negocios que apuntalan de manera importante la producción, la difusión y la formación artística, entre ellos empresas editoriales, talleres de gráfica, centros culturales y escuelas y academias de música, danza, teatro y otras expresiones artísticas.
Es reconfortante saber que buena parte de los emprendedores de estas nuevas empresas culturales provienen del sector y de la comunidad artística: artistas plásticos, músicos, teatreros, cocineras tradicionales y chefs, encabezan estas importantes iniciativas.
Es medio de este despunte y algarabía, que ha propiciado el auge del turismo en Oaxaca, la crisis sanitaria por la pandemia del COVID 19 puso al descubierto la frágil situación de los artistas y creadores artísticos oaxaqueños, una de las comunidades más golpeadas durante este largo confinamiento. Es evidente que esta comunidad, en quien recae la responsabilidad de la creación y producción de lo que la entidad ofrece al mundo, ha sido la menos beneficiada de las derramas económicas que se anuncian, con bombo y platillo, cada año. Sin duda esta es una asignatura pendiente por resolver.
Nuestro estado tiene una amplia comunidad artística, fuerte y creativa, con una diversa y a la vez singular visión estética, que se basa y fundamenta en la vasta y ancestral cultura de sus 15 pueblos originarios que comparten su territorio. He ahí una gran fortaleza.
Obviamente en estos momentos la actividad cultural y turística en Oaxaca está a la baja, pero todos esperamos su reactivación, una vez controlada la crisis sanitaria deseamos contar con un sector cultural organizado y con directrices que permitan, salir pronto de la crisis y dilucidar un mejor accionar a futuro.
Oaxaca está de moda, lo que le augura un futuro prometedor en materia de desarrollo turístico y por ende económico. Se requiere de instituciones fuertes y vigorosas, capaces de aglutinar al sector cultural para la consecución de políticas públicas, pertinentes y sostenibles; que protejan, fomenten y promuevan el patrimonio y en donde los beneficios lleguen a lo que es la base de su sustento cultural: sus pueblos originarios.
Si Oaxaca está de moda, es gracias también al trabajo de conservación del patrimonio que han hecho los pueblos originarios a través de sus artesanos, maestros mezcaleros, cocineras tradicionales, músicos, danzantes y gestores; pero además a la creación de los artistas emergentes y otros nuevos gremios, que día con día imaginan y producen en el estado.
Es preciso convencer no sólo a los actores culturales, sino, sobre todo, a los otros agentes implicados en el desarrollo de la entidad; de la enorme y valiosa aportación del arte y la cultura como una herramienta, pero también como un fin del mismo desarrollo.
Enrique López Hernández
(Juchitán, Oaxaca). Nombre artístico Enrique Guajiro López. Músico cantautor y gestor cultural. Estudió Licenciatura en Gestión Cultural y Desarrollo Sustentable (UABJO) y Maestría en Educación Comunal (Instituto de Ciencias de la Educación-UABJO). Se ha desempeñado como subsecretario en la Secretaría de Cultura de Oaxaca, director de Fortalecimiento Cultural e Interculturalidad de la Secretaría de Asuntos Indígenas de Oaxaca, coordinador en la Coordinación de Bandas de Música de la Dirección de Fomento Musical de Conaculta y como director de Cultura Municipal de Santa Lucía del Camino, Oaxaca. Es autor del libreto de la ópera en zapoteco Dunaxhii, con música de Roberto Morales. Becario del FONCA en la categoría de Músicos Tradicionales en 2002 y Músicos Tradicionales con Trayectoria 2012–2014. Ha publicado Antología Musical de Chu Rasgado. Música para bandas de viento (libro con 34 partituras impresas y digitalizadas en un CD), a cargo de la Secretaría de Cultura de Oaxaca y el Sistema Nacional de Fomento Musical, Conaculta. 2007.