Olmedo+FUAAN=
huachicol cultural

Así se verá el Museo Dolores Olmedo en Aztlán y según la misma fuente, de la impecable reportera Adriana Góchez, rondará en 600 millones de pesos su costo. (Imagen tomada de razón.com.mx).

 

La combinación es fórmula original de la 4T: avaricia, austericidio, pobreza, negocios, sofismas. En una de las páginas de la novela La Silla del Águila (2003), uno de los personajes de Carlos Fuentes consigna: “Ya sé que en política los argumentos los gana la habilidad, no la verdad”. Lo que ocurre con los fideicomisos del Museo Dolores Olmedo y del Auditorio Nacional dan prueba de la mezcla de la casa, con un novedoso lubricante para poner a producir el huachicoleo cultural.

Entre la sede por legado, en La Noria, y el museo que se levantará para recibir el acervo heredado por Dolores Olmedo, en el Aztlán Parque Urbano, lo que hay es extracción de muchísimos millones de pesos. Huchicolean a Olmedo por igual su familia, el gobierno como las empresas consentidas del régimen. La receta alimenta a los protagonistas para su cabal salud. La estirpe incrementa al infinito el saldo en sus cuentas, el gobierno ahorcado por la falta de liquidez obtiene dinero por la concesión del predio con sus millonarias ganancias y las empresas del socio mayoritario concreta un negocio redondo por décadas.

Dice otro personaje de La Silla del Águila: “Recuerda que en política no hay principios. Hay instantes”.

En la ruta hacia el siguiente año, anunciado para culminar la construcción del museo como para reabrir La Noria, irán en paralelo empeños que se toparán al final del camino con la novísima Suprema Corte. Será un gusto vernos desmentidos ante un milagro que asume pérdidas: el empresario renuncia a la mayor atracción del parque, el régimen recula para consumar su papel de salvador del patrimonio y la familia se resigna a cifras modestas en sus ganancias en el lugar designado por el testamento.

Todo ello no sin aplicarse otra sentencia que dicta la novela de Fuentes: “En política, te asumes y te compensas”.

Mientras tanto, en el Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional (FUAAN) y de su hermano menor, El Lunario, la trama huachicolera cuenta con blindaje. Lo pusieron los neoliberales y lo abrillantan diariamente los de la cuarta transformación. Nadie puede saber las cuentas del recinto, ya que el fideicomiso es privado a la vez que mixto. La jugada es simple: el Auditorio Nacional tiene cada año ganancias por ser una empresa dominante. Es decir, dinero en caja.

Ante el justiciero rescate del Parque Bicentenario, resulta que no hay “cash” para cubrir el boquete del concesionario despedido. Toca buscar de dónde extraer dinero y miren nada más qué a mano está la solución. Se anuncia la firma de un convenio para que el FUAAN inyecte de sus fondos al territorio que fue refinería. Cosas del mercado de carisma industrial.

La inconformidad por el cierre desde 2020 de La Noria y por la mudanza prevista para 2026. (Imagen tomada deexcelsior.com.mx).

 

En enero de 2021 publiqué lo que obtuve tras investigar (dejo la liga al final). El fideicomiso ordena que una parte de las utilidades se entreguen al INBAL y otra al Gobierno de la Ciudad a través de la controladora de paraestatales, Servicios Metropolitanos, además de un número de fechas al año. El resto es para el “uso y aprovechamiento” del AN, que va desde los excelentes salarios de la plantilla laboral, hasta las inversiones como, a veces, jugar el papel de productor.

A la secretaria Claudia Curiel le toca presidir el Comité Técnico, quien se apoya del coordinador ejecutivo, Eduardo Amerena, que fue designado por Rafael Tovar en 2016, pero que viene de más atrás, con ciertos tropiezos en su función pública. Con su voto, Curiel convencerá a los otros 14 integrantes del huachicoleo para legitimarlo. En la mesa participan cinco representantes de la Secretaría de Cultura, cinco designados por la jefa de Gobierno de la CDMX y cinco empresarios vinculados al negocio.

Además, a las sesiones asisten gentes de la alcaldía de Miguel Hidalgo, de quien es fiduciario, Nafinsa, y del despacho que lleva la auditoría externa, pues la Auditoría Superior de la Federación no tiene competencia, en tanto el FUAAN no recibe recursos públicos. En INBAL es el fideicomisario.

Gallina ponedora de huevos de oro donde reina la precariedad presupuestal, lo que otras administraciones hicieron y lo que hagan en estas épocas los huachicoleros culturales con los dineros de Auditorio Nacional no será del conocimiento público. A menos de que otro milagro suceda: transformar el fideicomiso en empresa pública.

Otra de La Silla del Águila: “Si no hay política sin bandidos, lo cierto es que tampoco hay sociedades sin demonios”.

La investigación en:

https://pasolibre.grecu.mx/los-papeles-del-auditorio-nacional-rescate-a-la-vista-1/

El coloso de Reforma, una empresa de gobierno rentable. (Imagen tomada de es.wikipedia.org).

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