Mi única salida la hago para comprar víveres. Y ayer que salí, el panorama era lastimoso. Poquísima gente en la calle, casi no había vehículos circulando. Y el mercado era la imagen misma de la desolación. Menos de la mitad de los puestos estaban abiertos. Los que operaban, vendían carísimos sus productos. El único puesto de verduras con precios justos, tenía fila para ser atendidos. Nadie tenía pan. Terminé mis compras en una tienda de conveniencia, que a estas alturas ya parecía barata y bien surtida. Qué casualidad. (Luis Manuel Urrutia).
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