Hace algunas semanas se filtró una suerte de organigrama. Muestra una reestructuración de la Secretaría de Cultura (SC). Un desliz que no fue desmentido por la dependencia. Ello, sin contar a casi nueve meses de gestión de Alejandra Frausto, con un programa de trabajo para el primer año de gobierno. En esa perspectiva, los recientes ajustes en su equipo de colaboradores resultan simplemente eso: cambios que obedecen a circunstancias definidas por el derecho a remover y designar funcionarios. Por lo mismo ¿qué se puede decir de un subsecretario del cual no se supo el alcance de sus responsabilidades y que por ende no puede evaluarse su desempeño conforme a normas de rendición de cuentas? El lugar de Edgar San Juan lo ocupa Marina Núñez, quien llegó al Fonca a sustituir a Mario Bellatin. Adriana Konzevik pasa del INAH al Fonca. Bien. ¿saben a qué programa de trabajo y a qué políticas de desarrollo cultural responden? Sin duda saben qué les toca hacer conforme al manual de
funciones… De concretarse los múltiples ajustes en la estructura y el reglamento interno de la SC y si antes de fin de año se entrega el Programa Sectorial junto con el plan de trabajo para 2020, entonces veremos no solo el calado de Núñez y Konzevik –el cual no ponemos en duda- también del resto de directivos que acompaña a Frausto.
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